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El sentido de mis columnas es poder transmitir que GESTIONAR debe ser asumido como una profesión y, en consecuencia, como toda profesión, requiere de una formación específica para adquirir conocimientos y de un proceso de aprendizaje práctico para poder desempeñarse de manera eficaz y eficiente.

No podríamos imaginar profesiones como la medicina, la ingeniería en todas sus especialidades, la aviación, la arquitectura, sin una formación sólida y un período de aprendizaje práctico. Son solo algunos ejemplos.

Como bien plantea el Profesor F. Malik, es la profesión que mayor impacto tiene en una sociedad; del buen ejercicio de la gestión depende nuestra calidad de vida, sean estas organizaciones privadas o públicas.

La creación de riqueza, la productividad e innovación diferencian a las sociedades con una elevada calidad de vida de aquellas que naufragan en la pobreza e indigencia y esto es mucho más frustrante cuando se disponen de recursos naturales y humanos abundantes.

Lamentablemente las sociedades que carecen de una buena gestión se caracterizan por índices de analfabetismo inaceptables, indigencia, narcotráfico, inseguridad física, desnutrición, empleo precario, deficiente asistencia médica entre otros indicadores.

Todas estas sociedades se reconocen por estar dirigidas por individuos que provienen de una nula formación en gestión, la mayoría de las veces teñidos de un nocivo nepotismo y de una corrupción endémica, adictos al poder por el poder mismo, construyen relatos que nada tienen que ver con la realidad, abusando de la ignorancia que intencionalmente construyen destruyendo la educación y la formación cívica.

En nuestro caso, me refiero a la Argentina, por estos días el gremio docente realizó un paro a nivel nacional fundamentando dicha decisión en defensa de un gremialista que incendió un edificio público y sería condenado por la justicia. Solo en un país cuya dirigencia renuncia a la formación pueden ocurrir estos episodios. Un triste ejemplo.

Me refiero a la GESTIÓN como PROFESIÓN, lo cual implica, para una sociedad moderna, que sus organizaciones e instituciones actúen bajo el concepto constitucional, es decir, bajo tres principios básicos.

El primero de ellos es el que plantea que una sociedad no debe depender de los individuos que la dirigen por más brillantes que sean en su gestión sino de lo que realmente dejan cuando no estén más, cuán sólidas serán las Instituciones para mantener la eficacia y eficiencia que hayan desarrollado y que no desaparezca cuando se hayan ido.

El segundo principio es que todo el mundo debe aceptar y cumplir reglas que no están sujetas a su propia autoridad; el Derecho manda por sobre el Hombre. Ninguna Organización o Institución debe depender de la arbitrariedad de las personas que las conducen, más allá de su trascendencia y capacidades que hayan demostrado.

Por último, el tercer principio es aquel por el cual se construye una estructura de gestión que no depende de acciones individuales extraordinarias sino de individuos comunes que pueden mantener un constante nivel de eficiencia.

El desafío debería ser el siguiente:

¿“Cómo podemos organizar nuestras Instituciones políticas para que incluso los lideres nocivos e incompetentes provoquen el menor daño posible, y como podemos deshacernos de semejantes lideres del modo más rápido, sencillo e incruento posible?” - F. Malik.

Esta pregunta también es válida para las organizaciones privadas. Por ello es tan importante invertir en la formación de personas que comprendan que dirigir o gestionar debe ser asumido como una profesión que exige aprendizaje focalizado, el conocimiento de las tareas que desarrollen, el uso de las herramientas correspondientes, la aplicación de determinados principios y de RESPONSABILIDAD.

La RESPONSABILIDAD se liga directamente con la ÉTICA, con la ética profesional que debería caracterizar a cualquier especialidad y que es responder por lo que se hace. Tristemente en nuestro país se ha ido cultivando la cultura contraria, siempre el responsable es el otro cuando las consecuencias son negativas. Un modo perverso de ejercer la política.

La Responsabilidad en definitiva es una decisión personal que podemos exigir, incluso forzar a través de instrumentos jurídicos, pero si no está en la esencia del individuo tampoco es posible enseñarla.

Quiero cerrar esta columna con tres conceptos que presentó el filósofo y ensayista Santiago Kovadloff en una conferencia que ofreció dos semanas atrás en el Centro de Convenciones de Concordia.

- No al PESIMISMO ni al OPTIMISMO, es un modo FACILISTA de observar la realidad

- No podemos perder el DEBER DE LA ESPERANZA, esperanzados en intentar sin claudicar para transformar la realidad; aun cuando parezca imposible es imprescindible hacerlo.

- La IDONEIDAD PROFESIONAL sin EDUCACIÓN CÍVICA es una puerta a la barbarie; ejemplo: el 41 % de pobreza en la Argentina es un acto de inhumanidad.
Fuente: El Entre Ríos

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