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El hijo de Donald Trump
El hijo de Donald Trump
El hijo de Donald Trump
Ulán Bator es la capital del Estado asiático de Mongolia. Y según un viajero frecuente “la ciudad más rara que he visto en mi vida y también de las más feas”. Juicio, el contenido en la contundente afirmación previa en su relato, acerca de la primera vez que llegó a esa ciudad.

En esa crónica nos dice que “a cada paso que dábamos nos íbamos ratificando sobre esta impresión y la sensación era cada vez más desoladora. Edificios de pisos antiguos que se caían a cachos, jardines pequeños con apenas hierba, columpios oxidados y vacíos de niños… Poco a poco se están levantando mastodónticos edificios que contrastan con los de la periferia de la ciudad”.

Al seguir leyendo la misma crónica nos encontramos con que dice que al deambular por la ciudad, “vimos un parque que a priori parecía una zona verdosa y animada, y salvo en una parte donde hay un pequeño parque de atracciones, el resto de jardín (la mayoría) parecía haber sufrido un ataque nuclear. Árboles quemados y troncos en medio del camino, latas de bebidas por el suelo que del tiempo que llevan tiradas ya no se diferenciaba de qué eran y una fuente en el medio del parque sin una gota de agua. De verdad, un auténtico desastre.”

Debemos confesar que es difícil, sino casi imposible, imaginar a alguien que tenga en mente viajar a esa ciudad. Algo en lo que coincidirán seguramente en forma, hasta unánime, nuestros lectores. Circunstancia la señalada, que cabe pueda llevarlos a preguntarse cuál es esa súbita muestra de atención por ella, incluyendo al país de la que es capital.

Una primera aproximación a una respuesta sobre ese hipotético interrogante, se la encuentra en la circunstancia que no hace de esto mucho tiempo del momento de esta relación, Donald Trump Jr., o sea el hijo mayor del pintoresco presidente actual de los Estados Unidos, viajó a esa ciudad, en la que inclusive tuvo ocasión de mantener una reunión con el jefe de estado de aquel país.

Claro está que el interés de su viaje no residía en conocer esa ciudad, ni tampoco su presidente Jaltma Battulga, ya que la entrevista a la que acabamos de aludir, fue meramente protocolar; algo que por otra parte no podía ser de otra manera, ya que él a diferencia de su hermana no es funcionario del gobierno estadounidense.

En tanto el verdadero interés de su viaje consistía, a decir verdad, en una “excursión” a las montañas de ese país –los diarios estadounidenses hablaron exagerando como de “expedición”- el año pasado para cazar carneros argali, una especie que alguien se encarga de destacar que se encuentra en extinción, y que sus ejemplares que dibujan un extraño rulo, nada tienen que ver con los nuestros.

Por nuestra parte no tenemos ningún interés en incursionar ni en las habilidades ni las proezas cinegéticas del joven Trump, sino de hacer referencia a la información según la cual, aunque el viaje fue pagado con su propio dinero, la ONG Ciudadanos por la Responsabilidad y la Ética en Washington (Crew, por sus siglas en inglés) detectó que hubo un gasto de poco más de US$75.000 para los contribuyentes de EE.UU.

La oficina de Trump Jr. le dijo a la cadena CNN que el viaje de ocho días en agosto de 2019 fue pagado con recursos propios, con la excepción de la seguridad. La misma cadena fue por la misma fuente informada que el nombrado no es funcionario en el gobierno de su padre, pero sí recibe protección de seguridad federal, ya que el uso de la seguridad del Servicio Secreto es opcional para la familia presidencial.

Ello llevó a la ONG citada a efectuar una declaración ampliatoria, en la que consideraba correcta esa aclaración, aunque sin dejar de señalar que su interés sobre el tema, “era consecuencia de considerar que los contribuyentes merecen saber cuánto están pagando para facilitar su búsqueda de trofeos y las interacciones con los principales donantes políticos y líderes extranjeros".

Es así como a través de dos solicitudes de información pública, Crew determinó que el costo exacto del viaje para los contribuyentes fue de US$ 76.859,36. Sobre la primera petición, fue informado de que se habían gastado US$ 17.000, lo cual consideró la ONG "insuficiente" porque no incluía los costos de vuelo ni la logística para la reunión con el presidente mongol. La segunda respuesta añadió unos US$ 60.000.

Pero Crew no quedó todavía conforme. Es así que en la actualidad investiga otros aspectos del viaje, como “si el Departamento de Estado estuvo involucrado, o si el Departamento de Seguridad Nacional otorgó un permiso para traer los animales cazados a Estados Unidos”.

La atención que esa organización presta al tema en el caso especial del actual presidente estadounidense y su “familia imperial” –como se la suele describir- es consecuencia de la circunstancia que la familia Trump hace más viajes que la familia Obama (2009-2017), con la que se la compara. Y destaca que la familia Trump agota más rápido el presupuesto del Servicio Secreto al realizar un promedio de 1000 viajes más por año que la familia presidencial anterior, entre los cuales, muchos –si no la mayoría- son viajes solo de placer.

Es por eso que Crew no deja de destacar que “este viaje (el de Trump hijo) es solo un ejemplo de los gastos en los que la familia Trump está incurriendo con los contribuyentes estadounidenses, y si solo uno de los viajes de caza de trofeos de Don Jr. cuesta más de US$ 75.000, es asombroso pensar qué tan alto debe ser el total de las facturas".

Si nos hemos detenido en la anterior larga relación, no es por esa curiosidad malsana que lleva a colgarse de cualquier habladuría, ya que con los problemas que aquí tenemos, y los que están vinculados con los pasos no siempre acertados de nuestros gobernantes, nos alcanza y sobra.

Sino dado el hecho, que estamos inquietos por el deterioro de lo que se conoce como “austeridad republicana”, no solo en nuestro país, sino también en la mayor parte del mundo, lo que ha llevado a que en muchos lugares se ve a los presidentes transformados en una suerte de “monarcas vitalicios” – sin perjuicio del hecho que algunos hasta pretenden arrogarse el poder de designar a un familiar suyo para sucederlo- con su familia que se comporta como si fuera una “familia real”.

De allí que resultaría de interés público que algunas de esas organizaciones interesadas en atender a cuestiones de bien público, incluyeran en sus objetivos, tomar a su cargo prestar atención vigilante a ese tipo de gastos, y darlos periódicamente a conocer.

Ya que no solo se trata de educar al pueblo en cuanto “soberano”, sino hacerlo con los que gobiernan, a los que tantas veces se los ve tentados de comportarse de esa forma.

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