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Las restricciones a la economía que exige la pandemia están dejando un elevado número de afectados en las actividades comerciales y económicas. Ya han vuelto a verse los locales vacíos con el cartel que dice “Se alquila”. Muchos empleos temporarios se han discontinuado. Y mientras gran parte de la sociedad hace el esfuerzo de sobrellevar sus economías, cada vez más son los sectores que se preguntan ¿Cuál es el aporte que hace la política mientras pide al resto que se esfuerce?
Que el esfuerzo lo hagan los otros
En medio de las limitaciones a las que obliga la situación sanitaria y la suba de contagios de coronavirus, las “espaldas” de los sectores económicos ya no son las mismas que en 2020. Todas las reservas, créditos, postergación de pagos y ajustes se dieron durante el año pasado en el intento por sobrevivir a la pandemia. Pero en 2021 los bolsillos de los sectores económicos están “flacos” y castigados por intereses punitorios y deudas que, lejos de terminarse, se siguen incrementando mes a mes.

Mientras tanto, en la actividad política los funcionarios que toman las medidas que afectan al sector privado siguen disfrutando de varios privilegios. Algunos se adelantan en la fila para vacunarse y todos disfrutan de los aumentos de salario que se otorgan a sí mismos. La premisa parece ser: “Que el esfuerzo lo hagan los otros”.
¿Una voz en el desierto?
Cada semana el sector privado está en estado de alerta cada vez que se anuncian nuevas medidas. Lo que una semana está permitido, puede cambiar drásticamente y todos los planes se derrumban en unas pocas horas. Con ese grado de incertidumbre convive buena parte de la sociedad. Sin embargo, desde la política hay pocas voces que lo reconozcan.

Sin embargo, lentamente algunos dirigentes comienzan a tomar nota del malestar social frente a la política. El secretario de Gobierno de la Municipalidad de Concepción del Uruguay, Juan Martín Garay, admitió esta semana en Radio Franca que ese malestar social “Es comprensible, es una situación general de apatía y desencanto, la gente se encuentra desencantada. Es lógico que piensen así”.

Y además se animó a reconocer que forma parte de un pequeño grupo de privilegiados: “Para mi sería fácil decir qué tienen que hacer los demás sectores porque voy todos los meses al cajero y tengo el sueldo asegurado, pero no perdemos de vista que cada decisión que se toma afecta a otros actores de la economía y requiere un equilibrio muy difícil de lograr”, admitió el joven funcionario de la gestión del Intendente Martín Oliva.
Aumentos para la política
A pesar de la autocrítica que la propia política comienza a reconocer, esta semana los funcionarios políticos de Concepción del Uruguay volvieron a otorgarse un aumento de sueldo. Desde este mes, los funcionarios y concejales perciben un aumento del 8% en sus sueldos. Este incremento va de la mano con el aumento obtenido por los empleados municipales, en un mecanismo muy cuestionado que ya ha generado reclamos y quejas también en otros municipios. En Concepción del Uruguay, la normativa vigente dispone que cada aumento que obtienen los empleados, se traslada automáticamente a los funcionarios y concejales.

Si bien este aumento para la política intentó mantenerse fuera de la vista pública, apenas el periodismo dio a conocer la información fueron varios los sectores comerciales que incrementaron su bronca con el proceder de la política que, como admitió este funcionario local, pasa todos los meses por el cajero y tiene el sueldo asegurado.
Tres acciones para empatizar
Los dirigente políticos saben que el desencanto y el malestar en su contra van en rápido ascenso. En aras de alcanzar mayores niveles de empatía, los funcionarios políticos podrían concretar una serie de medidas que operen como gestos de comprensión de los problemas que transita el resto de los ciudadanos. Entre esas medidas, podrían implementar acciones fáciles y rápidas como:

-El congelamiento de sueldos políticos.
-El aporte de un porcentaje de sus sueldos para un fondo especial afectado a la pandemia.
-La reducción o quita de cargas tributarias para las actividades que están tambaleando con las medidas sanitarias.

Tal vez, si se toman decisiones rápidas en este sentido la política esté a tiempo de recuperar parte de la confianza perdida.

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