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Los combativos metrodelegados
Los combativos metrodelegados
Los combativos metrodelegados
Quiénes sufren las consecuencias reales, graves y concretas de conflictos en los que no tienen arte ni parte

El conocido como “conflicto docente” en nuestra provincia terminó, al menos por ahora. Y decimos por ahora, ya que los dirigentes del gremio, escudados en “la opinión de las bases”, aceptaron la propuesta gubernamental a regañadientes, ya que hicieron público el reparo de su “insatisfacción”. Insatisfechos, dijeron, frente a lo cual cabría preguntarse si para los que así se muestran de una manera sistemática hay una cima donde se alcanza la satisfacción.

Máxime que de mantenerse ese techo en su lugar, y no se lo corriera en forma sistemática, pareciera no advertirse que ese “más y más” puede provocar indigestión.

Mas no es cuestión de dar la impresión de que deseamos ensañarnos con nuestros docentes, ya que por una parte no es esa nuestra intención, sino mostrar que en otras partes del país, se asiste a casos de acción directa sindical que son mucho más salvajes todavía.

Es el caso del modo de actuar de las decenas de sindicatos aeronáuticos, que disponen de una manera sorpresiva, y de un momento para otro, un paro que deja “varados” – dicho así en forma incorrecta, pero gráfica, porque las que se pueden varar son las naves- a infinidad de pasajeros, muchos de los cuales y por razones diversas, tienen necesidad imperiosas, o al menos urgencias de llegar a su destino.

Sin olvidar el caso –ese es el último ejemplo que citamos- de los “metrodelegados”, como así se autodesignan los representante de un sindicato sin reconocimiento legal, que agrupa a los trabajadores de los trenes subterráneos porteños, que cuando no hacen de Robin Hood dejando, como “medida de fuerza”, utilizar el mecanismo, no de la canilla pero sí de los “molinetes libres”, dado lo cual los pasajeros viajan gratis, utilizan a esos pasajeros como carne de cañón interrumpiendo sin aviso el servicio, convirtiéndolos en sufrientes víctimas de paros imprevisibles.

Dejamos, mientras tanto, para otra oportunidad aludir a otra práctica más grave, aunque en apariencia puede aparecer como menos dañina, como es el caso de dirigentes sindicales – empieza a haber denuncias judiciales, por parte de aquellos cansados de sufrirlas- extorsionadores de la “patronal”, en una manera de actuar que nada tiene que ver con “los derechos del trabajador”, sino con el dinero con el que ellos pretenden seguir engordando sus bolsillos ya llenos.

Todo lo cual nos lleva a formularnos y a formular a todos los que tienen que sufrir las consecuencias reales, graves y concretas de conflictos en los que no tienen arte ni parte, ya que son entre patrones y trabajadores, y que sin embargo tienen que soportar en carne propia, sino habrá llegado la hora de una reacción de los victimizados por ese estado de cosas.

Una acción difícil de implementar, dado que si resulta necesario “hacer algo”, para solucionar ese estado de cosas, debe al mismo tiempo reconocer la dificultad de llenar de contenido a ese “algo”.

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