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En junio de 2014 tuvo lugar en Trelew (Chubut) un incidente pintoresco. La audiencia en un tribunal se demoró dos horas, porque el abogado defensor no usaba corbata, y no la usó hasta terminada la sesión. El letrado rebelde era entonces presidente del Colegio de Abogados, y su rebeldía motivó una resolución del Superior Tribunal de esa provincia, que hizo obligatorio para los abogados el uso de la corbata en la sala de audiencias.

"¿Por qué no lleva usted el complemento de la camisa?”, preguntó el juez y el abogado cuestionado contestó: "Por cuestión de principio”. Dejemos de lado ese modo elíptico de llamar a la corbata. Complemento son también los botones, las ballenitas, los olvidados gemelos.

No sé si la disposición se sigue cumpliendo en Chubut o en otros tribunales. Cambia todo tan rápido y somos tan proclives a quebrar reglamentos y leyes… Por principios podríamos negarnos a subir el cierre de la bragueta (soy tan viejo que iba a escribir abrochar los botones). Y si el objeto de la corbata es darle un cierre prolijo a la camisa, no debería ser rechazado. El ver "despechugados” no siempre es agradable. Y el respeto debería ser igual hacia los defendidos como hacia los jueces.

Pero más allá de las indignaciones y risas que se pusieron en juego, es interesante escudriñar algo de la tradición de la corbata y de su significado en la historia.

A todos resultará claro que corbata suena como croata y esta vez la vinculación es cierta. Fueron los croatas (que muchas y mejores cosas hicieron que jugar al fútbol) cuando en el siglo XVl, regresando de luchar contra los turcos, fueron llamados por Richelieu a servir a Luis Xlll, rey de Francia. Los croatas usaban una especie de pañuelo alrededor del cuello, unos dicen color blanco, otros dicen negro, que era anudado al frente. Lo imagino como el pañuelo de nuestros gauchos y de nuestros arrabaleros. Siempre gustosos de las novedades, los franceses lo adoptaron. Recordemos entonces que las corbatas era lo que usaba la soldadesca, que ciertamente no era imperialista.

Y si su uso fue ascendente en la escala social, eso es lo que ha ocurrido con muchas de nuestras prendas: el corderoy y el tweed eran usados por los campesinos, los "jeans" por los mineros y vaqueros, las alpargatas y bombachas de nuestras pulperías gozan de favor en balnearios exclusivos. La generación de los románticos hizo de las corbatas un símbolo de rebeldía (eso lo podría gustar al abogado díscolo), los estudiantes ingleses las fabricaban con las cintas que usaban en sus sombreros. Alrededor de 1830 el hermoso Brummell las almidonó y empleaba dos criados en la acabada perfección de moño, su final parece un castigo para tanta frivolidad: murió en la miseria, sifilítico y en el destierro (¿hay un infierno para los frívolos?).

El 18 de junio de 1815, Napoleón tuvo la mala idea de desechar la usual corbata negra con ribete blanco que usaba en sus triunfos y ese día perdió en Waterloo. No sé si vendrá de entonces el cuidado de la que elegíamos para los exámenes. A Balzac se le atribuye todo un tratado sobre las corbatas y Oscar Wilde nos advirtió que un nudo bien hecho es el primer paso serio en la vida. Creo que a pesar de todo esto, el abogado rebelde seguirá rebelde. También en Irán se prohibió su uso, como símbolo de imperialismo. Para Valle Inclán era "el dogal de la más horrenda esclavitud" (Dogal: el lazo y nudo corredizo para la horca).

Noches atrás, en un noticiero, apasionados periodistas mostraban, además de sus enojos, uniformes corbatas de un celeste cielo. Recordé a Hugo Wast: "La corbata celeste” y de rebote a Groussac: "La divisa punzó”. Toda nuestra historia en estos colores. En España, la corbata verde que usa el rey y algún ministro significa para algunos: "Viva El Rey De España”. Verde sería una sigla.

Reconozcamos que ahora la juventud ha desplazado a la corbata por un collarete de cables y audífonos, y los médicos por el estetoscopio que cuelga alrededor del cuello como un símbolo negligente.

Una advertencia: estudios hechos con resonancia nuclear magnética del cerebro revelaron que un nudo de corbata muy apretado disminuye el flujo de sangre al cerebro en un 7,5%, con un presumible deterioro cognoscitivo. Ya no se trata solo de principios.
Fuente: El Entre Ríos (edición impresa)

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