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¿Qué es la verdad?

He leído que hace casi dos mil años, la verdad fue sometida a juicio. Y que fue juzgada por gente que era adicta a las mentiras. De hecho, la verdad enfrentó seis juicios en menos de un día completo, tres de los cuales fueron religiosos y tres fueron legales.

Por Rocinante

El último fue cuando Jesús fue llevado a juicio ante Pilato. Donde en un momento del interrogatorio le respondió que todo aquel que es de la verdad oye mi voz. Luego de lo cual le dijo Pilato: ¿Qué es la verdad?" (Juan 18:33-38).

En tanto no sé si es cierta la afirmación que Pilato nunca llegó a conocer la verdad. Aunque sí lo es que en muchos libros puede leerse que Eusebio, el historiador y Obispo de Cesárea en épocas remotas, registra el hecho de que Pilato finalmente cometió suicidio en algún momento durante el reinado del emperador Calígula (37-41 d.C.).

De cualquier manera fue un motivo para que los Doctores de la Iglesia en tiempos ya idos, especularan acerca de si la causa por la que Pilato hubiese apelado a esa forma de morir, tuvo por fundamento haberse encontrado con la Verdad y haberla ignorado.

De cualquier manera mi autor señala que la pregunta de Pilato "¿Qué es la verdad?" ha repercutido a través de la historia, y lo cierto es que en este mundo de hoy, donde existen quienes equívocamente lo califican como del postmodernismo, viene a mostrar que, como en el caso de la guerra, y remedando a un gran pensador, lo que es cierto es que la primera víctima fue y es la verdad.

Lo primero que debe hacerse en torno a esa pregunta, de una problematización no solo importante sino también decisiva en la vida de cada cual (sabemos de personas que comienzan por mentirse a sí mismos, y de allí en más…), sobre todo atendiendo a la sociedad. Todo ello dado que nada a la vez sólido y bueno puede construirse sobre una base de mentiras.
La fábula del pastor mentiroso
No sé si todavía en la escuela primaria puede escucharse su relato. Por mi parte, me ha quedado grabada en forma indeleble su moraleja: en boca del mentiroso lo cierto se hace dudoso. Afirmación que se me apareció de repente, durante la lectura de un texto titulado La larga historia de las noticias falsas.

En cuyo introito puede leerse que la utilización política de las mentiras empezó mucho antes de las redes sociales; la construcción de otras realidades ha sido una constante desde la antigua Grecia. Para seguir señalando que lo cierto es que bien podría decirse que la verdad es una víctima recurrente en cualquier sociedad organizada, porque la mentira política es un arte tan viejo como la civilización. La verdad es un concepto escurridizo en metafísica y cambiante en ciencia —un nuevo descubrimiento puede anular lo que se daba por cierto—, pero en el día a día el asunto es muy diferente: hay cosas que han ocurrido y otras que no; pero los hechos, reales o inventados, influyen en nuestra percepción y opinión.

De cualquier manera, a lo que me interesa hacer alusión es a la parte del texto, por vincularse con esa moraleja, que paso a transcribir: Las noticias falsas difundidas contra los alemanes entre 1914 y 1918, cuando se les acusaba de todo tipo de bestialidades con fines propagandísticos, tuvieron un efecto negativo en la percepción de las atrocidades que sí fueron cometidas entre 1939 y 1945, sobre todo en relación al Holocausto. Un ejemplo de ello fueron las dificultades que tuvieron para ser creídos los primeros agentes polacos que trajeron la noticia del exterminio de los judíos por parte de los nazis. Es el relato de la historia de Jan Karski, un héroe polaco que se jugó la vida para llevar la noticia del Holocausto a Londres. No le creyeron cuando informó a los aliados lo que ocurría. Un alto oficial británico le explicó: "Señor, durante la Primera Guerra Mundial difundimos la propaganda de que soldados alemanes aplastaban a niños belgas contra los muros. Creo que hicimos bien. Nos ayudó a debilitar la moral del enemigo, a aumentar el odio contra los alemanes. Necesitamos informes como el suyo". Karski agregó: "Se notaba claramente que no me creía". De nuevo, una noticia verdadera era percibida como falsa.
Las consecuencias de las grandes mentiras
De las noticias verdaderas que pasan por falsas en la medida que cuesta creerlas, como se acaba de ver, paso a hacer referencia a las grandes mentiras y sus consecuencias, no solo oprobiosas sino perversamente dañinas.

Los estadounidenses tienen un lugar destacado en lo que aquí respecta, y más concretamente en lo que se lo considera como mentiras masivas, en la medida que una gran mayoría de una sociedad las hace suyas.

El texto al que me he referido se ocupa de ellas, al señalar que tres de los grandes conflictos en los que se metió Estados Unidos en ese periodo empezaron con invenciones: la guerra de Cuba (1898), con la manipulación de los periódicos; la guerra de Vietnam (1955-1975), con el incidente del golfo de Tonkin, y la invasión de Irak en 2003, con las inexistentes armas de destrucción masiva de Sadam Husein.

