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En una de mis columnas anteriores había comprometido referirme a los especialistas en las organizaciones y su relación con la conducción o gestión en las mismas.

Ya nadie cuestiona la importancia de los especialistas en nuestras vidas y, por el contrario, en muchos aspectos, sobremanera en salud, cuando padecemos alguna dolencia deseamos afanosamente que nos atienda el mejor especialista y está muy bien que así sea.

En mi experiencia profesional, en las distintas organizaciones tanto privadas como públicas he tenido la fortuna de conocer excelentes especialistas y otros menos excelentes.

La diferencia entre unos y otros es simple de explicar y muy difícil de realizar o de implementar en la actividad diaria. Están los que desde su especialidad hacen su aporte a la totalidad y los que solo conocen, defienden y actúan desde su “mundo especializado”.

Como en la parábola de los picapedreros, en donde el primero se ganaba el pan de cada día, el segundo se enorgullecía de ser el mejor picapedrero de la región y el tercero sabía que con su trabajo aportaba a construir una catedral, del mismo modo acontece en las organizaciones.

En el primer caso solo corresponde preguntar si está satisfecho con su decisión y si es así respetarlo; del segundo picapedrero, el especialista, nos ocuparemos en detalle más adelante, y el tercero es el que deseamos como comportamiento para la excelencia.

Un área que suele jactarse y abusar de su especialidad es la de Tecnología de la Información, que no siendo consciente del aporte que deben hacer a la totalidad, así como también de las necesidades y recursos de sus colegas, proponen con frecuencia soluciones desde la mirada del especialista pero no de las reales necesidades de la organización. Recuerdo un proyecto en el que formé parte para integrar procesos de gestión en 16 países en América Latina en el cual se invirtieron muchos millones de Euros con pésimos resultados; desde el punto de vista técnico era absolutamente factible; desde las necesidades, innecesario.

No quiero dejar de compartir una experiencia positiva que he tenido en mi participación en la gestión del Ente Binacional Salto Grande. La especialidad de Hidrología es determinante para las decisiones que se deben tomar en relación con la generación de energía, los impactos ambientales, las necesidades de agua potable y las demandas de los mercados energéticos, sin dejar de considerar los intereses políticos.

Quienes estaban al frente de esta responsabilidad tenían en claro cuál debía ser el aporte a la globalidad y así actuaban.

En estos tiempos de pandemia y de una reformulación no planificada de los sistemas de gestión, el rol de los especialistas es clave en el éxito y supervivencia de las organizaciones. La relación virtual que no permite dar espacio a las necesidades sensoriales, a sentir y ver en persona al compañero o al jefe, es de un impacto desconocido para todos nosotros.

Actualmente, muchas organizaciones ya no se huelen ni se tocan. Son una construcción imaginada y supuesta, a veces idealizada en su funcionamiento y, con certeza, para cada individuo diferente.

La insensibilidad, el egoísmo y la soberbia son aspectos que hacen a las características de los especialistas, y estos no pueden ser ignorados porque los efectos negativos en cualquier tipo de instituciones muchas veces son irreparables.

Como bien plantea el profesor Malik, la ceguera que se puede encontrar entre los exclusivamente especialistas es mucho más peligrosa que la ceguera física, porque el especialista solo cree y ve desde su especialidad.

El especialista es capaz de ver el hígado enfermo pero no al paciente; ve el producto pero no el cliente.

“LA SOBERBIA NO ES GRANDEZA SINO HINCHAZON, Y LO QUE ESTÁ HINCHADO PARECE GRANDE PERO NO ESTÁ SANO” - San Agustín

Otra cuestión que deseo mencionar en relación con los especialistas es que normalmente no asumen que, aun cuando no tengan colaboradores a cargo, el impacto de sus decisiones condicionan las actividades del resto de la organización y por lo tanto se deben considerar parte del grupo de conducción, lo que habitualmente no es de su agrado.

Como ejemplo, un especialista en investigación de mercado determina las necesidades del cliente y, en consecuencia, condiciona la cadena de valor para la que trabaja; además, pone en tela de juicio las estructuras jerárquicas de la organización. Es crucial satisfacer las necesidades del cliente antes que satisfacer las necesidades jerárquicas. Un incentivo para analizar las jerarquías y el achatamiento de las mismas.

Finalmente y a modo de síntesis los especialistas que comprendan y actúen aportando a la totalidad serán aquellos que se destacarán con los aportes de sus conocimientos, serán reconocidos y solicitados y no necesitarán de ningún factor de motivación externo para contribuir a la ¡¡¡excelencia!!!

Un colega me compartía qué importante es que un especialista además de escuchar entienda y actúe desde la mirada del otro.

“HABLAR ES UNA NECESIDAD, ESCUCHAR ES UN ARTE” - Johann Wolfgang von Goethe
Fuente: El Entre Ríos

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