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¿Fue un elogio que Cristina Kirchner dijera del ministro Sergio Massa que “agarró una papa caliente”? ¿O fue una justificación para (otra) mala selección suya? Del discurso inaugural de Massa, en el que prometía una mayor normalización del mercado cambiario, nada queda. Pero la papa sigue caliente.

Hay un problema de nominalidad evidente en el mercado del dólar paralelo. En lo que va del año, la cotización del dólar paralelo aumentó alrededor de 41%, o unos $140. Parece una barbaridad, pero no se distingue demasiado del aumento de los precios en lo que va del año. Como tampoco lo es el salto de $30 (7%) de esta semana, que más o menos acomodó la cotización a la inflación acumulada en mayo. Pero pasar de $350 a $400, y después orillar los $500, tiene un efecto psicológico fuerte en el imaginario popular.

El problema es claro: faltan dólares, y con cepo es imposible conseguir los que las exportaciones no aporten. La sequía hará que este año las exportaciones nos aporten unos US$ 20 mil millones menos que en 2022. Es alrededor de un cuarto de las exportaciones de 2022. No hay soluciones mágicas para ocultar semejante agujero. Algunos de esos dólares faltantes, el mercado los busca en el paralelo. Esto podría descomprimir algunos de los efectos negativos de la falta de dólares, pero al costo de generar otros efectos no deseados, como la suba del precio en ese mercado.

Ninguna de las soluciones que ha anunciado el Ministro para tapar la falta de dólares y la suba del precio en el mercado paralelo han servido, hasta el momento.

Dentro de estas supuestas soluciones, la que mayor repercusión parece tener es el pedido al FMI para que el organismo adelante los desembolsos programados para el resto del año. Eso permitiría cubrir el bache de corto plazo. El periodismo repite, sin pensar, que el FMI aceptaría no sólo hacer el adelanto, sino que permitiría usarlos para intervenir en el mercado de cambios, algo que está explícitamente prohibido en el acuerdo firmado. Estas versiones (¿las circula el Ministro?), de tan optimistas, pierden credibilidad. El FMI es nuestro acreedor. No es creíble que acceda a que el dinero que nos presta sea malgastado. Incluso la parte creíble, la referida a los adelantos, constituye apenas un bálsamo temporario, que generará un hueco mayor dentro de unos meses.

Otra solución creativa, la del dólar-soja o el agrodólar, ha servido para adelantar algunos dólares, a un costo enorme: comprar dólares a $300 y venderlos a $230 genera una pérdida que asume el Tesoro, pero financia el BCRA con emisión, con lo que agita la inflación y la cotización del dólar paralelo.

Las SIRA y las SIRASE, una solución que más que aportar dólares busca frenar su salida, no sólo está sospechada de ser un gran negocio para los funcionarios encargados de su aprobación, sino que además provoca frenos en la actividad que depende de insumos que no se pueden importar. Y no solo eso: generan, además, más demanda en el dólar paralelo por parte de las empresas que prefieren pagar más por dólar en lugar de frenar la producción, y más inflación, porque si el costo de lo importado es el tipo de cambio paralelo, el precio del producto final será mayor.

El cepo reforzado, las cambiantes normas para operar en el mercado paralelo, y las intervenciones directas para bajar el dólar paralelo son otras seudo soluciones que generan más distorsiones que beneficios. Cuando el dólar paralelo subió $30 el jueves, lo hizo porque el BCRA no intervino en el mercado. La explicación oficial fue que se buscó generar pérdidas a quienes hacían un arbitraje que las propias reglas habían creado. Al día siguiente, cuando el BCRA volvió a intervenir, el precio ya no bajó.

Es curioso que el Tesoro y el BCRA intervengan en el mercado paralelo de cambios, dándole una entidad que antes le negaban. Es el mercado donde hay dólares para quienes los necesitan para producir, o para viajar, o para ahorrar. Ahora, es otro mercado en el que el oficialismo malgasta dólares que no tiene. Se estima que la caída de reservas por intervenciones del BCRA en el mercado paralelo durante el último mes trepó a unos US$ 750 millones.

Todos los economistas calculan que las reservas netas, es decir, las que el BCRA podría usar para intervenir en el mercado de cambios, son negativas. Esto sólo puede significar que, para hacer frente a la demanda, el BCRA utiliza dólares que no puede usar. Por ejemplo, los dólares de los encajes bancarios, o lo que es lo mismo, los dólares de los depósitos en dólares.

No la tiene fácil el Ministro, que imaginamos destinatario de críticas cuando no hay intervención oficial en el mercado y, por eso, sube el dólar, pero también cuando el BCRA pierde reservas por culpa de la intervención oficial. La confusión que generan las medidas y las acciones está a la vista.

Tratar de sumar dólares con discursos floridos, pero sin sustento, o intentar frenar su demanda con artificios regulatorios que demandan emitir muchos pesos, no soluciona los problemas para acumular reservas; los agrava: se pierden reservas y sube el dólar paralelo. El BCRA se ha quedado sin poder de fuego en el momento bueno del año. Para el resto de 2023 solo cabe esperar que las penurias se multipliquen. Las palabras del señor Massa dejaron de ser creíbles, y por si solas ya no alcanzan para que la realidad se acomode al discurso.
Fuente: El Entre Ríos

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