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Deseo agradecer a todos los lectores de la columna anterior “LA ARGENTINA ME DUELE” por los comentarios que enviaron así como también por las muchas preguntas que recibí, en su mayoría relacionadas a como se puede resolver o salir del escenario descripto.

Lamentablemente no tengo una respuesta a esas preguntas que impliquen una alternativa de solución. La situación en la que nos encontramos en nuestro país no es consecuencia de un pasado reciente sino de décadas de malas gestiones que han ido construyendo una cultura más vinculada a los intereses individuales que a los vinculados al bienestar general.

El permanente deterioro de las instituciones que deberían representar y defender el interés común ha sido y es dramático, las corporaciones empresarias, los sindicatos, la justicia, la educación,los sistemas de salud, son medios para la corrupción y el narcotráfico, queademás encuentran en la pobreza y las necesidades básicas no cubiertas el ámbito más adecuado para espurios intereses.

Bien expresaba el sociólogo Max Weber que quien hace política aspira al poder; al poder como medio para la consecución de otros objetivos o fines, o al poder por el poder mismo, para disfrutar del sentimiento de prestigio y reconocimiento que da.

También planteaba que hay dos formas de hacer de la política una profesión
“O SE VIVE PARA LA POLITICA O SE VIVE DE LA POLITICA”

Quien vive PARA la política hace de esa decisión su sentido de vida poniéndola al servicio de los otros en una visión general, por el contrario quien vive DE la política lo hace casi exclusivamente en el sentidoeconómico y de poder para lo cual el fin siempre justifica los medios, de allí entre otras cosas el espacio para la corrupción y elnarcotráfico.

Esta sutil diferencia ha sido significativa en la construcción de los tiempos que estamos transitando, gran parte de la conducción o liderazgos políticos representaron y representan la segunda alternativa, es decir vivir DE la política, las ambiciones no tienen límites y la necesidad de permanencia eterna es el mayor desafío.

La ignorancia y la dependencia económica anulan un derecho humano básico como lo es el ejercicio de la libertad, de ser libre.

Hay libertad cuando el individuo puede actuar sin coacción y opresión por parte de otros. En nuestro país este derecho se ha ido diluyendo como consecuencia de los liderazgos egoístas y en forma paralela se haconstruido un profundo sentimiento de desconfianza e incredulidad, insospechadas en una sociedad sana.

Uno de los principios del liderazgo como profesión se refiere a la necesidad de construir un espacio de confianza mutua para crear el ámbito motivacional que facilite la definición y consecución de objetivos comunes, en nuestro caso sería para alcanzar un mejor bienestar general.

Generar ese espacio de credibilidad y confianza tal vez comience a ser parte de una posible solución a nuestra triste realidad.

Me permitiré utilizar varios conceptos desarrollados por el Licenciado Miguel Ritter en su libro “El valor del Capital Reputacional” que si bien está orientado a la dirigencia empresaria también se puede aplicar a la dirigencia política

Para construir confianza se debe actuar con sinceridad, asumir a la transparencia como un valor permanente en la conducta diaria, admitiendo y reconociendo los errores cometidos y no como acontece con frecuencia, culpando a la gestión anterior!!!

No imagino al responsable máximo de una organización privada justificando su incapacidad de gestión diciendo a los accionistas que es culpa de su antecesor, pues la respuesta que recibiría sería “justamente por eso fue designado, para resolver los problemas no para describirnos el por qué no”.

“Cuando las personas se sienten incomodas bajo la brillante luz del escrutinio y la crítica, a menudo tienen algo que ocultar”Louis Brandeis

Recuerdo que un ex Presidente alguna vez confesó “si en la campaña preelectoral hubiese dicho lo que iba a hacer nadie me habría votado”.

Cuánto daño a la credibilidad y en consecuencia a la confianza. De estos ejemplos y de personajes similares los archivos son contundentes, lo alarmante es que a pesar de los registros que la evolución tecnológica permite recoger y guardar todavía se siguen cometiendo.

Se podría afirmar que cuanto mayor es la ignorancia, la dependencia económica del Estado y un fanatismo ideológico irracionalmenos se cuestiona este tipo de conducta.

La credibilidad se sustenta en la coherencia de los actos, a través del tiempo y de una Justicia que actúe como tal, válido tanto para las instituciones privadas como públicas.

En la sinceridad, la transparencia y la credibilidad se podrá recuperar la confianza mutua que todo proyecto exitoso requiere, mucho más para un país que pretenda un estado de bienestar más equitativo.

Un proyecto de país más justo excede a la gestión de uno o dos períodos de gobierno, a las ideologías extremas, a los intereses individuales y al poder por el poder mismo.

Probablemente en nuestro caso requiera de seis, siete u ocho períodos como mínimo, pero será necesario que cada ciudadano asuma su derecho a ser libre y actúe en consecuencia.
Fuente: El Entre Ríos.

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