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Algunos de los presentes en la marcha del 21F.
Algunos de los presentes en la marcha del 21F.
Algunos de los presentes en la marcha del 21F.
La alternancia en los cargos públicos es esencial en una república, dejando atrás los cargos vitalicios, combatiendo de esta forma el nepotismo – palabra de moda en estos últimos tiempos- y poniendo límites a todos los males que implica no sentirse con un rival que nos pueda hacer sombra.

El oficialismo actual (Cambiemos) hoy no tiene una oposición clara, y se da el gusto de elegir a su opositor, estando más que claro que aún garpa la grieta, por eso en cada oportunidad que tienen la ponen en el centro de la escena, y de esta forma siguen logrando polarizar entre el presente y el pasado.

¿Y el futuro?, uno de nuestros mayores males es que siempre miramos el futuro, entonces muchos están pensando en el 2019 olvidándose del presente, pero incluso esto no es deliberado, por el contrario el mirar tanto para adelante – y cada tanto para atrás- pareciera que genera un efecto anestésico sobre el presente, permitiéndonos justificarlo atento nuestro pasado, pero por sobre todo porque lo que vendría sería mucho mejor. ¿Y sí no es así?, uno trata de ser optimista, pero hay que pegarse una ducha de realismo de vez en cuando- antes también estaba de moda lo de ducharse, pero de humildad- y esto implica ver el presente, analizando ambos polos – pasado y futuro- sin el fanatismo del odio.

Entonces no podemos pensar que estamos bien, porque en definitiva quien paga los costos de los desaciertos es el pueblo – categoría difusa sí las hay, ¿Quién es el pueblo?- los números de la economía preocupan a todos, incluso a los mayores defensores del oficialismo, es evidente que no están dando los resultados esperados y el contexto internacional cada vez nos es más adverso. El endeudamiento no se siente – tanto- pero va agotando las posibilidades de seguir consiguiendo apoyo internacional, mientras tanto la inflación continúa.

La presión tributaria no ha cedido, por el contrario sí tomamos los números actuales, y su impacto en el bolsillo del vecino de a pie, podemos arribar a la conclusión diametralmente opuesta.

Las promesas de campaña, la campaña del miedo han quedado en el olvido, un claro ejemplo es el impuesto a las ganancias, o la quita de subsidios, así como un sinfín de medidas que se iban a tomar, pero quedaron en la retórica de campaña, para la tribuna.

El gasto público no bajó, sino que subió, y el desconcierto económico se va dispersando por la clase media, que empieza a familiarizarse con términos no habituales como son los bonos, atento que el plazo fijo no logra ganarle a la inflación, y vuelven una vez más dos indicadores de nuestra vida diaria como es la cotización del dólar y el riesgo país.

Las paritarias vienen en baja, no hay que ser economista para darse cuenta que si se pone un techo mientras al mismo tiempo suben los servicios que terminan formando precios, el trabajador terminará ganando en términos reales menos que el año 2017, y sumado a la presión fiscal, es un coctel donde no queda otra que asegurar que al ajuste lo sigue pagando el mismo sector social.

Los jubilados ya perdieron, esto es una realidad, los trabajadores también sí siguen este camino de paritaria, pero la lista de perdedores no terminará ahí, debemos agregar la institucionalidad, que parecía que cambiemos venía al menos a modificar eso, un claro ejemplo es el vergonzoso decreto de necesidad y urgencia que modificó una cantidad innumerable de leyes, aprovechando una trampa creada en la era K, que permite mediante los DNU torcer la función del Congreso.

Un Congreso que se queda mirando lo que le desean mostrar, por ejemplo ahora poniendo en agenda el tema del aborto, cuando en los hechos este debate quedo atrás luego del patético fallo de la Corte, donde modifica la interpretación y hasta las palabras del Código Penal.

Nos creemos lo del progresismo, cuando somos un país en retroceso siempre, sentirnos orgullos por llevar ahora el estandarte del aborto nos debería dar pena, ya que significa que hemos fallado en todo, y nos queda debatir sobre cuestiones que van en contra de un principio fundamental como es el derecho a la vida. Pero es lindo debatir sobre esto, mientras los problemas nos llueven de todos lados. Aclaro estoy en contra del aborto, no me molesta que se debata, pero sí que se usado el tema para desviar la atención.

Y ante este panorama complejo la oposición pareciera estar más preocupada para no ir preso, sí leyó bien, preso. Porque nuestro poder judicial es obsecuente de sus ingresos obscenos, sino no se entiende como todos los sospechados de corrupción que han dejado el gobierno en diciembre de 2015 no hayan sido juzgados, para poder separar la paja del trigo. También hay inocentes aunque tal le cueste creerlo.

Es inviable un país que no tenga una justicia eficiente y eficaz, donde los procesos demoren años, y vayan zigzagueando según el poder de turno, en vez de ser verdaderamente imparcial.

Y esto nos lleva una vez más al título de la columna, ¿y la oposición?, cual es la alternativa para los que desean otro cambio- y seguimos con las palabras de moda- sí los otros son el pasado, estos el presente, ¿y el futuro?

Da la impresión que a gran parte del peronismo le agrada la posición de oposición, contar con fueros y mantener algún que otro bunker para seguir en cartelera, pero nadie está realmente pensando en la construcción de una alternativa, que permita incluso corregir los errores del actual gobierno, porque no es sólo controlar, también aportar otros enfoques, nueva ideas y confluir en políticas públicas.

La oposición está en un laberinto, entre los K, los no K los anti K, los peronistas, los no peronistas, etc. Pero sin lograr encontrar espacios reales de debate, donde se ponga blanco sobre negro, y fundamentalmente comenzar con otra clase de baño, el de la ética. Por ética algunos deberían dar un paso al costado, mirarse al espejo, y hacer una verdadera autocritica, despojarse del divismo político, y el exceso néctar de egolatría, para entender que no somos más que nadie, y debemos entender que no se puede seguir viviendo del Estado, o no quedará nada de él.

Necesitamos una oposición fuerte, "Cambiemos" la necesita, y por sobre todo el pueblo, sí eso que nadie sabe bien que es, pero pega lindo, hablar de pueblo.
Fuente: El Entre Ríos.

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