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Se trata de una cuestión no menor, dado que está en juego el sustento de muchas familias, y que en este momento es motivo de alborotos diversos y hasta encontrados.

Es que los que llegan, quieren que los que se van se vayan todos, sin dejar, de ser posible, uno solo de ellos. Algo que se explica por cuanto de otra manera cabría suponer que no encontrarían vacantes a las que llenar, cumpliendo promesas de campaña. Por eso, para hacer las cosas que parezcan prolijitas, señalamos, y no prolijas, escuchamos de concursos ya realizados, con una previsión digna de mejor causa en alguna municipalidad, y otras con opacas decisiones a los apurones, por esa falta de previsión fruto de victorias que se descontaban.

Entender lo que pasa es mirar atrás de los actuales alborotos y reproches cruzados. Ya que todo reside en una circunstancia, que da que hablar en la medida que dice de nuestra tramposa forma de comportarnos. Es que está previsto que toda municipalidad cuente con una planta de empleados permanentes. Y que, en circunstancias de excepción, y de una manera transitoria, es decir mientras dure una emergencia o se haga presente una urgencia, se abra la posibilidad de recurrir a la contratación de personal transitorio.

Y aquí se hace presente la trampa, por cuanto como la cobija es corta y los que esperan por ella son muchos, para cumplir con los compromisos se recurre a la contratación de personal en forma transitoria, aunque así no se los llame, sino que de ellos se dice que no son estables o son simplemente “contratados”.

Para ver con claridad la trampa, basta con dar el siguiente ejemplo: entre los contratados, se encuentran muchos que lo son para ocuparse del barrido de las calles, lo que ni por asomo se puede considerar -la del barrido de calles- ni una emergencia, ni una urgencia. Y de allí en más otros ejemplos que pueden darse son multitudinarios.

De allí que es cuestión de comenzar a hablar “sinceramente”, pero con sinceridad verdadera. Y considerar como corresponde que todo aquél que en una municipalidad ha trabajado en forma continuada por un año, en una tarea que nada tiene que ver con una urgencia o una emergencia, ha adquirido estabilidad.

Dado lo cual, es hora de terminar con argumentaciones de falsos leguleyos que sostienen lo contrario, muchas veces -y eso también debe ser reconocido- con ayuda de jueces que tratan tantas veces de quedar del lado donde nos da el sol. A la vez, esa constante corruptela tiene una consecuencia destacable por un lado grave y que tiene que ver con la imposibilidad de contar con una estructura administrativa -no usamos la palabra burocracia, porque suena mal y la asociamos a lo que sufrimos de continuo- conformada por personal capacitado suficiente, que permanezca en funciones más allá de los avatares de la política, la que para ellos deber ser una cuestión ajena, más allá de sus responsabilidades como todo ciudadano.
Fuente: El Entre Ríos (edición impresa)

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