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En el año 2013 el Uruguay promulgó una ley que parecía un regalo de Navidad para los consumidores de marihuana, ya que lo hizo el 24 de diciembre, aunque hubo que esperar hasta mayo de 2014 para que se hiciera pública su reglamentación.

Luego de establecido ese régimen, debe aclarase que siguió prohibido conducir bajo los efectos de la marihuana, fumar en el trabajo o estando a la orden del empleador, en espacios cerrados, deportivos o educativos.

Mientras tanto se creó un organismo estatal, el Instituto de Regulación y Control del Cannabis (IRCCA), que depende del Ministerio de Salud Pública y que emite licencias y asumió el control y la regulación de las actividades de importación, producción, adquisición a cualquier título, almacenamiento, comercialización y distribución de la marihuana o sus derivados.

Además quedó establecido que los ciudadanos o residentes del país mayores de 18 años, previo registro, podrán adquirirla en farmacias autorizadas (hasta 10 gramos por semana), con una tenencia máxima de 40 gramos. Del mismo modo para consumo personal quedó permitido el cultivo de hasta seis plantas y un máximo de 480 gramos por cosecha al año. También se puede cultivar en clubes con membresía (con mínimo de 15 socios y un máximo de 45).Y asimismo hacerlo también con fines científicos y de uso medicinal.

En la actualidad, según la información disponible existen más de treinta y cinco mil personas registradas por el sistema legal en alguna de sus tres vertientes. Se cree que cada auto-cultivador y cada socio de un club cannábico comparten su marihuana con al menos otro consumidor, por lo que la cifra de gente integrada al sistema es mayor.

Un informe oficial asimismo sostiene que el mercado regulado podría alcanzar este año más de la mitad de los consumidores de marihuana.

El mismo documento señala que en el año en curso casi ciento cincuenta mil orientales de entre 18 y 65 años consumen marihuana. Un tercio de ellos fuma la hierba todas las semanas, otro tercio la consume una vez al mes y el restante solo alguna vez al año.

Si bien todos los departamentos del país no cuentan con farmacias habilitadas, las que lo están ofrecen un producto estandarizado, disponible como "Alfa 1" o "Beta 1".56. El THC, la principal sustancia psicoactiva del cannabis, en los sobres de las farmacias no debe superar el 9%. En menor medida, la producción artesanal del auto cultivador, puede alcanzar un THC del 20%.

La marihuana legal se vende en forma de "cogollos" (flores de la planta desecada) a unos u$s1,30 el gramo; en el mercado negro su precio se duplica, aunque también se vende el prensado paraguayo - ilegal- al mismo precio de u$s 1,30, de calidad muy inferior al "cogollo".

De cualquier manera, a pesar del régimen establecido, la cantidad de marihuana ilegal que se sigue incautando por parte de la policía, es similar a años anteriores a la legalización.

Ello coincide con las conclusiones de un reciente informe periodístico que en forma sesgada se refiere al tema ya que en realidad se centra en dar noticia y explicación al incremento en las peleas de bandas de narcotraficantes que se dan en la actualidad.

Es así como se señala que este año se ha asistido a un aumento de los homicidios vinculados a ajustes de cuentas entre narcotraficantes. Se admite en el mismo informe periodístico que la puesta en marcha del nuevo régimen legal en la materia, ha producido una disminución de parte del mercado de la droga.

Pero a renglón seguido se indica que precisamente esa circunstancia – el achicamiento del mercado- ha generado tensiones por el control de los puntos de venta.

Otras fuentes dan cuenta del hecho que el mercado de consumo del cannabis mueve una suma que gira entre los cuarenta millones de dólares anuales, de los cuales diez millones han pasado ya al sector legal de la economía.

Mientras tanto, se conocen las consideraciones de un investigador universitario acerca del tema, que hacen referencia al hecho que “cuando tanto dinero pasa en tan poco tiempo al mercado legal, alguien tiene que haber acusado el golpe, y justamente eso está coincidiendo con un claro aumento de las disputas localizadas en ciertas zonas, en general en barrios periféricos pobres de Montevideo, donde se ha instalado el narcotráfico”. Todo lo cual lleva a considerar a muchos vecinos "que se está produciendo un estrangulamiento en el mercado ilegal".

Algo que supone una buena noticia por más que desde los altos mandos policiales también se vinculan los ajustes de cuentas a las operaciones llevadas a cabo por la fuerza en lo que hace al cierre de puntos de venta de drogas, o a cambios dentro del mercado, en el que se venden menos sustancias baratas como la pasta base (un desecho de la cocaína) y se consumen más drogas de síntesis.

En cuanto a las “cifras de la violencia”, datos no oficiales del primer semestre de 2018 apuntan a un claro aumento de los asesinatos, ya que en los primeros seis meses se han registrado 215 frente a los 131 en el mismo periodo del año anterior.

Para poder interpretar el significado de esos datos, se debe tener en cuenta que según las estadísticas oficiales, en todo el año 2017 fueron asesinadas 283 personas, mientras que el año anterior hubo 268 homicidios, en un país de 3,4 millones de habitantes. En Montevideo, la zona donde se registraron más hechos de violencia, las autoridades reconocen que alrededor del 45% de los homicidios tuvieron que ver con peleas por el control de territorio entre narcotraficantes.

En conclusión, según los medios de ese país, “aunque las encuestas muestran que la población es cada vez más favorable a la regulación de la marihuana, el aumento de la violencia se observa con preocupación”.

La relación precedente, vuelve problemática la extrapolación del proceso uruguayo en ese ámbito a nuestro país, independientemente del hecho señalado como positivo “del estrangulamiento” en la materia, que a estar a las cifras indicadas no significa una reducción significativa del consumo por parte de los residente en el Uruguay.

A lo que habría que agregar, que el régimen puesto en vigencia tiene una dimensión acotada, dado que queda fuera del mismo el mercado de consumo que significa la multitudinaria presencia de turistas, que como es obvio, busca satisfacer su demanda en el mercado negro allí también existente.

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