La colocación de acciones de Loma Negra demuestra el renovado interés de los inversores por las acciones argentinas

Las acciones argentinas estuvieron durante mucho tiempo estuvo fuera del radar de los inversores. Con muchas empresas quebradas a la salida de la Convertibilidad, un gobierno que siempre consideró al sector empresario, salvo a unos pocos amigos, como contrarios al espíritu de su modelo, con una violación sistemática de contratos, el uso de las acciones en poder del Fondo de Garantía de Sustentabilidad como elemento de presión aún a costa del daño económico que esa forma de actuar causaba al propio Fondo, y una Ley de Mercado de Capitales que esencialmente buscaba permitir al estado intervenir las empresas, ese desinterés inversor resultaba lógico.

El corolario de todo ese proceso de ataque al mercado de capitales local fue la decisión de MSCI-Barra, en 2009, de degradar al mercado de acciones argentinos del índice de mercados emergentes al índice de mercados de frontera.

Esta concepción errónea de la utilidad del mercado de capitales como fuente de financiamiento para que las empresas pudieran encarar proyectos de inversión quedó reflejado en la sequía de operaciones de capitalización durante casi una década. Luego de las emisiones de Edenor y Clarín en 2007, no volvió a haber otra emisión relevante hasta 2016.

Todo cambió a partir de 2015. En especial, la eliminación de las restricciones a la entrada y salida de divisas y la habilitación para que las empresas volvieran a pagar dividendos resultaron cruciales para resucitar el apetito de los inversores por un mercado aletargado.

Con mayor lentitud que la que le tomó al mercado de bonos volver a la vida, el mercado de acciones fue lentamente volviendo a generar interés. Desde diciembre de 2015, las acciones han más que triplicado su valor, según el índice Merval. El mercado de capitales volvió a cumplir su función principal.

Los grupos financieros Galicia, Macro, BBVA y Supervielle y las desarrolladoras inmobiliarias IRSA y TGLT son algunas de las empresas que aprovecharon el nuevo viento de cola para tomar capital en el mercado de acciones y asegurar su capacidad de seguir creciendo. La muy exitosa salida a cotización de BYMA (Bolsas y Mercados Argentinos) da fe de la confianza de los inversores en que el mercado de capitales seguirá en expansión.

La desilusión que provocó en mayo de este año la decisión de MSCI-Barra de posponer un año la reinserción de las acciones argentinas en el índice de mercados emergentes duró un suspiro. El mercado ya baraja la probabilidad de que esa desilusión sólo haya sido pasajera y que ese paso ocurra en mayo de 2018.

El renovado interés inversor por las acciones argentinas podría quedar confirmado esta semana. La colocación de acciones de la cementera Loma Negra ha despertado un furor inédito entre los inversores. La operación cierra el martes 31 de octubre.

Este furor obedece a varios motivos. En primer lugar, porque se trata de una colocación cuyo tamaño resulta muy relevante para los inversores globales: recaudará unos 1.000 millones de dólares. En segundo lugar, porque con ese tamaño la acción tendrá alta liquidez en el mercado secundario y podría ingresar en el índice de MSCI-Barra. Finalmente, porque los méritos de la empresa justifican también el furor: se trata del líder de un sector que está en pleno auge a partir del despegue de los créditos hipotecarios y del énfasis gubernamental en la obra pública.

En un momento en que el Gobierno ha dejado en claro que no puede seguir endeudándose al ritmo al que lo viene haciendo por mucho tiempo más, y que optará para varias obras por esquemas de participación público-privada, permitir que el sector privado tenga acceso fluido al capital local y extranjero resulta esencial. Como quedó demostrado con las licitaciones para aumentar la capacidad de generación de energía eléctrica: muchas de las obras están siendo financiadas con emisiones de deuda de quienes ganaron las licitaciones.

Cuando se habla del mercado de capitales, el amarillismo pone el foco sobre la especulación, pero omite hacer referencia a sus beneficios. El mercado de capitales permite canalizar de manera eficiente el ahorro hacia la inversión productiva. Comprar bonos o acciones de un emisor es inevitablemente una apuesta al futuro que importa una dosis no menor de especulación. Luchar contra esta especulación en activos financieros impide que las empresas puedan invertir en activos productivos.

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