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El Decreto de Necesidad y Urgencia (DNU) 70/2023 de hace apenas una semana, el proyecto de ley denominado “Bases y Puntos de Partida para la Libertad de los Argentinos”, y la promesa de que éste es sólo el comienzo de la campaña de reformas que promueve el Ejecutivo, han abrumado a la dirigencia política, social y sindical, a los economistas, a los politólogos, a los periodistas y hasta a la gente.

La estrategia del Ejecutivo parecería buscar confundir a todos mediante un gran bombardeo de novedades, sobre temas de lo más disímiles, desperdigados a lo largo de las centenas de páginas que ocupa cada una de las iniciativas. La confusión parecería ser esencial para lograr una victoria que, si no total, sea rápida y contundente. En este sentido, se asemeja mucho a la táctica militar conocida como guerra relámpago (Blitzkrieg).

La conflictividad, que hibernó durante cuatro años, ha reaparecido. Pero también parece que esa reaparición tiene algo que ver con la probabilidad concreta de éxito que tienen muchas de las iniciativas propuestas por el Ejecutivo. Contra las sospechas de muchos, la popularidad del Presidente no parece haber sufrido, por muy controversiales, o incluso extravagantes, que a los expertos les resulten muchos de los cambios propuestos. De ahí que quepa esperar del Congreso una táctica completamente opuesta a la de Milei: poner los proyectos a dormir el sueño de los justos, y rezar para que el paso del tiempo comience a desgastar al Presidente.

El riesgo de esta jugada parecería ser doble: en primer lugar, la amenaza latente de convocar a un plebiscito para conocer la opinión popular respecto de las reformas. Líderes sociales, dirigentes políticos y sindicales, periodistas, no se cuentan entre los personajes más queridos por la población. Son, casualmente, los más afectados por las reformas. Aunque el plebiscito no sea vinculante, el poder de la opinión popular podría ser letal. También podría ser letal para Milei, en caso de resultar el resultado de la consulta adverso a sus propuestas. Pero parece evidente que el Presidente está mucho más dispuesto que quienes se le oponen a tomar el riesgo.

En segundo lugar, en tanto el Congreso y la Justicia no se expidan acerca de la validez del DNU, el mismo estará en vigor. Esto podría no significar mucho, o podría significar que muchas relaciones contractuales comiencen a arraigarse conforme a los nuevos términos, a todas luces mucho menos engorrosos que los vigentes hasta el viernes. El paso del tiempo puede tornar las respuestas tardías en abstractas, y al aval popular a lo decidido en algo muy concreto. También esto podría salirle mal a Milei, pero éste parecería ser otro riesgo que el Presidente está decidido a tomar.

En la realidad, algunas cosas no están funcionando tan mal como se podía prever. El barómetro de opinión que es la cotización del dólar parece estar de acuerdo con Milei, aunque claro está que en gran parte lo está por la continuidad de muchas restricciones para comprar dólares. La inflación, que parecía desatada con la liberación de precios, parece comenzar a encarrilarse con una contracción importante de la demanda y la estabilidad del tipo de cambio. El gran ajuste vendrá por el lado del nivel de actividad: la recesión será, probablemente, peor de lo que esperan los economistas. El lado menos malo de esto es que ayudará a que baje la inflación.

La guerra relámpago mantiene a Milei en el centro de la escena, ha logrado confundir e incomodar a la oposición, que reacciona mal y de manera descoordinada. La estrategia parece riesgosa, pues descubre todas las cartas de golpe y pone en juego el futuro de Milei, pero es, a la vez, una táctica que parece hecha a la medida de las reformas que se proponen, y de la personalidad de quien las propone.
Fuente: El Entre Ríos

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