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James Lovelock nació en Inglaterra en 1919 y, por lo que pude averiguar, está en pleno florecer intelectual. Se graduó como químico durante la Segunda Guerra Mundial y a partir de allí comenzó una carrera con llamativa independencia de los rigores académicos. Es un generalista, como los grandes del Renacimiento.

Uno de sus primeros descubrimientos fue "el detector de captura de electrones”, algo demasiado complejo para que yo lo entienda y menos lo explique, pero que es un método que puede detectar pequeñísimas concentraciones de átomos y moléculas de modo tal que si se ha volcado solvente sobre una alfombra en Japón, su composición puede ser detectada una semana más tarde en Londres, adonde llega traída por altas corrientes atmosféricas. La importancia de este invento fue tal (en una fotografía luce como un juguete extraño, poco más) que el gobierno de los Estados Unidos amenazó a la Universidad de Yale con quitarle la mitad de su presupuesto si no le cedía la patente. Este detector tuvo su rol en la detección del agujero de ozono y el grado de contaminación de los mares.

Vinculado a la Nasa, para el estudio de la atmósfera de Marte, negó la posibilidad de algún tipo de vida, tal como la conocemos, en el planeta rojo y se enamoró de la imagen del planeta Tierra a la distancia: un globo de maravilloso color azul, que giraba en el infinito. De esta visión pudo haber surgido la idea de Gaia.

De regreso a Inglaterra, en 1970 madura su concepción de la tierra como un complejo auto regulable. La atmósfera, los mares y la tierra contribuían a permitir el desarrollo de vida con un delicado balance. Lo que en fisiología se llama homeostasis: la tendencia a un equilibrio estable. Todos los seres viven gracias a este delicado balance, lo mismo ocurre en la tierra con la sabia regulación de atmósfera y mares: ¿es la tierra un ser vivo?

Discutiendo el tema con su amigo, el escritor William Golding (quizá leyeron su "Señor de las moscas"), éste le propone el nombre de Gaia a su hipótesis, tal como llamaban los antiguos griegos a la madre tierra. En español Gaia es Gea, de ahí geometría. Geografía... la hipótesis es de una maravillosa vitalidad.

Si se rompe esta homeostasis, la vida corre peligro en la tierra. Las catástrofes ambientales que conocemos serían un anuncio del fin.

La idea no es totalmente nueva. Platón ya aseguraba que todo el cosmos vivía, que la tierra era un organismo vivo. Los románticos alemanes y los trascendentalitas de Nueva Inglaterra habrían entendido y además apoyado a Lovelock.

Esta teoría trajo fervor en los movimientos “ambientalistas", los llamados verdes y el odio de los biólogos evolucionistas. Los primeros envolvieron a Gaia de ideas místicas o religiosas que Lovelock no aprobó (desconfían de la ciencia, la odian, dice), para los evolucionistas la idea de un propósito les daba escalofríos. No obstante, contó con el apoyo de importantes biólogos. La trayectoria de esta teoría parece seguir los pasos de lo que ocurre con las ideas nuevas: 1° algo absurdo, 2° a lo mejor es razonable, 3° lo sabíamos desde siempre (William James).

Lovelock no predice un final feliz para el Siglo XXl. Las inundaciones destruirán grandes ciudades costeras y las migraciones de cientos de millones serán incontenibles, consecuencia del deshielo de los polos y de los glaciares. Las computadoras serán capaces de reproducirse y perfeccionarse sin ayuda, la inteligencia artificial reemplazará a la humana, los autómatas tomarán el control... Considera un error que la humanidad haya dejado de adorar la tierra y se refugiara en dioses remotos. La tierra ya es una vieja de 80 años: gastó 4000 millones de años, le restarían 1000 millones más. ¿Le ocurrirá como a los octogenarios solo cosas de viejos?
Algunas de sus sugerencias
• "Parecería que muchos tienen fe en Gaia, preferiría solo su confianza, que es más consistente con la ciencia."

• "El objetivo del sistema de auto regulación es renovarse a sí mismo, más que preservar cualquiera de las partes que lo constituyen, y si los seres humanos llegan a ser un obstáculo para ese fin, se encontrarán con un planeta progresivamente inhóspito."

• "Todo lo que hay en la vida es para mí solo una pregunta: ¿Oh, no es eso interesante?". Espero que esta noticia lo haya sido para ustedes.
Fuente: El Entre Ríos (edición impresa)

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