Atención

Esta imágen puede herir
su sensibilidad

Ver foto

Compartir imagen

Agrandar imagen
La posición del Club Político Argentino frente a la despenalización del aborto

Por Rocinante

El? Club Político Argentino es una agrupación de intelectuales nuestros??fundada en el año 2008, la que en su Documento? Inicial – una suerte de Declaración de Principios- expresa que?nos convoca un compromiso con lo político, una vocación cívica, unos valores compartidos, una viva estima por las ideas y por el debate público, por el pluralismo y por la diversidad. Somos conscientes de que la acción política supone casi siempre enfrentar dilemas, así como de las complejidades inherentes a la política democrática. Pero nos impulsa una preocupación activa y esperanzada por el presente y el futuro de nuestra sociedad y nuestro país. Quizás una síntesis apropiada de lo que queremos sea: contribuir a conferirle densidad política a la nación, sin incurrir en el nacionalismo.

Y es con ese espíritu que acaba de hacer conocer otro documento vinculado con el tema que me ocupa, en el que, en resumidas cuentas,? viene a sostener la tesis que?el aborto debe?ser la opción última, pero que el Estado no debe coartar la libre elección de la mujer.
?
Es así como en el texto del documento se sostiene que?el aborto es una práctica socialmente vigente en nuestro país, como en casi todo el resto del mundo, y la principal consecuencia de su penalización es poner en riesgo la vida de las mujeres que no pueden acceder a los cuidados necesarios porque no disponen de recursos suficientes?Para luego pasar a admitir que?aunque se practique en las mejores condiciones sanitarias, el aborto debe ser considerado como "una opción indeseada y última,?para luego indicarse que?despenalizar el aborto no incentivará a las mujeres a abortar.?
Conceptualización en la que abundan señalado que?está claro que, aun cuando se realice en un ámbito aséptico y con las mejores técnicas, el aborto deja secuelas físicas y emocionales traumáticas. Por lo tanto, debe reconocérselo como una opción indeseada y última. De hecho, nadie abortará porque no sea punible pero, en cambio, los abortos que de todas formas se producirán serán más seguros.

Es por eso que desde una perspectiva pragmática vienen a sostener que así como quienes están en favor de la libre elección no pueden imponer su punto de vista a quienes rechazan el aborto por motivos religiosos o éticos, tampoco debería suceder lo contrario.

Es por eso que entienden?no corresponde al Estado coartar el derecho de cada mujer a la libre elección en una cuestión que pone en juego su cuerpo y atañe exclusivamente al ámbito de su intimidad. Y corresponde a todos quienes defendemos la igualdad y los derechos humanos apoyarlas.

Concluyen su manifiesto remarcando la necesidad de? que se avance en la educación sexual de mujeres y hombres y la disponibilidad de recursos anticonceptivos provistos por el Estado, expresando que?si?hay una seria disposición para poner énfasis en educación y prevención, es muy probable que el número de abortos vaya reduciéndose gradualmente.
Mi posición personal
Hago referencia a continuación a mi posición?personal,??acerca del tema, la que es independiente del análisis que como conclusión final haré en la última entrega sobre el mismo, a publicar el próximo domingo.

No podría hacerlo de mejor manera de la que se lo hace en una nota? acerca de esta compleja cuestión, que? por eso? hago mía y la transcribo, en la que se dice:

El Papa Juan Pablo II ha señalado con fuerza que el verdadero problema de la anticoncepción es la mentalidad que la anima. Es la mentalidad de la cerrazón a la vida, de la falsedad en la relación entre el hombre y la mujer y de la manipulación y cosificación del amor.

Ante todo, la anticoncepción, como su nombre lo indica, implica una oposición a la concepción de una nueva vida. Es una actitud de rechazo. El Papa ha dicho que entre el recurrir a los métodos naturales (es decir, el recurrir a los ritmos de fertilidad e infertilidad que la misma naturaleza prevé para la mujer) y el anticoncepcionismo no hay una simple diferencia de método sino dos concepciones de la persona humana y de la sexualidad humana, ‘irreconciliables entre sí’.

En la anticoncepción ‘la procreación se convierte en el ‘enemigo’ a evitar en la práctica de la sexualidad’ (Juan Pablo II, Evangelium vitae, 23). Esta práctica tiene su raíz en una mentalidad hedonista, es decir, egoísta, que pone el placer por encima de todo: un hijo, una nueva vida, es un mal. Esta es la actitud contraria a la de Dios que nos ha dado a nosotros la vida.
Es por ser una oposición a la vida que tiene estrecha relación con el aborto. A veces se dice que hay que favorecer la anticoncepción para que haya menos abortos. Es falso. Aunque se trate de cosas diversas, una llama a la otra. El que no quiere una nueva vida intenta primero evitar que venga, pero si falla en evitarla, intentará luego destruirla. Por eso decía Juan Pablo II: ‘los contravalores inherentes a la ‘mentalidad anticonceptiva’. . . son tales que hacen precisamente más fuerte esta tentación (del aborto) ante la eventual concepción de una vida no deseada. De hecho, la cultura abortista está particularmente desarrollada justo en los ambientes que rechazan la enseñanza de la Iglesia sobre la anticoncepción’ (Juan Pablo II, Evangelium vitae, 13).

En segundo lugar, implica una falsedad en la relación entre el hombre y la mujer. Ya hemos hecho referencia a esto: cuando deliberadamente se quita de ese acto la capacidad de dar la vida, de engendrar, de ser fecundos, ese acto se vuelve mentiroso.
?
En tercer lugar, implica una relación cosificada: se rebaja al otro cónyuge porque se lo ve ya sólo como un objeto de placer. Una cosa que da placer, no una persona a la que se entrega con totalidad. Cuando el acto sexual se reduce a la búsqueda del placer, entonces se convierte en la suma de dos egoísmos, pero dos egoísmos no hacen un amor.

Finalmente, en la anticoncepción los esposos se comportan como dueños y árbitros absolutos de la creación. Ellos se dictan su propia ley, usan su cuerpo, su sexo, el placer, según sus propios criterios, contra la voluntad de Dios expresada en la ley natural y en los mandamientos divinos.

Resumiendo todo esto decía el Papa Juan Pablo II: ‘Cuando los esposos, mediante el recurso al anticoncepcionismo, separan estos dos significados que Dios Creador ha inscrito en el ser del hombre y de la mujer y en el dinamismo de su comunión sexual, se comportan como ‘árbitros’ del designio divino y ‘manipulan’ y envilecen la sexualidad humana, y con ella la propia persona del cónyuge alterando su valor de donación ‘total’. Así, al lenguaje natural que expresa la recíproca donación total de los esposos, el anticoncepcionismo impone un lenguaje objetivamente contradictorio, es decir, el de no darse al otro totalmente: se produce, no sólo el rechazo positivo de la apertura a la vida, sino también una falsificación de la verdad interior del amor conyugal llamando a entregarse en plenitud personal’ (Juan Pablo II, Familiarisconsortio, 32).


Se trata de conceptos en los que no solo se dan cuenta de una profesión de fe, sino que tengo la convicción de que expresan una verdad objetiva.
Fuente: El Entre Ríos (Edición Impresa)

Enviá tu comentario