Atención

Esta imágen puede herir
su sensibilidad

Ver foto

Compartir imagen

Agrandar imagen
Las acciones están muy baratas, pero la falta de claridad podría mantenerlas así durante más tiempo del que parece razonable

En la jerga financiera, se señala como una trampa de valor (o value trap) a una acción que aparenta ser muy barata, pero que permanece en tal condición durante un período muy prolongado, provocando un desengaño en inversores que creyeron haber comprado una ganga.

Durante los primeros 10 años de kirchnerismo, el índice Merval subió por debajo de la inflación. Recién cuando en la segunda mitad de 2013 se supo que la expresidenta no podría ser reelecta se dispararon las cotizaciones. Fueron 10 largos años en una trampa de valor.

Con la consumación del cambio de signo político en 2015, todo parecía indicar que la cosa se encarrilaría y los precios de las empresas se aproximarían al valor intrínseco de las empresas. Así fue hasta fines de 2017; en 2018, el índice Merval devolvió todo lo que había ganado durante los primeros dos años de Macri.

Esta semana, una encuesta realizada entre los asistentes a una conferencia organizada por un agente del mercado para inversores financieros locales y extranjeros indicó que, aunque esos inversores acepten que las acciones están muy baratas, el escenario electoral binario los mantiene reacios a invertir.

Las acciones argentinas cotizan a múltiplos muy deprimidos en
comparación con los de empresas similares de países comparables


Las acciones argentinas cotizan a múltiplos muy deprimidos en comparación con los de empresas similares de países comparables. Pero también es cierto que esto es así desde hace muchísimo tiempo. Aunque la brecha de valoraciones se había achicado durante 2017, la tendencia no sólo no continuó sino que se revirtió con fuerza desde entonces. Muchas acciones cotizan no sólo con múltiplos muy bajos, sino con un descuento enorme respecto de lo que costaría volver a armar las empresas que representan.

Quizás la explicación venga dada porque los supuestos comparables no son tan parecidos. Con todos los defectos bien latinoamericanos que podamos encontrar en otros países de la región, ninguno es tan ciclotímico como Argentina. Casi todos parecen tener las cuestiones básicas resueltas, y se mueven en péndulo alrededor de cosas que no hacen a los principios. En Argentina, los principios fundacionales están en discusión desde 1816. Escenarios de vida o muerte como los que en apariencia plantea la elección nacional ciertamente ahuyentan a cualquier inversor, como no lo hacen en otros países latinoamericanos.

Al no ser tan parecidos los países, tampoco lo son las empresas, por más semejanzas que aparenten tener. Con escenarios binarios, discernir el valor fundamental de las acciones puede ser una empresa muy ardua. Precios controlados o precios libres, subsidios o tarifas acordes con el costo de producción, restricciones comerciales o libre comercio, acomodos o libre competencia, son cuestiones que crean o destruyen valor, y sobre las que Argentina aún no se definió.

Quizás la explicación venga dada porque los supuestos comparables no son tan parecidos

Estas discusiones mantienen rezagadas a las acciones y al país. Que la inversión en activo fijo sea apenas 15% del PBI dice más de la baja confiabilidad macro que de la falta de espíritu emprendedor. Es que una decisión de inversión sólo depende de que la tasa de retorno esperada compense adecuadamente el costo del capital invertido. Pretender que el capital invierta fuera de su lógica, o con fines patrióticos, es una sandez.

Cuando no hay buenas oportunidades, las empresas pueden optar por devolver capital a sus accionistas. Pagar dividendos puede ser una buena manera de superar la trampa de valor, pues hace visible el valor de un negocio. Podrá haber dudas acerca de cuánto vale un negocio o un activo, pero no hay dudas de que un dólar es un dólar. Muchas empresas están pagando este año los mayores dividendos de su historia.

Por un lado, es una señal clara de que hay buenos negocios, que generan caja y tienen poca deuda, aunque el mercado financiero no lo refleje en los precios. Pero, por el otro lado, devolver capital en lugar de reinvertirlo es también una señal de que los empresarios, como los inversores financieros, no son ajenos al temor que provocan las incertidumbres políticas.

Si octubre depara el resultado electoral deseado por el mercado financiero, podrá haber un salto en las cotizaciones. Superar el diferencial de valuaciones demandará mucho más. La perdurabilidad de las reglas debe hacerse creíble. Mientras Argentina sólo ofrezca futuros binarios, a sus acciones les costará dejar de ser una trampa de valor.
Fuente: El Entre Ríos Edición Impresa

Enviá tu comentario