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Samid, condenado
Samid, condenado
Samid, condenado
Pocos han de ser seguramente quienes no se hayan enterado de dos noticias, las dos con mucha miga, que se dieron a conocer en la tarde del pasado miércoles. Aunque pocos han de haber sido los que se detuvieron a reflexionar respecto a ellas, dada la fatiga cargada de enojo y hasta con efectos depresivos – valga la aparente contradicción- que provoca encender la televisión, prender la radio, o abrir un diario, dejando de lado a aquéllos – a los que mal suponemos enfermos- que están todo el día “conectados”.

Es que el nuestro debe ser el único país en la tierra, donde diariamente están agendados –y lo peor es que se hace pública esa agenda como si se tratara de partes meteorológicos- los cortes y marchas de piquetes del día en la ciudad de Buenos Aires, en los que hasta se incluye el horario de inicio, aunque quede impreciso el de finalización -es que pueden producirse imprevistos- de cada dada uno de ellos.

Hubo un tiempo que en esa ciudad -antes de que brotaran los manteros- era frecuente escuchar en boca de los vendedores ambulantes que se subían a los colectivos o a los vagones del subte a ofrecer su mercadería, terminaban su larga perorata, remontándola con una ristra de nuevas ofertas, todas ellas incluidas en el precio de lo que se había ofrecido previamente señalando “Y como si esto fuera poco”… Hoy “como si esto fuera poco”, contamos con la información acerca de los periplos de moto chorros en cada jornada, sembrando perversidades a la vez que cosechando de lo ajeno. Y también con los anuncios de las chicas que en los últimos días se fueron o no volvieron a la vivienda familiar. Es curioso que en estos casos sea casi una constante que se trate de chicas, y no de chicos, ya que ello daría la impresión que ellos dan muestras de un apego mayor a su guarida, al mismo tiempo que se conoce otro “parte” vinculado con los feminicidios y otros horribles casos de violencia familiar producidos durante la jornada. Y de lo que sucede en el exterior mejor ni hablar, salvo que uno se encuentre con la nota sensible que significa el envío por parte del Papa Francisco de otro rosario más, esta vez a Amado Boudou.

Es comprensible que en medio de este maremágnum de información no se preste la atención debida a detalles de informaciones como a las que nos referíamos al comienzo.

La primera de las afirmaciones conocidas a las que aludíamos, tiene que ver con el inefable Samid, el rey de la carne, oficialista sempiterno durante el gobierno de las distintas vertientes del peronismo, persona adinerada con plata procedente de un trabajo persistente, en el que deben ser incluidas sus creativas trapisondas, showman televiso como forma de darle una mano a Tinelli, prófugo de la justicia repatriado, en un periplo que debe hacer costado una millonada, si se tiene en cuenta que mandar a buscarlo y traerlo de vuelta costó al gobierno casi un cuarto de un millón de pesos.

Pero no es a nada de eso de lo que en la ocasión nos interesa ocuparnos, sino del hecho que Samid a su regreso fuese judicialmente condenado a cumplir cinco años de cárcel como supuesto miembro- la sentencia no está firme todavía- de una asociación ilícita, junto a otros ocho acusados, que evadió IVA retenido o percibido a terceros entre otras maniobras, por unos 23 millones de dólares. Pedimos que se retenga un dato: que Samid es condenado por un delito continuado que tuvo su inicio hace de esto un cuarto de siglo atrás.

La otra noticia que aquí nos interesa está referida a la circunstancia que nuestro canciller Jorge Faurie recibió el 4 de noviembre pasado – aunque ese hecho recién ahora se da a conocer- una carta oficial de su par iraní, Mohammad Javad Zarif, en la que el diplomático le informa que el “Memorándum de Entendimiento entre la Argentina e Irán por la Causa AMIA” llegó a ponerse en vigencia y sostiene que el texto del acuerdo implicaba el levantamiento de las alertas rojas de Interpol que pedían la captura internacional de los iraníes acusados por la voladura de la mutual judía en 1994. A lo que se añade que, según esa carta, después de la firma del Memorándum indicado, se efectuaron dos rondas de conversaciones entre los expertos de ambos países en Zúrich, Suiza, en noviembre de 2013 y en Dubai, Emiratos Árabes Unidos, en marzo de 2014, sobre dicho documento. Algo que lleva a presuponer que el documento que se firmó, tal como se ha indicado, en enero del 2013, y desde allí en más comenzó a ser cuestionado, o sea que lo es desde hace casi siete años, sin que no haya todavía sentencia en la causa judicial abierta como consecuencia de su firma.

Mientras tanto no es nuestro propósito en está ocasión remover los expedientes trágicamente sin concluir, algo que hace doble la tragedia a la vez que esa circunstancia debería llenarnos de una vergüenza que hemos perdido hace de esto ya mucho tiempo atrás, sino apuntar a una sola circunstancia, cual es que el proceso que culminó en el memorándum comenzó a investigarse hace ya de esto casi siete años atrás.

De donde cabría concluir que Samid hace más de un cuarto de siglo que viene cometiendo tropelías. Y que los chanchullos vinculados con el atentado a la AMIA parece ser que por un tiempo similar fueron apañados y casi siete los referidos al memorándum.

Sin salirnos del tema, debemos recordar que la sabiduría popular nos enseña que, para que una corrección aplicada a un perro que ha cometido una falta resulte eficaz para modificar su comportamiento, esa corrección debe seguir de forma inmediata a la inconducta incurrida, ya que de no ser así resulta ineficaz.

Resulta que los seres humanos somos diferentes a los perros, pero también resulta claro que cuando mayor es el tiempo que separa la comisión de un delito de la condena judicial, menor es el valor de ejemplaridad de la sentencia condenatoria, y de esa manera queda reforzada la sensación social de impunidad, máxime en el transcurso de un tiempo prolongado las causas que llegan finalmente a sentencia no culminan en una condena, sino en una absolución por prescripción de la acción penal.

Reflexiones las precedentes que deberán tenerse presentes, frente a la avalancha de procesos, consecuencia de actos de escandalosa corrupción por todos conocidos, y que en este momento dan la impresión de estar encharcados, inclusive en ocasiones por algunos jueces.

De donde cabe repetir que nos encontramos ante otros ejemplos de un estado de cosas que nos ha llevado a reflexionar en forma machacona que “así estamos y así vamos a terminar, de no cambiar la forma común de actuar entre nosotros”.

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