Y en el caso de nuestro país, nos encontramos ante una situación similar – silenciar algo de una manera deliberada y con un propósito es también una forma de mentir- con la tragedia que significara lo ocurrido con lo que eufemísticamente se designara como los desaparecidos durante el último gobierno militar; con la que se pretendió fallidamente invisibilizar las consecuencia perversas de una feroz represión. Una mentira enorme, que entre los interrogantes que provoca, está la pregunta de si la reacción posterior de la población no tuvo su origen más que en una condena moral, necesaria y merecida por otra parte, en el enojo no del todo consciente y difícil de cuantificar de un sector importante de la población que se sintió ofendida y a la vez enojada por esa enorme e imperdonable mentira.

La que, como sobre reacción, llevó a una reivindicación cuando menos errónea de los grupos guerrilleros de esa época, cuyos integrantes pudieron cambiar su imagen y sacar provecho de esa operación casi de cirugía estética.
Un desvío en el camino: escepticismo y relativismo
Paradójicamente si bien lejos está de ser el escepticismo mentiroso, abre sin embargo, una puesta a la mentira. Es que al poner todo en duda, de manera de no contentarse con la primera impresión o la afirmación extraña, y exigiendo rendirse tan solo ante la evidencia, hace que hasta lo evidente pueda considerarse dudoso, y de ser así no hay ni verdad ni mentira.

A su vez, podría considerarse al relativismo como una extraña hija putativa del escepticismo. Es que cuando se dice que la verdad es relativa, lo que normalmente se quiere decir es que no hay verdad absoluta. Su expresión más actualizada es el relativismo cultural cuando se lo aborda de una manera distorsionada, ya que partiendo de la pauta válida de que estamos condicionados hasta cierto punto al menos para ver el mundo, en función del contexto en el que hemos nacido y se ha formado nuestra personalidad, las cosas terminarían siendo siempre de acuerdo al color del color cristal como se mira, ya que, como lo remarcara Ramón de Campoamor, nada sería verdad ni mentira y por consiguiente todo es cuestión del color del cristal con que se mira.

De donde algunas cosas podrían ser verdad para otro, pero no para mí. Es por eso que es común hablar tanto de mi verdad como de tu verdad; con lo que, buscando ser tolerantes y respetuosos y dando cuenta de una mentalidad abierta, se desvaloriza a la verdad, rebajándola a la condición de una opinión; de donde se llega a la conclusión que cerrando la circunferencia comenzada a dibujar de una manera no querida por el escepticismo se viene a concluir que, al ser todo opinable, la verdad es siempre relativa, que es lo mismo que dejar sentada la posibilidad de una verdad no del todo verdadera, o lo que es, del todo contra natura, nada verdadera¡!

Lo cual no quita que el acceder a la verdad no sea en más de una ocasión, hasta diría en todas ellas, harto difícil, pero el hecho es que la verdad es una sola, y por ende es imposible la existencia de dos o más verdades distintas. Una cosa diferente es entonces el hecho que esa única verdad no solo resulte de difícil acceso, y que inclusive admita su abordaje desde distintas perspectivas, algo válido mientras no se la distorsione.
La posverdad y del relato que es su consecuencia
Entre tantas cosas extrañas, por no decir perversas que han emergido con la posmodernidad, se encuentra la revalorización de las noticias falsas, las que no son otra cosa que mentiras, con el nombre de posverdades.

El Diccionario de la Real Academia Española (RAE) no hace de esto mucho la ha incorporado, definiendo a la posverdad, como la distorsión deliberada de una realidad, que manipula creencias y emociones con el fin de influir en la opinión pública y en actitudes sociales. A la vez que, de una manera insólita, en la misma entrada señala que los demagogos son maestros de la posverdad.

Es que la posverdad no es otra cosa que una mentira sentida como verdadera. Dicho con las palabras de un sociólogo, se trata de una “verdad aparente”, del orden del sentimiento y la emoción, que es más influyente que una verdad apoyada en la realidad, en los hechos objetivos. Sin embargo, esa dicotomía parece implicar que esa falsa realidad proviene de esos datos objetivos, hechos concretos.

Algo que vendría a explicarse porque lo real no se reduce a esto, también involucra la vigencia de esas verdades sentidas, emocionales y los efectos de dicha vigencia en la realidad misma. Algo que tiene su explicación en la existencia, dentro de una sociedad, de un estado de cosas que se muestra como terreno abonado, de manera que esas falsas verdades o mentiras con apariencia de verdaderas prendan.

Y la posverdad no es una cosa aislada, sino que necesariamente tiene que insertarse en un relato de las mismas características, o sea en una narración distorsionada del pasado y presente de una sociedad.
El pensamiento crítico
El único antídoto para ese estado de cosas que se traduce en una suerte de realismo mágico, no es sino lograr que en una sociedad se desarrolle lo que se conoce como el pensamiento crítico. Aunque debe admitirse que lograrlo no resulta nada fácil en una sociedad como la nuestra en la que chicos avanzados en sus estudios, a estar a los resultados de las encuestas, en una gran proporción son incapaces de entender el contenido de lo que leen.
Fuente: El Entre Ríos Edición Impresa