Atención

Esta imágen puede herir
su sensibilidad

Ver foto

Compartir imagen

Agrandar imagen
Dejando de lado el caso de las amas de casa, para las que lo habitual es que no haya descanso en su permanente trajinar, como consecuencia de la situación de “aislamiento social” forzado -a lo que se debe agregar el conjunto formado por aquellas personas que tienen que seguir trabajando, ya sea en su sitio habitual o desde su casa, categoría en la que deben incluirse a los estudiantes que cuentan con esta última posibilidad-, algo que resulta preocupante es el solo el hecho que haya tantos que buscan eludir o así lo hacen, el obligado encierro, sino otra cosa de tanta o mayor entidad.

Es que resulta harto frecuente observar que no se sepa en qué emplear ese tiempo que vemos como vacío, de una manera que nos resulte entretenido y provecho, o sea gratificante. Y el aburrimiento, si bien no mata, tiene características que provocan el temor de que se pueda llegar a enfermar.

Es aquí donde se hace presente el recuerdo de una época en que, según cuenta algún memorioso -el que no necesariamente debe suponerse que haya tenido que pasar por ese calvario-, los presos al mismo tiempo que se las ingeniaban para “jugar al truco”, sin necesidad de contar con cartas, entre las actividades que emprendían para neutralizar el tedio y de paso “ganarse algunos pesos”, se encontraba la de la fabricación de bolsas de papel, para ser utilizadas entre otros muchos destinos, por los almaceneros de entonces para llenarlas de azúcar requerida por su clientela.

De allí, teniendo en cuenta esta cuarentena, y lo que inevitablemente seguirá a ella, viene al caso tener presente una ocurrencia de uno de los tantos “opinólogos” que han ahora surgido, al que hace referencia de utilizar ese ocio en diversas formas y maneras que ese tiempo que no se termina de llenar, sea empleado aunque más no fuera en la fabricación o elaboración de todo tipo de cosas que resulten de utilidad, especialmente a lo que también, en otros tiempos, se los mal conocía como carenciados.
Fuente: El Entre Ríos

Enviá tu comentario