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Dos ejemplos de cleptocracia

La frase con la que titulo esta nota es atribuida en México a una decena de políticos y ha reflejado una realidad, que el actual presidente López Obrador ha asumido el compromiso de dejar atrás. Y con ella se viene a significa una cosa; en México, la corrupción era ya catastrófica, y empeoró.

Por Rocinante

La situación mexicana, de larga data, pero llevada a los actuales extremos por la violencia que allí avivaron las bandas de narcotraficantes, es, desgraciadamente, en el mundo más frecuente de lo que sería deseable aunque no necesariamente de lo que es esperable. De donde lo que se creía excepción ha pasado a ser regla, y en el momento de la actual modernidad, difícil de caracterizar, se vienen dando situaciones nuevas, con las que se ha pasado a reformular viejos conceptos. Tal el caso de la cleptocracia, término que tiene un viejo pasado y que hoy en lo que se ha dado en llamar ciencia política (es que parece que lo que no es ciencia carece de respeto y seriedad) la está mirando desde una perspectiva diferente. De allí que me parece adecuado antes de intentar efectuar del tema un abordaje más abstracto, sin en realidad llegar a serlo del todo, transcribir parcialmente crónicas periodísticas que sirven para ilustrar la temática referida.

Un primer ejemplo que ilustra la conducta de gobiernos cleptócratas lo ofrece un respetado periodista brasileño al recoger el testimonio de un oficial de la aviación boliviana, el cual reveló el tráfico de grandes volúmenes de cocaína de Bolivia a Venezuela y a Cuba. Cuenta el piloto que semanalmente debía pilotear un avión desde La Paz a Caracas y La Habana cargado con las “maletas diplomáticas”, entregadas por los agregados militares de la Embajada de Venezuela en La Paz. Solo que en este caso no eran ni maletas, ni llevaban documentos diplomáticos. Eran enormes bultos que contenían 500 kilos de cocaína cada uno. Una operación de este tipo requiere la complicidad de los más altos niveles del Estado en, al menos, tres países. Esta no es solo la historia de una operación más de narcotraficantes, sino que también revela las actividades de una alianza de gobiernos cleptocráticos.

El otro ejemplo lo extraje de un informe periodístico acerca de la situación que desde hace casi dos décadas y que cualquiera está en condiciones de asociar a la figura conocida de Daniel Ortega, medio líder (la otra mitad es su mujer) que sigue lastimando a Nicaragua. Esta vez la información señala que “desde que Ortega y su familia regresaron al poder el 10 de enero de 2007, empezaron a socavar la institucionalidad y a controlar al ejército y la policía para beneficio propio.

Una de las formas más visibles en que se expresa la cleptocracia en la administración Ortega-Murillo es el turbio manejo de la cooperación venezolana. Según la revista “Confidencial”, US$3,500 millones habría recibido Ortega en 9 años (2007-2016), en concepto de cooperación proveniente del país sudamericano.

Hasta la fecha nadie conoce, excepto Ortega y su familia, los giros y manejos de ese dinero.
Lo cierto es que, al día de hoy, los hijos del presidente nicaragüense son dueños de canales de televisión, radios, eventos de moda y propiedades que nadie ha explicado de dónde salieron los recursos para adquirirse.

La familia Ortega también es dueña de hoteles y fincas entre otros bienes provenientes de recursos públicos, y por sobre todo descaradamente es dueño de Albanisa. Los hijos son quienes les manejan eso, y no se entiende como los empresarios y los intelectuales lo permiten. Por lo menos lo hacen con más disimulo los venezolanos, pero Daniel no oculta nada, él es además el distribuidor de los combustibles y de buena parte de la energía eléctrica.


Algo que no tiene desperdicio, y que por eso no me resisto a reproducir, es la reflexión acotada a la información en la que se dice que como buenos animadores, los cleptócratas saben cómo distraernos de sus fechorías y los falócratas de su incapacidad. Lo hacen hablándonos de sus ideologías y atacando a las de sus rivales. Mientras nosotros vemos y participamos en estos torneos ideológicos, ellos roban. O tontean.
La complicada escalera que va desde la existencia de ladrones en el gobierno, pasando por un gobierno de ladrones hasta la cleptocracia
La presencia de ladrones (entendiendo el término en el sentido amplio de alguien que se apropia de lo ajeno) el gobierno cabe suponer que se remonta hasta el mismísimo momento en que aquél se hizo presente, emergiendo así en la noche de los tiempos.

No se trata de la prostitución, según un dicho frecuente, la profesión más vieja del mundo, pero seguramente en el largo de la humanidad hasta nuestros días esa distancia entre el surgimiento de ambas profesiones no hace diferencia.

Pero una cosa diferente es que haya un gobierno en el que se pueda detectar la presencia de uno o varios ladrones sueltos mimetizados en el montón de funcionarios y empleados honestos, cosa que siempre ha sucedido y puede llegar a suceder, que se esté presente ante un gobierno de ladrones situación que hace a la existencia de un gobierno mafioso, entendiendo por tal, en lo que se conoce como la definición clásica cuando un grupo de esas característica sustituye a los poderes del Estado y se encarga de mantener ‘el orden’ o la pax mafiosa más allá de la ley”.

Conviene insistir en lo que quiere significar ese sustituir. El gobierno formalmente sigue existiendo, pero los que tienen el poder real son los mafiosos. Es por eso que se ha dicho que la mafia interviene generalmente a través de acuerdos entre amigos o, si no, en los casos más difíciles a través de la eliminación violenta”.

