Las cosas son tan simples en materia económica, aunque en nuestro caso no nos detenemos en la insensata determinación de volverlas complicadas, que hasta resulta una obviedad que cuanto más exportemos como país, es no solo posible que exista la posibilidad de importar en proporción equivalente, sino que, lo que es todavía mejor, de esa manera se asistirá a un crecimiento consolidado de nuestra actividad productiva y a una fortaleza hoy en día imposible de nuestra economía.
De allí la necesidad de comportarnos en materia de comercio exterior, no sólo como actores ágiles y hasta intrépidos, sino también correctos. Es que se trata de actuar en todos los órdenes de la vida –y no sólo el económico- como lo que, en un tiempo ido era común decir, a la vez que se actuaba de esa manera como “buenos padres de familia”.
Dado lo cual debería ser motivo de preocupación – a la vez que no estaría demás preguntarnos si en la actualidad como padres actuamos en la forma que se espera de ellos- la información que China suspendió hace de esto un tiempo a un frigorífico de nuestro país como exportador, por encontrar carne en mal estado, en un contenedor recibido en ese país.
No se trata de algo de lo que debemos extrañarnos porque no es la misma vez que sucede, e inclusive recordamos que en una ocasión, y en lo que se refiere a la exportación de miel con ese destino, se produjo una situación de mayor gravedad todavía, ya que como consecuencia en ese caso las partidas de miel que no reunían las condiciones exigidas, no se asistió a la suspensión de la recepción de productos de un solo establecimiento frigorífico, sino que se cerró abrupta y totalmente la importación de ese producto por parte de dicho país, con origen en el nuestro.
No se trata aquí tan solo de la importancia que tiene en la actualidad en materia de carnes el mercado chino, el que ha registrado un crecimiento exponencial como consecuencia de la convergencia de la política que en la materia elaboró y aplicó la actual administración, que significó el inicio de la resurrección de una ganadería que en entre nosotros, siendo muy benevolentes, cabría calificar como más que de aletargada, de alicaída. Según información fehaciente la exportación, en los primeros siete meses de 2019, el envío de productos carnes de nuestro país con destino a China, fuera, medida en toneladas peso producto, de 194.861 toneladas, una suba del 102,6 por ciento respecto de igual período de 2018. Y otro dato, que es principalísimo, si se tiene en cuenta, que según las mismas fuentes el 72,6% de la carne exportada por nuestro país al mundo fue a ese mercado.
Circunstancia, tal como acabamos de señalar, que independientemente de su envergadura específica no es la principal, ya que con acciones de este tipo alimentamos la impresión de que no somos un “país fiable”, o lo que es lo mismo que los argentinos no somos fiables.
Se trata indudablemente de una opinión errónea, porque no son las excepciones, que las hay, las que marcan la norma, pero de cualquier manera es necesario extremar políticas y recaudos, acompañándolo todo de los indispensables refuerzos culturales, con el objeto de aventar toda posibilidad de que se nos califique de esa manera.
