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Hace de esto muy pocos días se conoció en Colón un proyecto de ordenanza por el que se creaba un “consejo permanente de entidades intermedias”, el cual funcionaría como “órgano ad honorem de consulta, asesoramiento y participación del Honorable Concejo Deliberante de Colón, y que será convocado por éste cuerpo”.

Al comentar la iniciativa, omitiríamos referirnos al hecho de que no se trata en realidad de una nueva iniciativa -como por otra parte sus autores lo reconocen- si no fuera por la circunstancia que desde el año 2014 existe un organismo similar cuya subsistencia -si es que la tiene- es fantasmagórica.

Dado lo cual se hace notorio que, tal como ocurre con una frecuencia que espanta, en Colón el Concejo Deliberante tiene una tendencia reiterada de sancionar ordenanzas para el olvido.

De allí en más comienzan los dislates, que no dejan de serlo, por el hecho de que estamos convencidos que sus autores al elaborar el proyecto de ordenanza han tenido la más grande y noble de las buenas intenciones. Es que también conocemos que de dichas intenciones está empedrado el camino al infierno, aunque teniendo en cuenta lo que aconteció con su antecedente, al que nos hemos referido, no es cuestión de agitar falsas alarmas.

Estamos lejos de pensar que nos encontramos ante una iniciativa de “naturaleza corporativa” al estilo fascista, aunque el hecho que la elección de los miembros que la componen quede librada a su decisión, en parte al menos, de las entidades que en ella tienen representación.

Y si decimos, en parte al menos, es porque la integración se vuelve una disparatada mezcolanza, ya que lo integran un concejal de cada bloque del cuerpo, así como uno del Departamento Ejecutivo Municipal. De donde se asiste a la contradicción de la presencia simultánea entre los que deben “dar consejo”, de aquellos que “deben ser aconsejados”.

No puede dejar de pasarse por alto que, según el mismo proyecto, el grupo de los que no son a la vez “consejeros-aconsejados”, se trata de un grupo abierto que permite la posibilidad de acceso de representes de otras entidades -nada se dice si es a pedido de las mismas o debe ser decisión del consejo-. Mientras se carece de explicación de cuál ha sido el criterio seguido para las selecciones de los consejeros “no aconsejados” fundacionales.

No caben sino motivos de reconocimiento tanto para Cáritas como para la Pastoral Social de la Iglesia Católica, pero se nos ocurre que aquí se da una duplicación de representación al menos innecesaria, mientras se omite la mención de otros grupos religiosos de fuerte instalación en nuestro medio, a lo que se agrega que lo mismo ocurre con las organizaciones sindicales.

Todo ello sin dejar de comprender que si ampliamos el listado de sus componentes, el consejo pasará a ser “multitud”, con las imaginables trabas en su funcionamiento.

Nos da, en tanto, un poco de tranquilidad el hecho de que las funciones de los miembros sean ad honorem, aunque mucho tememos que haya que designar un cuerpo administrativo para facilitar el funcionamiento del cuerpo, y no poder dejar de temer que con el paso del tiempo un consejo resucitado, comience a remunerar a sus miembros, invocándose para ello las mismas razones que se dan actualmente -sin que ello signifique que sean válidas- para pagar una dieta a los miembros del Concejo. Al fin y al cabo si los concejales “cobran”, ¿por qué no lo podrán hacer sus “consejeros” -excluyendo, por supuesto, a los que son “aconsejados”- si el consejo cuenta con otros asesores remunerados?

Pero lo que no tiene desperdicio es que entre las finalidades del consejo, la principal sería la elaboración de un plan de desarrollo sustentable, armónico, económico y social para basamento del accionar político municipal.

Es que sin advertírselo -no creemos que en sus autores haya habido subrepticias segundas intenciones- de esa manera se viene a reconocer que en la actualidad la Municipalidad de Colón carece de un plan que sirva de base a su accionar, y que como consecuencia de ello, tal como lo hemos repetido hasta el hartazgo, ese accionar es “espasmódico”. Y que nos encontramos aquí con no otra cosa que las ganas de hacer algo, pero no saber qué.
Fuente: El Entre Ríos (edición impresa)

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