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La tarea del Desarrollo de Personas o de Colaboradores (como se los denomina en algunas Instituciones) es un tema de permanente consultas por quienes tienen personas a cargo. Un comentario frecuente es la escasez o nula posibilidad de conseguir los perfiles adecuados para asumir y ejecutar con eficiencia las responsabilidades asignadas. Que los grandes problemas y frustraciones de las organizaciones son ¡¡los colaboradores!!

Paradojalmente también escucho con asiduidad que las personas son lo más importante que tiene la Organización, aunque en la intimidad, si se plantease una organización sin personas y en consecuencia sin cuestionamientos, sin ausentismo, sin reclamos sobre todo sindicales, sin necesidad de tomar vacaciones, sin desmotivaciones por mala comunicación o por falta de espíritu de equipo, estoy convencido que muchos conductores dejarían de sostener que los colaboradores son lo más importante.

¡¡También es cierto que una organización sin trabajadores no daría lugar a encontrar culpables en los errores y fracasos!!

Más allá de esta pequeña y polémica introducción, lo concreto es que todo gestor o conductor tiene la tarea indelegable de desarrollar a las personas y en este sentido deseo aclarar que no es el área de Recursos Humanos la responsable de este desarrollo. No obstante, sí tiene la responsabilidad de ofrecer herramientas que faciliten a los gestores potenciar y desarrollar su personal.

En algunas organizaciones se genera una indeseable complicidad entre el responsable de R H y algunos conductores, en la cual el especialista de R H, por incapacidad o para justificar su rol, asume que tiene la responsabilidad de desarrollar a la gente y el gestor justifica de ese modo no hacer una tarea clave que le compete y que le desagrada.

En la administración pública la realidad es menos clara; las funciones de mayor nivel suelen ser ocupadas por actores políticos que son designados por razones diferentes a sus capacidades de gestión. Con raras excepciones, ninguna de estas designaciones se ocupa de potenciar y desarrollar a las personas. Por el contrario, con nombramientos arbitrarios y muchas veces no calificados, afectan gravemente la eficiencia de las instituciones. En nuestro país no debemos hacer grandes esfuerzos para encontrar los ejemplos.
El Desarrollo personal y profesional es una responsabilidad individual
“EL TALENTO SIN DISCIPLINA ES COMO UN PULPO EN PATINES. HAY MUCHO MOVIMIENTO PERO NUNCA SE SABE SI VA A AVANZAR, SI VA A IR HACIA ATRÁS O HACIA ALGUNOS DE LOS LADOS” Jackson Brown Jr.

Si repasamos la historia, los grandes protagonistas de la misma, con pocas excepciones, se desarrollaron y gestionaron a sí mismos.

Esta afirmación no exime al conductor de facilitar y potenciar a las personas. No es a través de costosos programas de Management o Conducción sino de un enfoque individual fundamentado en las fortalezas de cada uno de sus colaboradores para garantizar el éxito, como ya lo hemos planteado en los Principios de Conducción como una Profesión.

¿Por qué es individual? Porque cada uno de nosotros poseemos solo algunas pocas fortalezas, porque unos aprendemos leyendo, otros escuchando, otros haciendo, otros con errores y aciertos, otros observando y otros porque deben enseñar.

¿Desde qué enfoque favorecemos el desarrollo en el rol de conductores?, desde observar justamente qué tipo de tareas y responsabilidades desempeña la persona y qué resultados o rendimientos obtiene. Con ello se pueden plantear tareas y responsabilidades más exigentes y demandantes de esfuerzos superiores, porque cada uno de nosotros se desarrolla a través de los mayores desafíos y exigencias, aun cuando creamos que no se puede, porque en realidad la mayoría de las personas pueden dar mucho más de lo que creen.

En cada oportunidad que tuve de consultar a gestores cómo desarrollaban a sus colaboradores y cómo ocupaban las funciones de mayor trascendencia, con frecuencia me respondían que a las personas que se habían desempeñado con buenos resultados les presentaban nuevos y exigentes desafíos y también jefes que potenciaran las fortalezas observadas.

Un ejemplo que alguna vez me compartieron en una organización exitosa planteaba que un colaborador que era excelente en su capacidad de análisis y síntesis de informes de ventas “se le ponía la vara más alta”, se le había asignado a un jefe extremadamente metódico, exigente en la prolijidad y cumplimientos de cronogramas, de rápidas respuestas a clientes y de un estilo de conducción de pocas palabras, como esos profesores rigurosos, de mal carácter y tacaños en las calificaciones, pero que uno recuerda como los grandes maestros de nuestra formación.

Hoy es director de comercialización.

No es mi intención descalificar a los programas de capacitación para el desarrollo de personas ofrecidos por consultoras, universidades y otras instituciones de formación, pero abarcan temáticas generales y están dirigidas a personas que, como ya describimos, poseen características individuales y rendimientos diferentes y además distintas formas de aprender.

Reitero que el desarrollo personal y profesional es UNA RESPONSABILIDAD INDIVIDUAL. No podemos obligar a nadie a desarrollar su potencial o su carrera profesional y en este sentido sugiero que cada persona reflexione sobre su desarrollo.

Como bien describía Miguel de Cervantes:

POR LA CALLE DEL “YA VOY” SE VA A LA CASA DEL “NUNCA”
Fuente: El Entre Ríos

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