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El método Macron de presentar las cosas

Como todos al menos debieran saberlo Emmanuel Macron es el actual Presidente de Francia. Hombre curioso Macron, en cuanto es una persona difícil de encasillar. Se podría decir de él que siempre vivió en medio de todos e interactuando con todos, pero al mismo tiempo sin dejar de participar, mirando las cosas de su entorno un poco desde afuera, pero más desde arriba.

Por Rocinante

Así, desde casi haberla conocido su determinación, al final exitosa, de casarse con una de sus profesoras, esposa respetable y con hijos y por supuesto mayor que él. Concurrió a una de esas escuelas (écoles, las llaman los franceses, establecimientos de excelencia, que a nivel superior preparan a su dirigencia pública) que les abren la posibilidad de un futuro exitoso. Luego de pasar por la actividad privada, trabajando en el campo de la economía y de las finanzas, devino con el socialismo en uno de los ministros más jóvenes de Francia.

Hasta el momento en que renunció, formó su propio partido con gente de diversos partidos políticos, y ganó las elecciones presidenciales; ya en funciones él, de origen socialista nombró como primer ministro, a un político conservador.

Pero en el gobierno las cosas no le vienen resultando fáciles, cosa que no debería extrañar en un mundo en que todo se ve y es complicado, y que nos esforzamos en complicarlo más. De allí que su popularidad, según las encuestas, se haya precipitado en caída libre, circunstancia que, entre otras cosas, es atribuida al hecho que los franceses se han percatado de que es, lo que se suele designar en nuestro lenguaje coloquial, un agrandado.

En tanto, esta larga y hasta cierto punto superflua introducción, tiene su razón de ser. Es que nadie en su país pone en duda su sinceridad (entendiendo con esto que siempre dice lo que piensa, o sea que habla sin ningún fingimiento. Virtud y en su caso también defecto, porque como todo agrandado es a la vez atropellado, lo que lo lleva en más de una ocasión a meter la pata, o para decirlo de una manera más presuntuosa que ahora está de moda, no siempre da muestras de un pensamiento políticamente correcto).

Y la sinceridad como parte inescindible de las personas que tratan de presentarse así, lleva a una particular e ineludible manera de presentar las cosas. De allí que resulte correcto lo que al respecto se ha dicho de Macron cuando se indica que su método es ver ambos lados de todo problema y usar el latiguillo al mismo tiempo.

Quien así lo ha señalado correctamente, agrega que ese método, le ha jugado una mala pasada. Cuando se aplica a un problema político o económico, ya que al mismo tiempo es una señal de moderación y centrismo. Pero que cuando se aplica a uno de los traumas del siglo XX francés, la cosa se vuelve resbaladiza.

De allí que cierro este acápite con una pregunta que no solo es válida para los franceses, sino que tendríamos que tener el valor de formulárnosla nosotros mismos: ¿Es bueno para una sociedad vivir siempre con un trauma sin tratar de resolverlo, o tener la valentía de aventurarse en terreno resbaladizo con el objeto de superarlo?
Los traumas franceses del pasado siglo (I)
El comportamiento de una parte de los franceses durante la ocupación por los nazis de su país.

El primer trauma tiene que ver con el humillante papel que le tocó vivir a Francia, casi desde el inicio hasta las casi postrimerías de la Segunda Guerra Mundial.

Como se sabe, producida la invasión del nazismo alemán, los franceses fueron más que vencidos, aplastados de una manera harto veloz, por parte de los alemanes. Ello llevó a que, en medio de la debacle, el mariscal Philippe Petain (héroe de la Primera Guerra Mundial, sobre todo por su desempeño exitoso en una de las batallas decisivas cual fue la de Verdún) fuera elegido presidente con el beneplácito popular, dado que confiaban en él por su anterior trayectoria.

Ya presidente, el Mariscal firmó con Hitler un tratado de armisticio, por el cual el territorio francés quedó divido en dos. Una parte, fundamentalmente el norte, que se convirtió en territorio de ocupación por los alemanes, y otra parte ubicada al suroeste, sobre la cual el gobierno francés tenía jurisdicción en un sistema de tutelaje, con su capital en la ciudad de Vichy, de allí que ese gobierno pasara a ser conocido como el régimen de Vichy.

El relato oficial de ese período de la historia francesa, por lo menos hasta 1995, se apartaba de la historia. Era así como se enseñaba que la Alemania nazi era el país ocupante, los deportados murieron en los campos alemanes y la auténtica Francia era la del exilio que lideraba De Gaulle, y no la del mariscal Pétain, jefe del Estado francés.

Por tanto, ni el colaboracionismo ni los crímenes perpetrados por funcionarios franceses tenían nada que ver con Francia. Según este relato, modelado por el gaullismo al final de la guerra, Vichy era una anomalía, una aberración de la historia ajena a la nación francesa. De esa manera venía a ocultarse el hecho que en esos tiempos el país había estado lleno de franceses colaboracionistas (con los ocupantes) por acción o por omisión, y que esa colaboración se puso de manifiesto en la persecución de los franceses de religión judía, la mayor parte de los cuales terminaron en los campos de exterminio de los nazis en Europa Oriental.
Los traumas franceses del pasado siglo (II)
La guerra de liberación de los argelinos

Para que todos podamos refrescarnos la memoria, o conocer un hecho ya casi sepultado de la historia, me parece de interés transcribir un resumen acertado extraído de un libro de texto.

