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Con la ley de desdoblamiento ya sancionada y con una definición tan clara del gobernador Gustavo Bordet sobre su aspiración a la reelección por un nuevo mandato, lo poco que queda por contar son horas y cómo se tejen y destejen los acuerdos.

Tomando como punto de partida un cronograma hipotético, en base al calendario que se establece por ley, las elecciones desdobladas en Entre Ríos se realizarían en los segundos domingos de abril y junio, con lo cual, en febrero estarían los candidatos en la línea de largada para las PASO.

De esta suerte, las conversaciones políticas se acaloran a pesar de las frescas temperaturas matinales de esta semana.

“Nosotros vamos a ir a dar pelea”, dicen en los pasillos de la Casa de Gobierno los nostálgicos de los años dorados del kirchnerismo que, acostumbrados a ganar, están convencidos de que aún los protege el aura de esos años y que reclaman a viva voz la democracia partidaria que ellos aniquilaron cuando les tocó ser gobierno y partido a la vez.

La aspiración de ser candidato es legítima para todos los casos, la cuestión esta vez, pasará por saber cuántos queden en carrera una vez que la Justicia avance con la investigación por los 1235 millones que se llevaron desde la Legislatura desde esos años hasta ahora.

Al margen de esa cuestión (central para dilucidar el futuro de muchos aspiracionales) corre contrarreloj el cronograma electoral y subsumido a él, la negociación de los que quieren estar en la boleta que, en un escenario desdoblado, promete una carrera sólo entre los locales. Así algunos apostarán a despegarse del efecto presidencial y otros a jugarse una más personal, pero todos en definitiva estarán impedidos de achacarle a otro el resultado que alcancen, tanto a favor como en contra y de esa suerte, estaremos hablando luego de lo que queda para la próxima.

Otro condimento interesante de esta elección es la convivencia por un lapso de meses pero, además, la renovación de un par de bancas en el Senado y en la Cámara de Diputados de la Nación, epicentro de la negociación entre los gobernadores y el presidente Mauricio Macri. Del poder que tenga cada mandatario para asegurar los votos en el Congreso, dependerá mucho de la relación entre los estados que hasta ahora se han ocupado de sostener un diálogo institucional que trajo beneficios para uno y otro y no sólo en términos económicos sino también, y fundamentalmente, estéticos, porque muchos que mudaron de peronistas fervorosos a versiones más moderadas de sí mismos.

A un costado, cobra atractivo la Cámara de Diputados local que será, de la boleta, el único cuerpo que goce del efecto arrastre y es por eso que ya hay filas para unas bancas que están contadas.

La costumbre de pensar la elección en términos bipolares nos hacen perder de vista un menú interesante en la provincia. De hecho, hay más de medio centenar de partidos políticos en condiciones de disputar una elección, aunque muchos de ellos no alcanzan la etapa de la campaña masiva por falta de fondos o de dirigentes en condiciones de competir.

El nicho político no se agota entre peronistas, macristas o radicales, sino que atraviesa un universo variopinto que puede sorprender. Es que la constante en las últimas elecciones ha sido la diferencia exigua entre los partidos que se presentaron, sobre todo, en Entre Ríos.

Hoy, frente a un condimento particular, como el caso de ir a elecciones desdobladas, hay algunas expresiones que, faltos de estructuras propias, buscan donde resguardarse. No es la primera vez que esto sucede. Es más, la práctica, de novedosa no tiene nada. Sino, la confirmación de que muchos sellos sólo se sostienen esperando este momento en el que el calendario electoral les viene al pelo para conjugar la necesidad ajena con el golpe de gracia que permite a muchos que solos no pueden, participar camuflados y a otros, que nunca alcanzaron, tener de prestado la fuerza que per se nunca alcanzaron.

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