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La paz cambiaria no es duradera sin plan antiinflacionario

Parece que volvió las paz cambiaria. Después de todos los momentos de zozobra e inquietud vividos a partir de la renuncia de Fábrega al Banco Central, hemos vuelto a la calma. El dólar billete, hoy más conocido como ¨dólar blue¨ ha vuelto por debajo de los 13 pesos por dólar, su nivel más bajo desde Junio, y muy lejos de su reciente pico de 15.5.

Hay varias razones que explican este movimiento, en un contexto macroeconómico altamente adverso. Los mega controles a bancos y casas de cambio de los últimos días han ciertamente ayudado a que se desinfle el valor del billete americano. También ciertas acciones que le han permitido al gobierno moderar el drenaje de divisas, más allá de simplemente dejar de pagar importaciones. En estos días se ha concretado un acuerdo con China que le permite al Banco Central argentino hacerse del equivalente de 800 millones de dólares en yuanes para atender las transacciones comerciales con ese país, los 1.500 millones que se han comprometido a adelantar los exportadores de granos, y el éxito de la licitación de las licencias de telefonía móvil 4G, ¡cuánto tiempo hubo que esperarlas!, que le permitirán al gobierno recaudar más de 2 mil millones de dólares.

Otra razón, no menor, tal vez la más importante de todas las nombradas hasta ahora, tiene que ver con la emisión por parte del gobierno nacional de deuda emitida en pesos pero que ajusta según la cotización del dólar oficial. Ya vamos por un segundo tramo, por un equivalente de unos 800 millones de dólares, que se sumaría así al de hace unas dos semanas por otros 1.000 millones equivalentes en la misma moneda. Con esta deuda se logra un doble objetivo, se retiran pesos del mercado que eventualmente podrían ir a demandar dólares y al mismo tiempo se deja de pedir la ayuda financiera del Banco Central, que así no tiene que emitir esos pesos para atender el déficit operativo del estado.

La posibilidad de un arreglo con los bonistas que no participaron de ninguno de los canjes, más conocidos por el nombre de guerra de ¨fondos buitres¨, a partir de Enero 1, traen también ciertos aires de tranquilidad, ya que la resolución de este problema le permitiría a Argentina financiarse en dólares en el exterior, un maná del cielo para un gobierno que se quedó sin dólares y que hoy no tiene otra opción que cortar importaciones aun cuando con eso solo ayude a incrementar el parate de la economía, con sus consiguientes suspensiones y despidos.

Finalmente, la proximidad del cambio de gobierno no es un tema menor. El hecho de que estemos a días de comenzar el nuevo año mejora los ánimos y las expectativas de todos los agentes económicos que están esperando el final de este gobierno. Aunque no lo diga, la actual administración se molesta y mucho al darse cuenta de que son también muchos los que aparecen ahora dispuestos a considerar a Argentina como una opción de inversión, pero por otro lado tampoco desaprovecha la creciente calma que le llega hoy a cuenta del que lo pueda suceder mañana. Las tres principales opciones presidenciales, Scioli, Massa, y Macri son ciertamente vistas como superadoras por quienes tienen que invertir pensando en el largo plazo. Si la posibilidad de reelección de Cristina Kirchner fuera cierta, el desbarranco económico que hoy estamos viviendo no tendría final a la vista.

Pero no se puede tapar el sol con la mano. O como dicen otros por ahí, mantener un corcho bajo el agua es imposible, en el momento que se lo suelta, vuelve a la superficie. Esta es la dinámica que eventualmente va a prevalecer y que va a provocar nuevas depreciaciones en el peso, que de paso sea dicho es una de las monedas en el mundo que menos ha perdido valor frente al dólar este 2014 mientras el real brasileño fue uno de las que más lo hizo. Con una inflación que pisa el umbral del 40%, y que muestra cierta resistencia a desacelerarse aun en un contexto recesivo, es muy difícil mantener la moneda anclada cuando el resto de los países se pelea por depreciar las propias en la búsqueda de mayor competitividad y nivel de actividad.

Con el nuevo año, y mientras no se controle a la madre de todos los problemas que es la inflación, las presiones sobre el dólar deberían volver, y por consiguiente también una mayor presión a nivel precios. Es muy poco probable que este gobierno ponga en marcha un plan para controlar la emisión monetaria y la inflación. Aunque no nos guste escucharlo, esa inacción significa un peso más devaluado, salarios que pierdan poder adquisitivo, y una economía que no crece sino todo lo contrario. Todos problemas que le van a quedar al que siga. Vaya uno a saber con qué nivel de dólar se encontrará al que le toque el día que se haga cargo de la bomba activada que le están dejando.

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