Argelia estuvo bajo dominio colonial francés, de 1830 hasta 1962. Siendo la colonia que más tiempo ha permanecido en manos francesas, Argelia estaba asimilada a tres departamentos franceses y formaba parte íntegra de la metrópoli. Como tal, fue el destino de cientos de miles de inmigrantes franceses, españoles, italianos, alemanes y británicos, primero conocidos como colonos y pasando después a ser denominados pieds-noirs en la década de 1950. Sin embargo, los argelinos nativos siempre representaron la inmensa mayoría de la población del territorio a lo largo de toda su historia. Gradualmente, la insatisfacción entre los musulmanes con motivo de su opresión política y económica provocó numerosos reclamos de mayor autonomía política, desembocando en una reclamación de independencia. Las tensiones entre la población de origen y los colonos encontraron su culmen en 1954, año del comienzo de la Guerra de independencia de Argelia. La guerra terminó en 1962, cuando Argelia obtuvo la independencia gracias a los Acuerdos de Evian.

A lo que no se hace referencia detallada en ese texto es, en cambio, a la guerra de la independencia, caracterizada por los crímenes de lesa humanidad, que se cometieron desde ambos bandos. Y que en el caso de los franceses se encontraban las torturas a las que fueron sometidos miembros de la comunidad árabe de Argelia, torturas con la que se buscaba obtener información, dentro del cuadro de lo que después pasó a entenderse como la doctrina de la seguridad nacional, que fue exportada, con las trágicas consecuencias que tuvo entre nosotros.
Los sincericidios de Macron respecto a esos traumas
Es por eso que se hace necesario atender en primer lugar a las palabras de Macron, frente a uno de los episodios tan siniestros del régimen de Vichy cual fue lo que se conoce como la redada del Velódromo de Invierno, o Veld’Hiv, en su abreviación francesa. Entre el 16 y el 17 de julio de 1942, centenares de policías y gendarmes franceses detuvieron a miles de judíos —entre ellos 4.115 niños— y los encerraron en el Veld’Hiv, un pabellón deportivo cerca de la Torre Eiffel, y otros centros.

Desde allí fueron deportados a otros campos de internamiento, y de allí a Auschwitz. De los 3.900 menores encerrados en el Veld’Hiv sólo sobrevivieron seis adolescentes.

Hechos a los cuales al referirse Macron públicamente expresó: “Lo vuelvo a decir, es Francia la que organizó la redada y la deportación. No hubo un solo alemán que ayudase en la incursión. Es tan cómodo ver en Vichy una monstruosidad, venida de la nada. Nada de aquello nació con Vichy. Pero nada de aquello murió con Vichy”.

A la vez acaba una reciente recorrida por el territorio francés, señalando en una frase que desató más que una polvareda, un sinnúmero de voces indignadas que el mariscal Pétain fue un gran soldado, es una realidad. La vida política, como la naturaleza humana, a veces es más compleja de lo que querríamos creer. Mientas, según se destaca, el relato oficial dictaba que el régimen pétainista no era la Francia verdadera y que esta había resistido, combatido y derrotado a los nazis.

El otro trauma histórico de la Francia actual que hemos señalado es la guerra de Argelia y la descolonización. Ya en la campaña electoral que lo llevó a la presidencia había dicho que la colonización había sido un crimen de guerra. Hace de esto muy poco se había referido a lo que se califica como uno de los episodios más tenebrosos de la historia reciente de Francia: las torturas y desapariciones masivas durante la guerra de Argelia, y en ese marco el asesinato del joven matemático comunista Maurice Audin en 1957, hasta ahora nunca reconocido oficialmente, que fue posible por un sistema instaurado legalmente y permitido por los gobiernos de la época. Audin tenía 25 años y era profesor ayudante de matemáticas en la Universidad de Argel cuando, el 11 de junio de 1957, fue detenido sin orden judicial por los paracaidistas del general Jacques Massu. Diez días después de su detención, las autoridades notificaron a su esposa que se había evadido durante un traslado. Nunca más supo de él.
Macron nos deja de esa manera a nosotros una experiencia aprovechable
No habría efectuado esta fatigosa relación si de ella no pudiésemos sacar provecho alguno. Hemos hablado de Macron, como alguien que pretende ser sincero a la hora de mostrar los traumas, como el primer paso hacia su superación. Se lo puede decir, pensando en nosotros, con sus propias palabras: allí está el coraje de un pueblo que hace su examen de conciencia y tiende la mano a las víctimas. Tender la mano, rehacer los vínculos, no es humillarse por yo no sé qué arrepentimiento, es crecer, es ser fuerte.

De donde la primera experiencia aprovechable, es que es mucho más fácil de dejar atrás los conflictos extra familiares que los intrafamiliares. Es por eso que se ha podido ver a los franceses reconciliarse con los alemanes, y se los ve levantarse como leche hervida cuando se llega a mencionar algún dato sensible de su propia historia, y que por eso les duele del pasado.

No hay que dejar de advertir que para muchos sigue estando viva la brutal muerte de Dorrego en manos de Lavalle.

Queda también en claro que para superar los traumas sociales la mejor terapia es no empeñarse en taparlos, pretendiendo hacerlos desaparecer de ese modo, haciendo como si nunca hubieran existido, sino mostrarlos y detenerse en mirarlos.

Acto este último que exige la presencia de una honestidad que se traduce en una sincera valentía, que comienza con la asunción plena de los yerros y culpas de las que somos herederos, y prosigue con la disposición férrea de llegar a mirar la realidad de manera de procurar entender el punto de vista de los otros, que son parte del mismo nosotros.
Fuente: El Entre Ríos Edición Impresa

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