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Tengo un deseo sin cumplir, con lo que vengo a esconder la cantidad pasmosa de mis deseos incumplidos. Como si me tratara a mí mismo, como uno de esos políticos de promesas muchas, grandes e incumplidas.

En realidad, mi deseo es pequeño y de lo que se dice poca monta, si se miran bien las cosas. Porque de lo que se trata es de ver encender una tardecita que se hace noche, la primera estrella que se “prende” ese día en el firmamento como si fuera una lamparita.

No me explico el porqué de ese deseo. Será porque me daría la impresión de que justo en ese momento nace ¿o es que hasta que se enciende estaba o no estaba allí arriba y es como si resucitara?

Esto último es lo que iluminó no el cielo, sino mi cabeza, cuando escuché a mi tío decir que Andrés Manuel López Obrador, AMLO como se hace decir como si él se tratara de una sigla, el mismísimo recién ungido presidente de México y ahorita nomas, ya en funciones, ¡había nada menos que “resucitado” una palabra! Algo bien de político me dije, ya que de tanto prometer y prometer en una de esas la pegan y aciertan, y el milagro se produce.

En realidad, me explicó mi tío, lo de AMLO es más sencillo, porque lo que pasa es que resucitó una palabra, para con ella de un mismo saque, golpear a todos los que están en contra suya, o al menos eso es lo que le parece.

Es que los sacudió con el mote de “fifí”, que según me dicen era una palabra que estuvo bien de moda hace de esto casi un siglo, y de la que por mi parte no tenía ni noticia.

Una palabra que me sonó dulce, parece tan dulce en estos tiempos llenos de tanta guaranga grosería (¡!). Hasta que mi tío sacó del portafolio una revista y me preguntó abriéndola, acerca de cuál era el significado de ella que quería saber, si el de los sabiondos o el que se utilizaba en esos tiempos centenarios en la calle.

Sin llegar a contestarle, se despachó diciendo que para los sabiondos la palabra “fifí” es una expresión que desnuda el privilegio que se defiende y se reivindica como legítimo impúdicamente -todo ello dicho rápidamente y de corrido, como si se tratara de una sola palabra, ¿qué tal?- y en lenguaje de la calle “fifí” es una palabra que se usaba como un insulto para decir de alguien que era un afeminado de esos que andaban por allí llamado la atención, en la época en que eso era mal visto.

Fue allí cuando le pregunté a mi tío acerca de cuál de esos dos significados era al que se refería el hermano presidente al aplicarla a los que les disgusta esa palabra y me cortó diciendo secamente “a los dos”.
Fuente: El Entre Ríos (edición impresa)

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