Es por eso que autorizados investigadores que se han ocupado de profundizar el tema han señalado que en la actualidad, a diferencia de la mafia del poder, el término cleptocracia define una dinámica distinta: es la institucionalización del robo. La mafia del poder es descriptiva, la cleptocracia es prescriptiva. La mafia del poder captura al Estado, la cleptocracia se vuelve el Estado.

De donde en la cleptocracia, el saqueo del Estado no es una práctica ajena a la institucionalidad sino el hecho que explica su funcionamiento."

No deben extrañar entonces las reflexiones de un autor salvadoreño, que ve una de las causas que facilitan el surgimiento de esa anomalía, llevan a pensar, con una mezcla de indignación exasperada y de inadmisible resignación, que se ha convertido en regla o norma socialmente aceptada el hecho que uno de los misterios más grandes de la mentalidad latinoamericana es la fe cuasi-religiosa que tienen en la existencia de un Estado que es como un padre para los ciudadanos, y que es manejado por gente que es competente, proba y justa en sus decisiones. Esta visión es misteriosa porque contradice la triste experiencia que la región ha tenido desde que existe.

Es por eso que también se ha dicho que la corrupción ha sido un azote de muchos países en la región. Peor aún, últimamente varios regímenes latinoamericanos han caído bajo un tipo de sistemas que las ciencias políticas modernas, como hemos indicado, llaman cleptocracias, palabra derivada de clepto (que se refiere al robo y por asociación a los ladrones) y cracia (que se refiere al grupo que maneja un país). Estos regímenes están basados en mucha corrupción pero son mucho peores que los que sólo son corruptos, ya que se trata de regímenes que se consideran cleptocráticos por cuanto están manejados por un grupo de personas cuyo objetivo primordial es el saqueo organizado del país.

Se me permitirá volverme cargoso y reiterativo, porque es importante que se haga carne la comprensión de que las cleptocracias son muy diferentes de los regímenes que sólo son corruptos. En estos, la corrupción es incidental y fluye de afuera del gobierno para comprar gente del gobierno. En el régimen cleptócrata, la corrupción es estructural y surge del gobierno mismo para comprar a personas afuera del gobierno, para que anestesien a la población y permitan que los ladrones se apoderen permanentemente del gobierno entero.

No olvidando que, como también se ha destacado, hay corrupción que surge de afuera del gobierno, pero ésta es controlada para que fluya hacia el núcleo de los ladrones - cleptócratas, para formar parte de la masa central de la que sacan sus gastos y su botín.
Algunas consecuencias graves de la cleptocracia:
La bibliografía en la materia, coincide en señalar las siguientes:

• Aumento o mantenimiento de la pobreza

• Falta de fondos en sectores claves como salud y educación

• Prácticas de nepotismo en todas las esferas estatales

• Clientelismo político

• Populismo como única respuesta a las necesidades de la población
La tragedia de América Latina
No se trata de poner el grito en el cielo, dejando entrever que somos víctimas de un azote divino. Máxime si se tiene en cuenta que a Putin, el nuevo zar de todas las Rusias, se lo considera, cuando no el hombre más rico del mundo, uno de ellos, en una aplicación de lo que se conoce en forma críptica, como el sistema, y en una serie difundida por Netflix con el título de “El mecanismo. Una situación que se repite en un gran número de naciones que se independizaron, especialmente en territorio africano, luego del proceso de descolonización producido a nivel mundial en la segunda mitad del siglo pasado. Y que es la explicación no solo de la zapatería mayorista que ocultaba en un enorme placard la esposa del dictador filipino Marcos, la mismísima doña Imelda, sino que haya tantos gobernantes o ex gobernantes que se cuentan entre los personajes más ricos del mundo en países de aquel continente, donde el común de la población sino se muere de hambre lo es por enfermedades no tratadas, dejando de lado las carnicerías que significan los enfrentamientos armados Conocido es también el caso de un primer ministro de Malasia, Najib Razak, acusado de haber organizado un sistema financiero que le permitió pasar 42.000 millones de dólares de cuentas públicas a cuentas privadas controladas por sus familiares y cómplices.

Mientras tanto la tragedia latinoamericana en la materia, en palabras de un profesor universitario guatemalteco (país donde es casi una constante ver a sus gobernantes terminar presos por el rol que han jugado en el sistema) es que después de dos siglos todavía no se ha dado cuenta de que este es el jueguito que los cleptócratas le hacen, y que no haya entendido que lo que necesitan para liberarse de ellos no es aumentar los poderes del gobierno —que equivale a aumentárselos a los cleptócratas— sino limitar dichos poderes, para forzar a los gobiernos a maximizar el beneficio a los ciudadanos, no el botín de los cleptócratas.
El doble castigo: la cleptocacia entremezclada con la cacocracia
Si la cleptocracia es el robo institucionalizado como sistema, la cacografía es el gobierno de los inútiles o incapaces. Sistemas que se pueden dar separados, pero que se pueden dar juntos, como suele suceder.

Es por ello que viene al caso traer a colación las reflexiones de un periodista cuando señala que como buenos prestidigitadores, los cleptócratas saben cómo distraernos de sus fechorías y los falócratas de su incapacidad. Lo hacen hablándonos de sus ideologías y atacando a las de sus rivales. Mientras nosotros vemos y participamos en estos torneos ideológicos, ellos roban. O tontean. Y nosotros pagamos las consecuencias.

A lo que puede agregarse, como lo decía al titular esta nota que siempre se puede dar un paso adelante y convertirse esos sistemas en... un estado fallido.
Fuente: El Entre Ríos Edición Impresa

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