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“¡Cuán insondables son sus juicios (N. del A.: los del Señor), e inescrutables sus caminos!”, reza la carta del apóstol San Pablo a los Romanos

Por más meticuloso que uno intente ser en la planificación de los eventos futuros, siempre estará sujeto a que alguna circunstancia imprevisible desbarate los planes. En la actualidad, la frase del apóstol San Pablo ha sido reformulada como que “hay factores conocidos y factores desconocidos que se conocen, pero lo que debería preocuparnos son los factores desconocidos que no se conocen.”

Cuando a comienzos de año se trazó un cronograma para la restructuración de la deuda externa, podían vislumbrarse algunos riesgos a los que el proceso se enfrentaría: los tiempos escuetos, la capacidad de ejecución, las estructuras legales de los bonos, etc.

Nadie aventuraba que un virus misterioso llenaría al proceso de dudas, como consecuencia de una debacle financiera global que se desató en cortísimo tiempo. Ni los más negativos pronosticadores previeron que en un par de semanas la Bolsa de Nueva York, por 10 años una locomotora cuyo avance parecía imperturbable, perdería 27% de su valor, ni que la prima de riesgo que pagan los mercados emergentes se duplicaría o que las monedas emergentes se depreciarían como lo hicieron.

Según el cronograma de Guzmán, hoy vencería el plazo para lanzar la oferta de canje

El esfuerzo que hicieron los bancos centrales para reducir la volatilidad y eliminar los ciclos durante una década se desplomó en un abrir y cerrar de ojos.

Los estadounidenses, tan afectos a las estadísticas, tuvieron durante en este breve lapso, la mayor caída diaria desde el lunes negro de 1987, el récord del menor tiempo para caer 25%, la máxima caída en puntos de la historia, algunas de las mayores dispersiones entre mínimos y máximos en un día y el viernes, la mayor suba diaria desde 2008. Récords para todos los gustos.

Los condimentos que llevaron a esta debacle de los activos financieros globales se sucedieron sin solución de continuidad. El descubrimiento del brote de COVID-19 en China, su propagación hacia Europa y las posteriores restricciones al tráfico internacional y las reuniones masiva fueron un desafío demasiado grande para mercados que se habían acostumbrado a las buenas noticias. Para llover sobre mojado, el fracaso de las negociaciones de la OPEP+ y el anuncio de Arabia Saudita de que aumentaría la producción de crudo y lo vendería a precio de descuento representó el golpe de gracia a la confianza.

Cada uno de estos condimentos repercutió con saña sobre los activos argentinos: nuestro riesgo-país se disparó casi 12 puntos porcentuales, la deuda externa cayó hasta valores cercanos a 30% de su valor nominal y el índice Merval, medido en dólares, se desplomó hasta valores sólo vistos en los peores momentos de la crisis de 2008. Para peor, la crisis del petróleo ha llenado de dudas el futuro de Vaca Muerta, la mayor apuesta del Gobierno para atraer inversiones extranjeras y generar más exportaciones.

Los factores desconocidos que no se conocen tienen, a veces, un costo potencial alto

Sin ánimo de cuestionar las políticas precautorias de los sanitaristas, una mirada puramente numérica al asunto da cuenta de que una proporción mínima de la población de cada país afectado se ha infectado. La precaución es imprescindible, pero la sobre-información nos está llevando a una situación en que la diseminación del pánico va más rápido que la del virus. Con sarcasmo, el viernes se repetía en el mercado financiero que un par de semanas más como las dos pasadas y habrá más personas en bancarrota que las que habrá infectadas.

Al final del día, sabemos que también esto pasará. Es difícil predecir la duración de la crisis sanitaria, como también lo es estimar la duración de la guerra de precios en el mercado de petróleo.

Más cerca de nosotros, los eventos de las últimas dos semanas han sembrado al proceso de restructuración de la deuda externa argentina de nuevas dudas. No es evidente que precios menores provean a una negociación más sencilla, como se repite casi sin pensar. La estructura de acreedores es bastante estable, por lo que cabe suponer que también lo serán sus expectativas, con independencia del precio de mercado.

Según el cronograma de Guzmán, hoy vencería el plazo para lanzar la oferta de canje. A ella le seguiría un par de semanas de reuniones informativas sobre la oferta. Pero ahora se suspendieron los vuelos a EE.UU. y Europa, por lo cual es posible que estas reuniones deban ser virtuales. Los factores desconocidos que no se conocen tienen, a veces, un costo potencial alto.
Fuente: El Entre Ríos Edición Impresa

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