Pero se los puede a este tipo de adminículos mirarlos desde otra perspectiva, cual es el engorro que resulta poder desprenderse del avión, por la circunstancia que sea, cuando se trata de venderlo.
Ese es el caso del Presidente mexicano López Obrador que no ha podido vender el Boeing 787-8 afectado a ese tipo de servicios, luego de intentarlo vanamente en el primer año de su administración.
Se podrá decir que toda cosa tiene su precio, y que es vendible cuando existe en consecuencia alguien dispuesto a pagarlo, pero el caso es que AMLO –asi se hace llamar en lo que parece una marca de fábrica, y es tan solo una sigla compuesta por su nombre y apellido- quien le ha puesto una base a la operación de la que quiere moverse.
Es por ello que para no salirse de sus treces, está intentando la alternativa de transformarlo en el premio único de una inusual rifa.
Cuya organización ha quedado a cargo de la Lotería Nacional, y que significa la posibilidad de adquirir uno de sus seis millones de boletos al precio de quinientos pesos mejicanos cada uno. Mientras tanto, el propio presidente ha tomado en sus manos el promover la compra de esos billetes, cuya recaudación será volcada en diversos destinos vinculados con la salud de la población, dado lo cual se señala que en realidad se asiste a la convocatoria a un esfuerzo patriótico.
Como se ve, algo muy distinto, a la intención de “rifar un país”, idea que seguramente habrá quienes han intentado ponerla en práctica, y lo peor del caso lo han conseguido…sin hacerlo público.
