Atención

Esta imágen puede herir
su sensibilidad

Ver foto

Compartir imagen

Agrandar imagen
Miente, miente que algo quedará

Sin ponerse colorado, el gobierno ha hecho de la mentira una práctica cotidiana. A caballo del relato, la verdad se tergiversa día a día, pero al final esto solo parece ser no mucho más que un pequeño detalle.

Fíjense por ejemplo en la colocación del Bonar 24 el pasado martes, 1.500 millones de dólares colocados en el mercado al 8.75%. Totalmente a contramano de la supuesta política de desendeudamiento a la que aluden a diario y que ha sido por mucho tiempo el caballito de batalla del gobierno.

Encima, Kicillof asevera, muy suelto de cuerpo, que nos estamos endeudando a una tasa muy atractiva, apenas por debajo del 9%. Para los que no lo saben o no lo recuerdan, Paraguay y Bolivia se endeudan al 6%, Uruguay a bastante menos. Una tropelía más.

Que se suma a otras como las del Secretario de Comercio Augusto Costa. Esta misma semana, este funcionario dijo, también sin ruborizarse, que el cepo cambiario no existe. Tal vez se lo debería contar a todas las empresas que desde hace varios años tienen remesas de dividendos pisadas por casi trece mil millones de dólares. O a los importadores, quienes no consiguen los dólares para pagar por operaciones de compra de productos en el exterior que ya tienen cerradas y por nada menos que por cinco mil millones de la misma moneda.

Con las estadísticas de la pobreza pasa otro tanto. Como el número de pobres es tan alto a pesar del robusto crecimiento de varios años, el mismísimo Ministro de Economía dice que no sabe cuántos pobres hay porque dar un número es estigmatizar la pobreza. ¿Cómo pensará erradicarla entonces si de arranque ni siquiera conoce cual es la magnitud del problema? Las mediciones privadas son muchas y muy confiables y hay coincidencias en que el nivel de pobreza está en un rango que va del 25 al 30%. Un número tan grande que tal vez precisamente por eso hayan decidido negarlo.

Las mentiritas no terminan ahí. Hay muchas más. Acordémonos por ejemplo de la inflación. Para Kicillof y el INDEC la Argentina es como Suiza. El año pasado Argentina estuvo en el podio de los países con más inflación en el mundo, situación de la que ya llevamos varios años como prisioneros y de la que el gobierno parece no querer hacerse cargo encerrado en su propio mundo de fantasía. Es que la actitud de todos nosotros, incluidos los sindicatos que son por lo general propensos a agarrase una rabieta ante lo que sea, da a entender que una inflación fuera de madre no es algo que nos preocupe demasiado. ¿Por qué deberían ser ellos entonces los preocupados?

Pero resulta que la mentira tiene patas cortas. ¿Hasta cuándo se podrá seguir entonces tergiversando la verdad, caiga quien caiga, cueste lo que cueste? Es que algún día todo se sabe. Y tal vez ese día no esté tan lejos.

Enviá tu comentario