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Resulta claro el intento, tanto reprochable como inútil, de tratar de disimular la manera catastrófica en que resulta vapuleado en nuestro país, y también entre nosotros, el turismo. No solo como momento de disfrute, sino como actividad económica. Una circunstancia que de tantas formas la vemos marcando en estos tiempos nuestra vida, frente a la cual, si bien son explicables los intentos de mantener viva a la esperanza, resultan no solo inexplicables si no de grave entidad, los intentos oficiales de disimular la situación, tratando de mostrar de una manera muy menguada sus efectos.

Cierto es que la caída de la actividad es en nuestro país despareja, pero de cualquier manera esa disparidad solo sirve para medir la intensidad de una única crisis. A una descripción severamente contundente acerca de esa situación dramática es a la que se ha referido en una declaración reciente la Cámara Entrerriana de Turismo (CET-). Es que en ella se expresa, por una parte su “preocupación” por “la caída de la actividad en Entre Ríos, a lo que se suma por la otra lo que describe como “el intento de la Secretaría de Turismo de disimular ese fracaso con números incorrectos”. A los que, como si con eso no bastara, suma “la indiferencia e inacción de las autoridades”. En relación a una circunstancia que impide que no pueda aludirse a una distorsión manipuladora de la información –que resulta inadmisible y que debiera ser materia de sanción a sus autores- se alude a una presentación por lo menos equivoca del nivel de actividad, y ms concretamente de la ocupación hotelera, partiendo de no computar- de entrada no más- por razones de seguridad sanitaria, se partió de una reducción a la mitad de la oferta hotelera.

Y como consecuencia de ello resulta claro que afirmar que en un determinado lugar la ocupación hotelera es, para dar un ejemplo, del 30%, cuando en realidad sería del 15 %, si se partiera del 100 % de la oferta disponible, y no del 50 % de esa cantidad, a lo que como se ha indicado ha quedado, por imposición gubernamental, reducida. Habría que decir algo similar de las cifras que en la materia, y sobre todo respecto al número de visitantes a cada localidad que emiten las oficinas municipales de turismo, ya que la información que importa, es la de los datos de la actual temporada estival, comparados con fechas iguales de años anteriores que puedan considerarse normales. Es decir temporadas no afectadas por la incidencia de factores azarosos, como en el caso de crecientes prolongadas del río, para poder medir de una manera más acabada la magnitud del desbarranque.

Lo que es de lamentar es que en su comunicado la mencionada entidad no haya hecho públicas en su momento las propuestas no admitidas que efectúo a los poderes públicos. Entretanto consideramos que como “medida paliativa” debería concederse al sector un “jubileo tributario” en todos los niveles del Estado, como primer paso del enfoque que merece el problema.

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