El insistente rumor de oficialistas y opositores en torno a un desdoblamiento electoral retumba en los pasillos gubernamentales y todos se prueban el saco que, un poco deshilachado y maltrecho, le sienta a pocos.
La reforma política que espera la Legislatura sigue siendo un borrador que se someterá al juicio de los legisladores de las dos cámaras, pero son varios los diputados y senadores que esperan de esta propuesta, un cambio de fondo en las reglas electorales que hasta ahora han resistido numerables embates y que nunca han ido al fondo de las cosas.
En el oficialismo, son los mismos legisladores que defendieron la Ley Castrillón los que ahora deberán reforzar su ingenio y su pluma para profundizar una reforma que la oposición ya rechazó de antemano si se trata sólo de una cosmética.
Los cambios en las reglas de juego electoral llegan en un tiempo justo. Acoplado a la idea que sobre el tema empuja el gobierno nacional y de cara a la que zarandea el peronismo provincial que diseña una ley para un tiempo propio, fundacional y único, en el que promete reconstruirse eclipsando los retazos de sus últimos célebres pero decadentes años.
La agenda política está marcada. Desdoblamiento, reforma y el reordenamiento del peronismo en tanto que la oposición arrancará con un debate central este fin de semana cuando el Congreso radical defina algunos de sus lineamientos hacia la elección, tanto hacia adentro como hacia afuera del partido.
El Congreso se reunirá en medio de legítimas expectativas y aspiraciones de cara a la elección que viene y donde podría instalar una agenda común con el peronismo: El desdoblamiento de la contienda electoral.
Estas conversaciones políticas de nicho se entretejen bajo dos hipótesis diferentes. En el corto y largo plazo. Para los dos casos rige una regla temporal que define el punto de largada: El Mundial.
Saben los políticos que ese mega evento deportivo partirá en dos el año a lo que se sucede luego el receso invernal. La pasión del fútbol espejará la tensión política de la mitad de un año que puede definir todo o posponerlo un poco más.
De un lado o de otro, hay un menú de nombres con genuinas expectativas. Los tiempos, en cambio, dependen de otra variable que está cifrada en números que son los propios y los ajenos. En tanto, el Mundial hará su parte, generará la expectativa, distraerá al electorado y llenará nuevamente de esperanza a los argentinos que después de que se grite el último gol sabrán si es un año para votar o no.
