Atención

Esta imágen puede herir
su sensibilidad

Ver foto

Compartir imagen

Agrandar imagen
Viejas y nuevas notas de El Entre Ríos que nos muestran el presente como un pasado inacabado

La primera o segunda de las columnas que para este medio escribí, no era otra que una nota en la que se señalaba una situación que cabría considerar la presencia de un acto de corrupción continuado, en cuanto era en varias secuencias. El mismo no era otra cosa que la presencia de contrataciones de las municipalidades con la empresa Relevamientos Catastrales S.A. cuyo objeto era actualizar los catastros de cada municipalidad que aceptaran ese ofrecimiento contractual (como se verá era leonino), para efectuar esa tarea.

Por Rocinante

Labor que, por añadidura, llevaban a cabo valiéndose de la base de datos que en la materia contaba el gobierno provincial y que había llegado a manos de aquélla vaya a saber por qué circunstancia poco clara.

De donde se asistía a la maravilla, de que por un trabajo que no lo era, y de serlo costaba poco esfuerzo, la ganancia obtenida no era precisamente magra, ya que consistía en el monto de una cifra estrafalaria, que resultaba de fijarse en función del porcentaje que haría posible el revalúo inmobiliario en el importe a recaudar, después de ese trabajo revaluatorio y lo que hasta ese momento se cobraba.

Debe quedar bien claro que no estamos efectuando ninguna imputación de connivencia entre autoridades municipales con la empresa indicada, la que fue recorriendo municipalidades, supuesta y verosímilmente con la recomendación de alguien del gobierno provincial.

En tanto en una nota aparecida en este mismo medio (Departamentos en dólares y viajes al Caribe: los pagos de Cardona Herreros a nombre de Urribarri, por Adrián Pino. El Entre Ríos 10 de octubre 2019) pareciera dejarse más que entrever la existencia de una maniobra de este tipo, que de esa manera salía a la luz entre nosotros, y que estaría vinculada a la estrecha relación entre el ex gobernador Urribarri y un fuerte empresario todo terreno de nacionalidad paraguaya, denunia que de confirmarse mediante una condena judicial vendría a dejar en claro la verdad que se oculta detrás de aquello de que Dios los cría y ellos se juntan.

Dado lo cual se hace necesario señalar, y haciéndolo con el objeto exclusivo de señalar un hecho, que la primera sospecha de una notitia criminis difundida por este medio, la misma no haya merecido una aclaración de las autoridades municipalidades, en especial por los concejales opositores, y legisladores, y no se haya abierto un sumario en sede judicial para dejar establecidos los hechos, y en el caso de encontrarse un comportamiento que cabría considerar delito, se hicieran las imputaciones del caso.

Es por eso que espero que la segunda nota de otro caso, formulada por Adrián Pino y más arriba indicada, tenga mejor suerte.

Hasta la resignación nos transformamos tantas veces sin quererlo en encubridores inocentes (si es que cabe ese calificativo) de maniobras como la señalada. Y que una de las frases que más puede escucharse entre nosotros, sobre todo como cierre de una conversación amistosa en que afloran puntos de vista contrapuestos sea un concluyente es lo que hay…
Las recetas de Gabriel Zaid para combatir la corrupción
Como una cosa lleva a la otra, me parece adecuado recurrir a las recomendaciones que en la materia da el reconocido escritor y periodista mexicano, que viviendo donde vive, donde el grado de corrupción en la sociedad es aún mayor que el que se ha hecho presente entre nosotros, sabe de estas cosas, aunque lamentablemente no ha logrado que se ponga en práctica; circunstancia que no impide que siga sin cejar en el empeño.

Esto es lo que nos propone nuestro amigo, porque asi es que quisiéramos que nos considerara, por las coincidencias que no solo en este tema sino también en otros,encuentro en nuestra manera de pensar.

Es que para combatir la corrupción, dice Gabriel Zaid en su libro “El poder corrompe”, hay que centrarse en los frentes más visibles y con efecto multiplicador.

Es así como reclama:

*Meter a la cárcel a más gobernadores corruptos y usar ese entrenamiento para seguir con los expresidentes.

