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El Kimchi tiene su día nacional...
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Esa peregrina idea que se nos ocurre tiene mucho de disparatada. Fue la inesperada consecuencia de una conversación mantenida entre miembros de nuestra “mesa de trabajo”. Todo comenzó cuando se le escuchó decir a uno de sus integrantes que sabía de un “loco lindo” que tenía la intención de organizar un acto, en el mismo lugar de la desidia, en conmemoración de la circunstancia -para él al menos memorable- de cumplirse el 1 de noviembre próximo, diez años de un momento desagradable que le tocó vivir aquel día, y que todavía sigue padeciendo de manera recurrente.

Se trata del momento en que, utilizando el acceso desde la autovía Artigas –ex ruta 14-, casi al salir del mismo para tomar la ruta 39 en dirección a Rocamora, se topó con varios pozos en la carpeta asfáltica, que a la fecha siguen sin reparación. Aunque frente a su existencia, que parece ser “in aeternum”, se ha vuelto precavido cuando en el itinerario que habitualmente recorre, camino a Rocamora, se sigue encontrando con ellos.

Se trata indudablemente de una experiencia que no solo es suya, sino que otros sufren también en algún momento al circular por la geografía de nuestra provincia, no solo en rutas sino también en las calles de las localidades que en esa misma geografía se puede encontrar. Resulta indudable que nos encontramos aquí con una aplicación extensiva de la regla de que el hombre es el único animal con aptitud para chocar más de una vez con la misma piedra, dado que también somos los seres humanos los únicos que esta vez, casi con seguridad, vamos a enfrentar el mismo pozo…

Enterados de esa circunstancia, se encendió un debate en nuestra “Mesa de Redacción”, cuando uno de los presentes planteó que además de conmemoraciones como esa, se debería homenajear a la infinidad de transeúntes anónimos, que dan muestras de buena voluntad colocando un adminículo cualquiera –por lo general un palo con un trapo como bandera- señalando la presencia de un agujero en la carpeta que cubre una alcantarilla.

No es extraño que, a partir de allí, terciaran quienes vieran despintadas o sucias las puertas de acceso a algún hospital o escuela, ante la indiferencia de quienes tienen que ocuparse de terminar con esa situación. Pero “el broche de oro” del intercambio de anécdotas de este tipo, la dio uno de los partícipes del mismo, cuando dijo que, haciendo uso de esa figura de la democracia semidirecta que es “la iniciativa popular”, se debería propiciar la sanción de leyes u ordenanzas por las que se creen “secretarías – con rango ministerial- de mantenimiento de los bienes públicos”, en las respectivas jurisdicciones nacional, provincial y municipal.

En abono de su ocurrencia, señaló que no le haría daño alguno, “una mancha más al tigre”, en alusión a los frondosos organigramas – que aparentan ser la planimetría de un bosque-, en los que todos ellos dando cuenta de nombres imaginativos, se asiste a la indicación de la existencia de gran cantidad de ministros, secretarios, subsecretarios, directores, subdirectores, coordinadores y vice administradores, directores y subdirectores y administradores de organismos descentralizados. Sin computar a la secretaria privada del mandamás de cada estructura, que de modo casi invariable viene a caracterizarse por su integración con inclinación al nepotismo, explicada invariablemente por “la necesidad de tener a mi lado personas de absoluta confianza”, como ser cónyuges, hermanos, cuñados o hijos y sobrinos.

Y en su enfervorizado alegato explicó que el Secretario de Mantenimiento no solo pasaría a ser responsable del estado impecable de conservación de todos los bienes del dominio público o privado estatal dentro de cada ámbito específico, sino que inclusive tendría la facultad de vetar toda obra nueva, mientras los otros bienes no contaran con los recursos financieros necesarios para poder cumplir con esas tareas de mantenimiento en forma adecuada. Una propuesta, que por nuestra parte, consideramos más disparatada que la de la conmemoración señalada al principio.

Claro está que, después del hecho de ver a la Cámara de Senadores de la Nación destinar su primera sesión presencial, luego de la declaración por decreto del fin de la pandemia, a aprobar la institución del “Día Nacional del kimchi”, una popular comida surcoreana, la que, según nos cuentan, tiene un parecido con el chucrut -pero mucho más picante-, ya nada puede sorprendernos.
Fuente: El Entre Ríos

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