Atención

Esta imágen puede herir
su sensibilidad

Ver foto

Compartir imagen

Agrandar imagen
La descripción que de ella se hace en no demasiado viejas enciclopedias, suena en la actualidad a una manifestación totalmente ingenua, y como tal completamente alejada de nuestra realidad.

Es que en ellas se las describía haciendo alusión “al término que se le da en Hispanoamérica a un grupo organizado de fanáticos dentro de una hinchada de fútbol, encargado de alentar durante los partidos a los jugadores del club”.

O sea que lo único que tenían en común esas casi inocentes barras bravas, es que se trataba de “grupos organizados de fanáticos” del equipo de un club.

Desde entonces a su caracterización se le han ido agregando una serie de ingredientes, lamentablemente ninguno de ellos positivos. Es que cada vez que se los observa a esos grupos, convertidos en organizaciones informales que se mueven al límite de la legalidad –por no decir que más allá de ella- y que el fanatismo futbolístico los ha transformado en una manera sistemática de obtener “financiación” en actividades que los convierten en algo muy similar a “grupos de choque multiterreno y, a la vez, multipropósito”.

La metodología que se las ve emplear en ocasiones extremas, deja en claro que en ellos aparecen, de una manera contundente, diversas manifestaciones de la “cultura del apriete”, lo que significa que las amenazas de un momento para otro pueden convertirse en actos de violencia. A su vez, las características mencionadas, en las que se conjugan el “multipropósito y el todo terreno” ha hecho posible que puedan “ofrecer sus servicios”, para el logro de “misiones” que nada tienen que ver con el fútbol.

Las consideraciones precedentes resultan adecuadas, para referirnos a “la marcha contra la justicia” que, en forma más específica puede denominarse “servicio de justicia”, y más concretamente “en contra” de la Suprema de Justicia de la Nación, contra la cual se observa la malsana y compulsiva obsesión de convertirla en “tierra arrasada”, a la que dos figuras paradigmáticas son los principales convocantes. Con el añadido, que se ha visto al presidente Fernández apoyar su realización, dando cuenta de su irresistible propensión a sumarse a todas las causas, aún las más contradictorias entre sí, las que “se terminan dando de patadas”.

Es que, como se sabe, los convocantes son Luis D´Elía y Juan Ramos Padilla (padre). Del primero de ellos es altamente conocida su trayectoria, por no decir su prontuario, en el que ocupan un lugar prominente las condenas recibidas por el asalto a una comisaría y la trompeadura con la que lastimó a un hombre de campo, que participaba en un acto en contra de las retenciones aplicadas por el gobierno a las exportaciones de granos.
Del segundo de ellos, Juan Ramos Padilla, lo menos que puede decirse es que es una expresión sobresaliente de la “justicia militante”, la que por lo mismo que ha sido así adjetivada, viene a constituirse en lo contrario a lo que la justicia -la de los “los ojos vendados”- representa.

Mientras tanto, el propósito sedicioso de esa convocatoria es manifiesto, ya que dentro de nuestro sistema constitucional “el juicio político” a jueces de la Suprema Corte es el procedimiento razonablemente pautado, con el objeto de juzgar su comportamiento. Con lo que viene a quedar de manifiesto que nos encontramos ante una manifestación de “la cultura barrabrava del apriete”, que pareciera verse extender como una mancha venenosa en toda nuestra sociedad.

Y precisamente ocurre que ello ha dado lugar a la inconveniente convocatoria a “una contra marcha”, por parte de personas que ven con preocupación –la misma que nosotros tenemos- esa agresión manifiesta a nuestro máximo tribunal.

Y hacemos referencia a la inconveniencia de procederes de este tipo, ya que no tienen nada que ver con la implementación de nuevas formas prudentes de participación ciudadana, sino que pueden conducir a un desquicio mayor que en este momento nos agota, y que puede llevar -en un primer momento, de allí en más tode es conjetural- a la presencia de grupos violentos enfrentados, no solo a golpe de puños, por las calles de las ciudades de nuestro país.

Enviá tu comentario