*Crear un portal obligatorio de currículos oficiales con sus tres declaraciones (de ingresos, patrimonio y conflictos de interés) de todos los altos funcionarios públicos. Paralelamente, crear agencias no gubernamentales encargadas de verificar los datos (mentiras, exageraciones, omisiones, errores).

*Establecer una base de datos en la web (con buscador tipo Google) donde, al momento de girar un pago federal, aparezca su registro, con todos los datos de la póliza contable.

*Crear una base de noticias de prensa sobre corrupción, clasificadas por ciudades, secretarías, cámaras legislativas, tribunales, gobernaciones, alcaldías, organismos, empresas, etcétera.

*Publicar un catálogo general de mordidas, por dependencia y trámite, sin fechas, lugares ni personas. En una versión más avanzada, incluir montos.

*Crear un centro de llamadas (anunciado como Corruptel) para recibir denuncias anónimas de corrupción en un teléfono 01 800 desde la calle. Clasificarlas y acumularlas (sin nombres de personas) en una base de datos de acceso restringido a gestores registrados (periódicos, asociaciones, investigadores) para que las investiguen.

*Bufetes no gubernamentales de penalistas que revisen técnicamente las averiguaciones previas de cada agente del ministerio público federal y las sentencias de cada juez, para alertar sobre los ineptos o corruptos. Extender el análisis a los estados.

*Certificación extranjera (no contratada por la Secretaría de Gobernación) sobre las cárceles que funcionan sin corrupción.

*Bufetes no gubernamentales que perfilen demandas de incumplimiento de promesas públicas de candidatos y funcionarios.

*Crear un portal a donde puedan subirse fotos y videos de policías de tránsito recibiendo mordidas.

*Que los notarios no puedan dar fe de transacciones cubiertas en efectivo. Y documenten los otros medios de pago en compraventas, contrataciones, aportaciones de capital, etcétera.

*Eliminar credenciales innecesarias: la de automovilista, que solo sirve para extorsionar, la credencial de elector es suficiente y puede servir también como tarjeta de débito para que los bancos paguen los apoyos en efectivo del gobierno a los adultos mayores.

*Lanzar ruidosamente la celebración de un Día Sin Mordidas.

*Organizar concursos y debates entre estudiantes sobre cómo acabar con la corrupción.

*Agencias no gubernamentales que señalen discrepancias de las cifras oficiales (números, fechas, sustento, referencias) en informes, declaraciones y publicaciones.
¿La corrupción tiene remedio?
Ignoro si Zaid es un esperazando o un optimista, más allá de que sea un consistente pensador y un persistente batallador por las causas públicas. De cualquier manera el recetario que da en la materia, mas allá de cualesquiera fueran sus propósitos, solo hace posible en mi opinión acotar la corrupción, pero no eliminarla totalmente. Algo que exigiría cambios sociales institucionales más profundos, pero que de cualquier manera no la erradicarían totalmente, dado que como habrá seguramente enseñado algún teólogo medieval, y se repite hasta el presente los hombres son seres humanos maravillosos, pero de cualquier manera no son seres impolutos como es el caso de los ángeles (acoto: da la impresión de que los ángeles pueden ellos dejar de ser impolutos ya que de otra forma no se explicaría la rebelión de Luzbel contra Dios, que lo habría convertido en Lucifer).

Mientras tanto, si se repasan con detenimiento las medidas de difícil sanción, dado que en mayor o menor grado el estado está infectado por la corrupción y medidas como las que se proponen vendrían a chocar con reprobables intereses, podemos dividir las acciones propuestas en tres grandes grupos.

El primero de ellos tiene que ver con hacer transparente la actuación de los funcionarios (así, para ejemplificar, la de crear un portal obligatorio de currículos oficiales con sus tres declaraciones (de ingresos, patrimonio y conflictos de interés) y la conformación de bases de datos con diversos tipos de información y con distintos niveles de personas con posibilidad de acceder a ello.

