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La feria de regalos electorales, a pleno
La feria de regalos electorales, a pleno
La feria de regalos electorales, a pleno
Días pasados, en el transcurso de una de esas conversaciones entre gente conocida, a las que nos ha permitido regresar el final por decreto de la pandemia, uno de los tantos temas tocados fue el del nivel académico de una de las universidades con que cuenta nuestra provincia, al que uno de los contertulios elogió ponderando la calidad de la formación de los graduados en la misma. Postura que fue puesta en cuestión por otro, el cual al fundamentar la suya manifestó de una manera textual que eso era antes y ya fue. Pasando a explicar sus palabras indicando que lo que sucede es que el cuerpo de profesores, se vio obligado a descender el nivel de su enseñanza, ya que de otro modo sus alumnos, todos con sus estudios secundarios completos, no contaban una mediana calidad de formación y no estaban en condiciones de entender contenidos de enseñanza de la dificultad que en su época fuera la habitual.

Por Rocinante

Es decir, que nos encontramos frente a profesores diluyendo la intensidad del contenido de sus enseñanzas para poder ponerse a la altura de comprensión de sus alumnos, sin una base sólida de conocimientos, como para que, tal como es lo que debiera ser y era normalmente lo esperado, que en lo que se denomina como ´proceso de enseñanza aprendizaje´ los docentes pudieran exitosamente esmerarse en poner a los alumnos a su nivel, y no que se diera lo contrario.

Y, sin embargo, en este caso, no puedo, al menos en lo que a mí respecta, decir que esto recién empieza, porque es la expresión de una marcha descendente en materia de enseñanza que viene de hace tiempo, aunque fuera acelerado por la manera cómo afectó a nuestros estudiantes la mala gestión de la pandemia. Algo que viene a corroborar los rendimientos de estos, en pruebas universales de evaluación, en las que se constata que un altísimo porcentaje de nuestros estudiantes no entienden lo que leen.
La feria de los regalos
En este caso, es adecuado tener la impresión de que esto recién empieza. Me estoy refiriendo al creciente bombardeo de regalos, con los que luego de los resultado de las elecciones primarias, la coalición gobernante en el orden nacional, haciendo esfuerzos desesperados con el objeto de poder en noviembre dar vuelta los resultados, está buscando comprar (sí comprar, porque esa es la palabra más adecuada para describir lo que se está viendo en la actualidad a nuestro alrededor) resultados exitosos en esos comicios.

Es que pareciera que de repente los cielos se hubieran abierto y desde arriba hubieran comenzado a llover regalos, para todos los gustos, abriendo una feria de ellos, que no solo refuerza expectativas de lo que todavía es esperable en estos poco más de treinta días que nos separan de ese acontecimiento, sino que puede llevar a un embotamiento colectivo que impida preguntarse tanto cómo se pagará esta fiesta, y los daños que su celebración provocará en una sociedad empobrecida y endeudada al máximo como es la nuestra.

Es que se asiste a decisiones, de esas que se califican como de no creer. Como cuando se ve al gobernador puntano anticipando el pago de un premio en dinero, con que terminando los cursos, se estimula a los egresados de los establecimientos de enseñanza secundaria. O al gobernador bonaerense subsidiando viajes de egresados, mientras se ve al hambre enseñorear entre chicos y adolescentes del conurbano capitalino.

Y no es este el momento de hacer referencia a los dispendiosos planes de pagos a los que han podido acogerse, empresarios amigos, que previamente se habían enriquecido, financiados por multimillonarias retenciones de impuestos, que no debieron haber quedado a su disposición, ya que ese dinero ajeno llegó a sus manos, por ser lo que técnicamente hablando son meros agentes de percepción.
En Colón se desata la tormenta perfecta
Estuvo nuestro gobernador Bordet, en el marco de una reunión que le molesta que se lo llame de ese modo, pero que, mal que le pese no es otra cosa que un mix de acto de gobierno acollarado con otro de campaña. O mejor dicho, simplemente un acto de campaña. Mal disimulado con el ropaje de un acto de gobierno.

Cabe decir que visitó el hospital local, donde se hizo entrega de una ambulancia, con la que fue fotografiado mientras la manejaba, el primer candidato de la lista de diputados nacionales de la coalición a la que pertenece nuestro primer mandatario.

Tuvo también ocasión de repetir, corregido y aumentado, un mini/acto de una serie de ellos, a los que, en contraste con las ferias de regalos, echa mano el populismo más moderado en estos tiempos de estrecheces y sequedades. Fue cuando inauguró el asfaltado de siete cuadras de una avenida de la ciudad. Algo que mentes malévolas califican como un craso error suyo. No porque no hubiera esperado la finalización de la obra para inaugurarla, sino porque de haber desdoblado esa primera etapa en dos, hubiera estado en condiciones de poder llevar a cabo dos mini/inauguraciones. Son las mismas mentes que no se atreven a decir en voz alta, los que mascullan en privado, cual es que de aquí en más esas mini/inauguraciones se hagan al completar el asfalto de cada cuadra.

La buena noticia es haber visto al actual alcalde de la ciudad, junto a su antecesor en estos actos. Reunidos, aunque no se sabe si unidos. Aunque no está de más recordar que siempre un principio tienen las cosas. Y que, como señalaba al principio, esto recién empieza.

De lo cual es otro ejemplo ver a ese alcalde, elegido por un partido municipal, no solo participar en ese acto de campaña, sino en una virtual proclamación de su adhesión a la lista de candidatos a diputados oficialistas.

Existe un viejo dicho que dice que se hagan ciertas cosas, es admisible, con tal que no se note. Algo que al parecer, no han tenido en cuenta ni el gobernador, ni el alcalde, a pesar de ser tan fácil de cumplir.
Fuente: El Entre Ríos

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