Atención

Esta imágen puede herir
su sensibilidad

Ver foto

Compartir imagen

Agrandar imagen
Parte de una misma gran historia, la revolución digital. Sucede que la innovación de estas últimas décadas ha alcanzado ribetes inimaginables, lo que ha implicado que muchos trabajos desaparezcan mientras surgen otros nuevos. Los despidos de Télam y la historia de nunca acabar de El Diario de Paraná están íntimamente interrelacionadas y tienen que ver con ese fenómeno. Télam acaba de anunciar el despido de 354 personas, casi un 40% de su planta. El Diario, el despido de 30 personas, que se suman a 55 anteriores. Télam seguramente se ocupe de indemnizar a sus despedidos, El Diario también debería hacerlo.

La traumática situación en ambos casos, una agencia de noticias oficial por un lado, un diario centenario por el otro, no es otra cosa que el epílogo natural de la revolución que viven los medios de comunicación. Por mucho tiempo, y esto sigue sucediendo todavía con algunos medios, se trató de tapar el sol con las manos, gracias al generoso aporte oficial, tanto a agencias de noticias varias como a medios de comunicación privados, tanto en Capital Federal como en el interior, principalmente? en sus ciudades capitales. Sinceramente, en esta era de las comunicaciones digitales es difícil entender por qué una agencia de noticias, por más importante que sea, pueda tener casi mil empleados, y que un diario de una ciudad mediana pueda soportar más de cien empleados en su estructura.

Estamos en una época donde cualquiera puede oficiar de periodista, tener su propio sitio de noticias o su propia radio en internet, y si hace un trabajo de calidad? llegar, además, a un público importante. Todo esto con una utilización mínima de recursos y de estructura, el llamado periodismo ciudadano, generando contenidos por toneladas. Los medios de comunicación medianos y más grandes -en sus distintos formatos- se han transformado en "curadores de noticias" por buscarle algún termino, y aspiran a seguir disfrutando los favores del público desde una mayor rigurosidad periodística y un apego a la verdad, no desde los trascendidos ni desde las operaciones de prensa.

El problema de estos nuevos modelos es precisamente cómo sostenerse económicamente. Las suscripciones por internet hoy no se pagan, Clarín y La Nación, por ejemplo, parecen lentamente resignarse a la idea de que el consumidor argentino no pagará nunca ni un centavo por su contenido como sí sucede en otras partes del mundo, y de la migración publicitaria a internet el 80% de esa torta ha pasado a las exclusivas manos de Google y Facebook. Para los demás, migajas.

Este cambio de paradigma ha hecho entonces que estructuras periodísticas? tradicionales se mantengan casi exclusivamente por obra y gracia del estado, o sea del aporte de los contribuyentes. Esto fue lo que sostuvo Télam hasta ahora, la que se había vuelto una renovada cuna del periodismo militante. Y también a El Diario, donde tanto el gobierno provincial como la municipalidad de Paraná se dedicaron a volcar por años valiosos recursos del estado para evitar su inevitable desmantelamiento. Una práctica cuestionable en ambos casos, y que ahora -por lo menos en el caso de Entre Ríos- comienza una etapa de transformación. Casi todas las municipalidades más importantes de la provincia han pasado a crear secretarias de medios, con decenas de empleados a cargo, y a armar estructuras de radios, esto en un contexto general donde sabemos que la plata la más de las veces no alcanza.

Claro que todavía son muchos los medios privados que sobreviven gracias al auxilio oficial, como era el inexplicable caso de El Diario, pero poco a poco sus responsables van entendiendo que esa ya no es una estrategia adecuada para la supervivencia de largo plazo. Sobre todo porque al público le cuesta convalidar su presencia en medios donde la parcialidad y la falta de libertad editorial son claras y manifiestas.

No se pretende con esta reflexión asustar a quienes hoy ganan su sueldo dignamente trabajando por algunas de estas plataformas, en el caso de nuestra provincia casi todas bien conocidas. El periodismo como lo conocemos va a seguir existiendo, aunque es posible que bajo otra forma. De hecho, eso es lo que hoy estamos debatiendo en esta columna. Sin embargo, para que esa transformación sea un éxito y consiga sostener y generar más fuentes de trabajo en esta actividad será necesario un mayor apoyo del sector privado, en este caso como anunciantes. Los privados son también culpables de que en Argentina, y por su falta de acompañamiento o indiferencia, el estado se haya vuelto artífice en la decisión de qué medios siguen existiendo y cuáles no. Sobre todos los pequeños y medianos.

Los medios deben entonces ajustarse a esta nueva realidad, y desde una visión más realista en escala y tamaño, aprender a pedir el apoyo de la ciudadanía, con auspiciantes de los más variados orígenes.? El modelo de empresa periodística que trabaja para el poder de turno esta perimido. Y el modelo de medios públicos múltiples -utilizado para provecho propio por el que esté en el gobierno- probablemente? no termine de despegar tampoco. Es difícil no empatizar con los trabajadores despedidos de Télam y de El Diario. Pero estaban viviendo -muy posiblemente engañados- en un mundo de ficción. Una nueva matriz en los medios de comunicación llegó para quedarse. Y es hora de que todos lo entendamos así.
Fuente: El Entre Ríos Edición Digital

Enviá tu comentario