Otro que implica el reforzamiento de los mecanismos de control con la contratación de Estudios jurídicos (bufetes no gubernamentales de penalistas que revisen técnicamente las averiguaciones previas de cada agente del ministerio público federal y las sentencias de cada juez, para alertar sobre los ineptos o corruptos). Recuérdese el caso de la sentencia írrita por la que el juez Oyarbide sobreseyó en forma exprés al matrimonio Kirchner en una causa que se le seguía por enriquecimiento ilícito, y las numerosas causas que duermen en tribunales esperando se cumplan los plazos de prescripción penal) o la habilitación de una línea telefónica destinada a recibir denuncias anónimas de actos de corrupción (Acoto: inspeccionar la labor de los jueces me parece estupendo, inclusive que el mismo sea extra gubernamental, pero curados de espanto como estamos, no puedo menos que preguntarme acerca de ¿quién controla a los controladores?)

Por último, una tercera categoría de propuestas consiste en aplicar diversas suertes de vacunas con el objeto de que la ciudadanía manifieste un rechazo y a la vez una reacción inmediata impuesta que quede de la existencia de un acto de corrupción. (Viene al caso aludir a una anécdota, en la que el único miembro de una sociedad que era discriminado era el que encontraba enfermos de incorrupción).O sea, crear conciencia de que la corrupción pública es más perversamente dañina que la peor de las adicciones. De allí la serie de medidas de naturaleza educativa propuestas para crear conciencia. De la que no dejó de provocarme cierta gracia la institución del Día de la Mordida. Nada se dice si esa fecha es una jornada no laborable, cosa que sería peligroso en aquellas sociedades en las que las mordidas, y no una sola, es cosa de todos los días, dado lo cual en ellas no estaría claro si se lo haría vituperando o celebrando.
De lo que se trata, en síntesis
Ni afirmación, ni pregunta. La cuestión pasa por hacer a la corrupción lo más difícil posible, tratar de esa manera de acotarla.

La transparencia gubernamental, contraria a la opacidad de la que es amiga por su naturaleza intrínseca, ayuda pero no basta por si sola. Al fin y al cabo lo que con ella se consigue es estar informado de la manera cómo actúan los que nos gobiernan pero con ello no basta.

Los controles son indispensables, sobre todo para corroborar la autenticidad de la información (la información puede dibujarse) y para que al procesarla y digerirla, la resuma de una manera escueta y sobre todo que cualquiera la puede entender y de esa manera poder formarse un juicio propio a su respecto.

Pero lo más importante de todo es lograr subir el umbral de tolerancia a la corrupción a una altura tal que se vuelva la misma insoportable para la gran mayoría de quienes integran la sociedad.

Cabe recordar que existen personas que no soportan vivir sin el baño diario, o la prolongada mateada de la mañana. O que no toleran ver la cabeza de alguno de sus hijos llena de piojos. Pues se debe llegar a un estado de cosas en que vivir en medio de la corrupción se vuelva insoportable. Que la condena social sea para el que corrompe o acepta ser corrompido, y no para quien no acepta comportarse en una de esas dos formas, tal cual era el caso de la persona de ficción que más arriba mencionaba.

Nuestra sociedad acusa un bajísimo umbral de tolerancia a la corrupción, que hace que miremos los actos de corrupción como algo casi natural, e inclusive en casos extremos con cierta envidia (es cuando se hace presente la pregunta acerca del porqué él cuenta con la oportunidad, de la que yo carezco). Circunstancia que no hace otra cosa que ante esa situación demos la impresión que estamos con los brazos caídos.
Anexo: una explicación nada convencional acerca de la tolerancia social frente a la corrupción
Existe una teoría, nada convencional como acabo de indicar, por la cual se viene a exculpar a todos aquellos que toleran la corrupción ajena de forma pasiva, e incluso no la consideran como una transgresión reprobable.

Por lo que he podido intepretar y tratándolo de volcar aquí en forma sucinta, ese tipo de comportamientos es consecuencia del hecho que la corrupción es un proceso que se realimenta permanentemente, dado lo cual es imposible frenarlo, porque no queda otra cosa que resignarse a convivir con ella.

De donde la frase aquella que reclamaba que se vayan todos (y todas), cabe desentrañarla en verdad diciendo que se pudra todo, más de lo que está hasta que la pudrición acabe también con los pudridores”.

Mientras tanto, independientemente de la validez que se pueda asignar a esta interpretación, que viene a sugerir una suerte de suicidio colectivo, creo que queda claro que mi postura, que espero sea compartida por un número cada vez mayor de compatriotas, es precisamente la inversa.
Fuente: El Entre Ríos Edición Impresa

Enviá tu comentario