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Ahora que lo pienso, nunca se me ha ocurrido eso de ser un líder. Pienso que no tengo la pasta para serlo, ni me interesa en realidad; no solo los que consiguen llegar a serlo terminan convirtiéndose en lo que en la mayoría de los casos no son otra cosa que ídolos con pies de barro, que en el caso de caerse hacen un enorme zafarrancho y, si se mantienen en pie, terminan mirando al resto de la gente tan de lejos, que en realidad la ven muy de lejos, en el caso que la vean.

Pero que de cualquier manera, aún a los que somos nada más que simples mortales nos visualizan de una manera incorrecta; es decir no claramente, ya que viven encerrados en una burbuja que no es del todo transparente.

Es por eso que prefiero y a todos recomiendo estar panchos, buscando no sacar la cabeza del montón -lo que no significa no hacerlo cuando las circunstancias lo transforman en una obligación- de forma de no ser blanco de medias sonrisas cargadas de sorna o de agresiones incluso de apariencia inocente, ni que se la terminen agarrando con uno por la envidia que despierta.

Pero ahora, según me cuentan, ha aparecido un nuevo tipo de líder, al que llaman “líder del futuro”, cosa no que no entiendo muy bien, porque no acabo de comprender lo que se quiere con eso decir. Para empezar cómo hablar de líderes del futuro si nadie puede saber cómo van a terminar, como pasa con todo caballo nacido para ganar y que se manca antes siquiera de llegar a ser potrillo.

Tampoco entiendo si lo que hoy están haciendo son cosas que en el futuro se considerarán como muy valiosas, aunque no lo son todavía, porque nadie es líder de nada ni de nadie cuando ya está muerto, y lo única forma creo que se los podría tratar entonces es de benemérito. Una palabra vieja, que si ahora se usa poco ha de ser seguramente porque son cada vez menos.

Ese es al menos el parecer de un amigo, que en realidad no sé si llamarlo amigo por lo amargo que es. Porque es difícil, dice, encontrar a quienes se les pueda llamar “benemérito” a nadie que ya no esté muerto, porque cuando se llama así a una persona que está viva, ese trato suena a obsecuencia o intento de manipulación.

Mi amigo, lleno como está de veneno, agrega otro comentario acerca de los declarados “ciudadanos ilustres” de que lo único que es repetible es la alusión a un fraile que se iba a santificar, cosa que no pudo ser, porque la cuestión fue que durante el procedimiento de santificación y cuando ya parecía todo cocinado, no se tuvo mejor idea que la de abrir el ataúd dentro del cual había sido sepultado, para con pasmo descubrir que en realidad estaba vivo, aunque no parecía estarlo, en el momento en que había sido sepultado. De donde al abogado del diablo se le ocurrió preguntar acerca de lo que pudo haber pasado por la cabeza del casi santo que no estaba muerto y por eso despertó, al darse cuenta antes de morirse, esta vez de verdad, que había sido enterrado vivo… Moraleja: para dar ciertos premios y conceder distinciones casi siempre lo más prudente es esperar… hasta el final.

Pero la cosa es que una universidad ha instituido ese título. Y aquí corresponde que haga una pausa para reconocer que la verdad es que los yanquis son mandados a hacer para inventar ese tipo de cosas; porque me dice también mi amigo -el amargo y venenoso- que es lo que hizo Trump con los concursos de belleza contra los que deben tener prejuicios por una costumbre machista-imperialista. Y tengo mis dudas no tenga, en este caso al menos, un poco de razón.

Y será también, según se dice, el próximo mes de junio en la ciudad de Boston, donde se elegirán los primeros “cien líderes del futuro del mundo”, entre los que se encuentra como no podía ser de otra forma un argentino ya que, la verdad sea dicha, es que basta con que nos vayamos afuera o se nos dé afuera para que se nos reconozca en todo lo que podemos llegar a valer.

¿No tuvimos que acaso echar a un compatriota llamado Milstein, para que, luego de encontrar refugio en una universidad inglesa, se despachase con un Premio Nobel?

Nuestro pollo entre los cien se llama Jerónimo Batista Bucher, con una soltería de 21 años, vive en Vicente López y se ha proyectado al futuro en el que presentará una máquina para fabricar vasos biodegradables que reemplazarán a los de plástico actuales, muy contaminantes. La máquina se llama Souri, vaya a saber por qué, y como materia prima para fábricas vasos y sorbetes de plástico utiliza materia prima biodegradable.

¡¡Bravo Bucher!! ¡Un hurra para Bautista! No llegarás a brillar como Messi, y como… Maradona -lo digo chichoneando para que no se enoje- pero es sabido que cada uno hace lo que se puede y Bautista cumplió.

Fue en ese momento que me puse a pensar si no le habrían dado, casi con seguridad, otro premio al inventor del plástico malo. Y ahora, entonces se lo venimos a dar a otro, al inventor del plástico bueno. Y seguí pensando si no es lo mismo que hace el gato, con la única diferencia que este caso la diferencia está en que lo que se tapa lo hizo otro gato. Y fue también allí donde me dije que mi amigo, el amargo venenoso, ejercía sobre mí una mala influencia y que debía terminar con esa amistad y amigarme de vuelta con mi tío.
Fuente: El Entre Ríos (edición impresa)

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