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Hablar de yerba es y no lo mismo que mencionar la hierba. La misma cosa es cuando estamos haciéndolo de las gramíneas.
Pero no de la yerba mate que es la hoja de un árbol.

Me dicen que hay quienes esquivan llamar a la marihuana por su nombre, y por eso cuando la mencionan hablan de la hierba o de la yerba.

Por mi parte no sé si es así, porque a la marihuana la conozco solo de mentas, y ni siquiera reconozco el olor que deja cuando se fuma, que me dicen es fácilmente reconocible.

Con la coca, que no es lo mismo que la marihuana, pero que van en la misma dirección, se puede hacer té. Casi igual al mate cocido, porque son las hojas de un arbusto que lleva el mismo nombre, aunque dicen no es tan rico su gusto como un buen mate cocido. Pero, ¿hay té de marihuana?

Me he ido para cualquier lado. Porque lo que quería decir es que por una de esas casualidades de las casualidades, o coincidencia de las coincidencias, la ruta de las dos yerbas, la marihuana y la mate, han venido a coincidir aunque a años luz de distancia.

Porque se da el caso que los jesuitas de las misiones mandaban por el río Uruguay a la yerba mate desde Yapeyú, al menos hasta Buenos Aires. Avanzando de campamento en campamentos fijos, que llamaban “resguardos”, y de los que había uno al menos en “el hervidero” y otro en “paso Vera”, de Paysandú aguas abajo. Eso es al menos, lo que me ha contado mi tío.

Y ahora resulta que nos encontramos con que los que contrabandean marihuana, entre otros derroteros, utilizan la autovía paralela al río, para llevarla de Itatí a Buenos Aires, deshaciéndose de paquetes de la yerba y no por desprolijos, por el camino, en sitios que no sé si también se llaman resguardos.
Fuente: El Entre Ríos (edición impresa)

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