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Me lo contó mi vecina. Que tiene una hija estudiando en Paraná en la “facu” de Ciencias de la Educación de la Universidad Nacional de Entre Ríos (Uner).

Se quejaba que “la chica” está complicada porque esa casa, que se supone de estudios, está “tomada”, aunque ella no sabe las razones, no obstante me dijo que en definitiva la culpa de lo que pasaba la tenía el FMI (Fondo Monetario Internacional), que como nadie ignora no se dedica a otra cosa que a exprimir a los países pobres.

Así al menos opina mi vecina. La que agregó que en “la facu” el lío se hizo más grande porque no dejaron votar a un grupo de profesores y alumnos que participaban en la toma pero querían levantarla.

Una toma más. Tomas por todas partes. Aunque hay tomas y tomas. En el caso de Paraná, según dice mi tío, después de rezongar por el estado de la educación en nuestro país, que atribuye en grandísima medida precisamente a los licenciados en “la ciencia” que se ocupa de ella, se trata de un caso distinto al de la toma, que por otra parte ya terminó, del edificio del Ministerio de Economía de La Plata por parte, me dice, de personas que nada tenían que hacer en ese lugar. Los que entraron como quisieron y se fueron cuando les dio la ganas.

Y así siguió la perorata volviendo con una permanente cantinela suya en la que se afirma que “Dios ayuda a los malos, cuando son más que los buenos”. Claro está, pensé para mis adentros, cuidándome de interrumpirlo: ¿será buena María Eugenia? Mientras él me siguió diciendo que el caso de la facultad de Paraná -el no habla nunca de “facu”, porque es muy estirado- lo que hubo no fue otra cosa que “una huelga, con ocupación del territorio propio”.

Como hacían agregó mandándose la parte, porque a veces se pone un poco pedante, que es parecido a lo que hacían los anarquistas catalanes en Barcelona, donde los obreros durante la guerra civil española las ocupaban, echaban a los patrones, y pasaban a autogestionarlas.

Aquí se me encendió la lamparita, porque me gustaron dos cosas que escuché. Lo de “territorio propio”, que en el caso de los obreros es la fábrica donde laburan y en el caso de los estudiantes es el lugar donde dicen que van a aprender, o sea las escuelas de diversas clases y niveles. También lo de “autogestión”, que no quiere decir otra cosa que cada cual se manda.

De allí, como en un refucilo, pasé a lo que me pareció la solución para ese lío de los paros y tomas repetidos, la que consiste en que cada escuela, cada colegio, cada facultad, se “autogestione”, de manera que se acabaran las huelgas y las tomas, porque a partir de ese momento los estudiantes y maestros y profesores, pasan a hacer suyo el establecimiento que cada grupo “autogestiona”.

Fue allí cuando me asusté. Porque se me presentó la alerta de que había ido demasiado lejos, y que mi idea sonaba a “despelote”. Lo cual debí admitir que era cierto, aunque al mismo tiempo me pregunté si ya la educación no es aquí y ahora “un despelote”.
Fuente: El Entre Ríos (edición impresa)

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