Atención

Esta imágen puede herir
su sensibilidad

Ver foto

Compartir imagen

Agrandar imagen
El eterno debate de si hay plan o realmente se lo necesita nos sigue dejando lejos de la salida

Opinión muy discutible aunque sea de un periodista económico muy reconocido y de larga trayectoria: Quienes le piden un plan económico al gobierno pecan de candidez. Algo así como, y ésta es una interpretación puramente personal, pedir hoy un plan es de alguien inocente, casi tonto, el tipo de cosas que podría pedir un chico y no un adulto.

Según dicen son varios en el gobierno, sobre todo aquellos que tiene su raíz más en la política, los que comparten ese diagnóstico. Pedirle un plan económico al ministro Guzmán y al presidente Fernández no tiene demasiado sentido. Por estos días, para ellos, lo único que importa es llegar a un acuerdo con los acreedores privados de Argentina, luego con el Fondo, y recién a partir de ahí elaborar un plan de ruta que les permita recorrer el trecho que les quede.

Cándidos e inocentes podremos ser muchos de nosotros, pero definitivamente eso no es mote que les quepa a los grandes acreedores de Argentina, entre los que se destacan grandes firmas internacionales de inversión como Blackrock y Pimco. Como suelen explicar a quienes los quieran escuchar, por los volúmenes que manejan estos inversores son el equivalente de un gran buque petrolero, aquellos que no pueden dar una vuelta en u y abandonar prestos cualquier situación incómoda, facilidad que si tienen lanchas ligeras o buques livianos.

Vale la analogía del buque tanque para las posiciones de estos inversores en deuda argentina, ya que ellos y un par más controlan poco menos de la mitad de todos los bonos emitidos. Imposibilitados de vender sus tenencias en un abrir de ojos, como les gustaría, para invertir y seguir invertidos en un lugar de alto riesgo como es Argentina necesitan entonces entender cuál es el plan de aquel que fija y ejecuta las políticas. Ese plan en este caso debería permitir entender si el modelo macro actual es financieramente sustentable, es decir si los números dan para que puedan pagar la deuda una vez que esta haya sido reestructurada.

Esta gente no son fondos buitres, esos aparecen cuando la deuda argentina vale 30 centavos o menos y todavía - aunque estemos cerca- no llegamos a esos valores. Son los que se denominan fondos mutuos y manejan dinero de cajas privadas -y también públicas- de jubilaciones, de empresas, o directamente de individuos que los eligen como alternativa pensando en el día de su retiro. Estos fondos tienen inversores de todos los países, y las caras detrás son por lo general de gente común y amable que quiere que alguien los ayude con el dinero que ahorran.

En su momento decidieron creer en Argentina, y claramente queda a la vista, que estaban equivocados. Hoy quieren algún atisbo de idea, un plan simple y concreto, que vuelva la propuesta de seguir invertidos por aquí mínimamente apetecible. Y esto debe ser dicho, un pedido que suena lógico y razonable para cualquiera que debe decidir si sigue invertido o no en Argentina o en cualquier otro país interesado en tomar deuda.

Ahora, es entendible también que el gobierno pretenda pedirle un sacrificio a esta gente, en la forma de algún tipo de quita en intereses y/o capital tratando de comprometerse lo menos posible. Pero que sea entendible no lo convierte en algo muy factible. Menos todavía cuando uno mira la trayectoria de los distintos gobiernos argentino a lo largo de los años y- no importa el color político- el denominador común ha sido el de ¨defaulteador¨ serial. Incluso, más de una vez, nuestros gobernantes se han ocupado de celebrar en público la decisión de dejar de pagar.

En definitiva, lo que explica la recurrencia de este fenómeno es precisamente la falta de un plan. Un plan que hace mucho tiempo no tenemos. La receta hasta ahora, y por décadas, ha sido siempre la misma. Gastar más de los que nos ingresa y financiar ese déficit ya sea con deuda o imprimiendo pesos. Y a pesar de que nos creemos vivos, tan vivos no debemos ser si se considera que somos uno de los pocos países del mundo con alta inflación crónica y con tasas de crecimiento que nos ponen en los peores lugares de la tabla.

Sería bueno que el binomio de los celebrantes Fernández y su acolito Guzmán piensen finalmente en un plan. Sin él, y aun en el hipotético caso de que presidan una restructuración éxitos de la deuda, no podremos salir del hoyo en que nos encontramos. Sépase, hoy nadie está pensando en invertir en Argentina sino todo lo contrario.
Fuente: El Entre Ríos (edición impresa).

Enviá tu comentario