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El desembarco de Sergio Massa en el Ministerio de Economía ampliado, con Agricultura y Producción bajo su órbita, tiene, como casi todo lo que ocurre en nuestro país, ribetes que van de la caricatura al cómic fantástico.

De caricatura tiene las formas. Que la exministro de Economía se enterara de su salida en el avión que la regresa de reuniones con el FMI, o que el exembajador en Brasil sea el nuevo embajador en Brasil, o que el presidente del Banco Nación tuviera que improvisar un discurso tras enterarse por WhatsApp que la exministro de Economía lo reemplazaba, entre otros cuentos menores, son viñetas de una historieta grotesca de nuestra actualidad. La parte buena de la historieta que el Frente de Todos pone en lo ambiental: lo descartado se recicla.

De cómic tiene los adjetivos: “superministro”, “superpoderes”. ¿Hasta dónde llega lo súper? Un superhéroe lograría eliminar el déficit fiscal, acabar con la emisión monetaria sin respaldo, terminar con los controles de cambio que tantas distorsiones generan y doblegar la espiral inflacionaria, para encauzarnos en un sendero de crecimiento sostenido y equilibrado. Del superhéroe que nos toca, quizás debamos conformarnos con actos más mundanos, cada uno de los cuales probablemente demande del aval del kirchnerismo, habitualmente más propenso a pisar la capa de los superhéroes que a dejarlos encarar un ajuste fiscal.

El otro adjetivo que hace al cómic es el de “pragmático”, muy utilizado por consultores y periodistas de opinión para describir a Massa. Si al pragmatismo lo entendemos como la capacidad de adaptación, no cabe duda de que el adjetivo es apropiado. Massa ha sabido moverse como opositor del kirchnerismo en las urnas y ultra crítico de sus líderes en los medios, pero también ha sido parte de sus gobiernos y aliado fiel en el Congreso. Adaptable es, sin dudas. Si por pragmático se entiende más los que el diccionario de la RAE describe como “preferencia por lo práctico o útil”, entendido como lo que el FMI o los mercados financieros esperan para cambiar las expectativas, haríamos bien en mantener el signo de interrogación abierto.

No está del todo claro cuál fue el disparador de los cambios que tuvo el Gabinete esta semana. En el mercado financiero, que vive con los nervios de punta, se supone que fue la disparada del dólar paralelo, la suba de las tasas de interés, el engendro del dólar-soja y, sobre todo, la inevitable mala noticia que supondrá un índice de inflación de julio que casi nadie espera que sea menor a 7%. ¿Fue suficiente para provocar el desaguisado de dar salida a Batakis casi en simultáneo con su reunión con el FMI? ¡Qué difícil es ser acreedor de Argentina! En el FMI dudaban de los números; ahora dudan, incluso, de la existencia de sus interlocutores.

Una mirada desde la política, por el contrario, parecería explicar la salida de Batakis a partir de su estrategia para bajar el gasto cargando el ajuste sobre las transferencias a las provincias, en beneficio de la Nación. Esta mirada explica que catorce gobernadores se reunieran de urgencia con el Presidente e impulsaran los cambios. Con la guita no se juega. Está claro que Massa no la tendrá fácil para hacer un ajuste: faltan voluntarios que quieran ceder fondos.

En rigor de verdad, si Massa viene a hacer un ajuste a la medida del FMI, algo que quizás acabe siendo inevitable, podríamos haber dejado a Guzmán o a Batakis en el cargo y dejar que alguno de ellos hiciera lo que querían hacer. Cualquiera que ocupe la silla de Ministro de Economía, tras mirar por encima las cifras fiscales, monetarias y cambiarias, recomendaría hacer eso mismo. No va a ser suficiente con medidas financieras y cambiarias. Guzmán y Batakis se fueron por intentar ajustar los gastos. Veremos si súper-Sergio también lo intenta, o si viene con otros planes. Y si lo intenta, habrá que ver si lo logra.

Para que el adjetivo “super” le calce a Massa deberíamos escuchar qué tienen para decir la Vicepresidente, su hijo o alguien de su círculo íntimo acerca de lo que pasó entre jueves y viernes. En cierta medida, los cambios los dejaron fuera de foco, pero siempre se han recuperado de los golpes. Lo útil, sabemos, colisiona con la ideología del kirchnerismo. Cantar victoria como lo hicieron los mercados esta semana podría ser prematuro.

Sea lo que fuere que nos depare el destino, acumulamos titulares, pero pocas sorpresas. La historia argentina ha devenido una historieta de enredos en que cada cual atiende su juego y que siempre se repite. En esta viñeta, Sergio Massa, “súper-Sergio”, ha manejado los hilos de la política y los medios con habilidad, para llegar a un lugar desde el cual jugarse tal vez una última carta a mejorar su pésima imagen pública.

Si ser pragmático supone agradar a los mercados y al kirchnerismo al mismo tiempo, necesitará más superpoderes que los que hasta ahora parece haberse procurado.
Fuente: El Entre Ríos

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