Atención

Esta imágen puede herir
su sensibilidad

Ver foto

Compartir imagen

Agrandar imagen
Fueron de los grandes acontecimientos de mi niñez. Y parecían entonces un benigno desmadre. Ver los botes deslizarse arriba de la baranda de la costanera o pescar a unos pocos metros de la Plaza San Martín. No se escuchaba la palabra evacuados, o un chico no la percibía. Los incipientes cañadones que se abrían desde Colón estaban cubiertos de una vegetación lujuriosa, pródiga en culebras. Y les llegaba el agua. Los arroyos dejaban de ser benignos.

Creo que hubiera sido útil para la municipalidad haber conversado con los más viejos del pueblo y que estos señalaran los lugares donde habían visto el agua invasora cuando niños. La memoria del río supera la de una generación, y también la de dos. Se hubiera evitado así construir en zonas inundables. Y las siguientes pérdidas emocionales y materiales.

La literatura argentina comienza con una inundación y un matadero. "Sucedió pues en aquel tiempo, una lluvia muy copiosa. Los caminos se anegaron, los pantanos se pusieron a nado... Una tremenda avenida se precipitó de repente por el Riachuelo de Barracas, y extendió majestuosamente sus turbias aguas (...) El Plata creciendo embravecido empujó esas aguas que venían buscando su cauce y las hizo correr hinchadas por los campos..." Esa inundación puso en reposo el matadero, así como desató cantidad de rezos y plegarias y la iracundia de los predicadores. Pero cuando las aguas se retiraron, y quedó el barro, apareció la sangre. ("El matadero”. Esteban Echeverría / 1805-1851).

Muchos años más tarde, Ezequiel Martínez Estrada (1895-1965) no es mucho más benévolo en su cuento "La inundación”. Aquí, los habitantes de una pequeña población, cercados por las aguas, buscan refugio en la pequeña iglesia, el lugar más alto. Hacinados, hostigados por el temporal y las amenazas bíblicas, la acción llega a su clímax cuando los perros que habían dejado fuera, hambrientos y enloquecidos, logran entrar. Al final reaparecen nuevos nubarrones. Para algunos, este cuento es una metáfora del peronismo y lo asemejan, aún con temática y estilo tan diferente, a "Casa tomada" de Julio Cortázar.

A lo largo de 40 años, Silvina Bullrich (1915-1990) señaló en sus ficciones muchos de los problemas de la sociedad argentina. En "La creciente" mostró la lucha desigual entre un idealista que busca prevenir las periódicas inundaciones de "Ciudad" y las amodorradas e impuras fuerzas políticas.

"Ciudad" estaba construida al borde del río, pero no era un río compañero (...) Era un río independiente de la ciudad y en el que no pensaban nunca. Río olvidado, que cuando se hace presente lo hace con toda su furia. “Ciudad” se desintegra porque quiere desintegrarse (...) este es su anhelo más íntimo, el fracaso atrae como un abismo (…) Había un solo medio de salvar a “Ciudad”: conservarla adormecida y mediocre, pero los pueblos tienen la mala costumbre de moverse aún en sueños (...) preferimos el pretexto que nos da la inundación para no vernos obligados a las prolijidades del refinamiento, ni a la emulación de los demás países que nos desafían con su sola existencia y potencial (...) No lo olvide: es un pueblo con vocación de fracaso. El castigo injusto lo exime de responsabilidades. Al no hacer obras, la inundación hace surgir apetitos primarios, y en ese estado el hombre es más fácil de gobernar.

Y el consejo final de un hombre simple al idealista ingeniero fracasado: "No hay que permanecer nunca en un lugar donde se tiene razón (...) la venganza más frecuente, más monótona, de los pueblos contra sus profetas es convertirlos en objetos de burla, lo ridiculizarán, lo vejarán".

La inundación de La Plata, el 2 de abril del 2013, es y será un recuerdo doloroso para muchos. Se dieron la mano en esa catástrofe que sumó 89 muertos (o más) una lluvia torrencial (más de 300 mm. en 3 horas) y la incapacidad de sucesivos gobiernos de proteger a la población con una estructura de drenajes adecuada.

"Lo que el agua no encubrió", "El agua baja, las marcas quedan" y "Genealogía de una tragedia”, son tres de los títulos que guardan la memoria de lo ocurrido. Debe haber otros, uno de los más emotivos, adivino, es la antología de 76 poemas que evocan esa noche horrible. Se llama "La Plata Spoon River", un título que refiere a un famoso poemario norteamericano, en el que los poemas son los epitafios de las tumbas de un pequeño pueblo. No leí el libro de los poetas platenses, pero sé de estos versos:

"Se podría evitar/mi muerte. Lástima/morir así, remueve/la confianza"

"Aguas y perro, mujer/bajo los muebles viendo/toda la casa un río/mordido por lo negro"

En marzo de este año tendrá lugar el juicio oral a aquellos que fueron responsables de la desidia gubernamental, o contratista, desidia que viene de tan lejos, que a muchos debe haberlos llevado otra marejada.

(En cine, Fernando Birri filmó en 1962 una película muy aclamada: "Los inundados”. Está disponible, completa, en YouTube).
Fuente: El Entre Ríos (edición impresa)

Enviá tu comentario