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Milei arma gabinete, la dolarización pierde fuerza
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Milei arma gabinete, la dolarización pierde fuerza
Parece mentira cuánto cambian las cosas en apenas siete días. Hace una semana todo era incierto. Desde el domingo pasado, resultado sorpresivo y concluyente mediante, sabemos quién será nuestro Presidente a partir del 10 de diciembre.

Esta certeza, sin embargo, ha dado paso a un nuevo grupo de incógnitas: ¿cómo será la transición?, y ¿cómo se conformará el Gabinete de Ministros de Milei?

Respecto de la primera pregunta, parece haber dos formas de respuesta. Hay colaboración en las cuestiones formales, y una total sordera en las cuestiones administrativas. No se puede decir que sea una sorpresa, sino que es más bien el reflejo de una administración que dejó de estar coordinada y perdió las formas hace mucho tiempo.

En el terreno de la colaboración parecerían encuadrarse los encuentros entre Alberto Fernández y Javier Milei, entre Cristina Kirchner y Victoria Villarruel, y entre varios dirigentes de las segundas líneas, para coordinar un traspaso ordenado del mando durante las ceremonias del 10 de diciembre.

En el terreno de la sordera parecerían encuadrarse las cuestiones referidas a las medidas económicas. Tras amagar con la renuncia, el Ministro Massa decidió aumentar de 30% a 50% el monto de exportaciones que se pueden liquidar en el mercado paralelo de cambios. Si durante la campaña presidencial hubo un alto grado de indisciplina fiscal, monetaria y cambiaria, esta medida hace poco para mejorar las cosas. El BCRA no verá pasar por sus cuentas la mitad de las exportaciones del país, al menos durante los 20 días que median entre el balotaje y el 10 de diciembre. Si no se restringen las importaciones hasta un nivel híper recesivo, el BCRA seguirá perdiendo reservas cada día de la transición.

A la par que transcurre esta transición, a medias colaborativa, a medias estorbadora, el gobierno entrante trabaja contra reloj para armar su equipo administrativo. Un armado que, hasta cierto punto, los medios de comunicación tratan con formas de periodismo deportivo. La ansiedad por la primicia ha generado la pulsión por tirar nombres a la cancha, aunque las designaciones no estén confirmadas más que por “voceros cercanos” cuyo nombre no se divulga. Como si del armado de un equipo de fútbol se tratara, los periodistas ponen y sacan funcionarios como si no fuera nuestro bienestar general lo que estuviera en juego. Se generan expectativas infundadas, que luego deben ser desmentidas por quienes no las generaron. Estas desmentidas siempre provocan malestar entre los involucrados.

El Presidente electo parece haberse moderado a partir del resultado de las elecciones, y parece dispuesto a armar un Gabinete compuesto por personas idóneas para los cargos que detenten, más que por personas de su mayor confianza o pertenecientes a su alianza electoral. Nadie más que él parece conocer los nombres de quienes ocuparán cada cargo. Los voceros, como quedó en claro durante toda la campaña, no son el verdadero eco de su voz, aunque los periodistas los enarbolen como tal.

Milei no tiene mucho tiempo para armar el equipo, pero parece mejor demorarse un poco, y elegir bien, en lugar de apurarse y elegir mal. El periodismo, urgido por la búsqueda de novedades, seguirá urdiendo historias, mitad verdad mitad ficción. Ese es su negocio, no el de Milei. Éste hará bien en actuar con la mayor prudencia, y hacer oídos sordos a las urgencias de quienes necesitan una primicia.

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