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Ha finalizado el año 2020, un año distinto, impensado, cruel, un año donde el típico balance que solemos hacer, en esta oportunidad está condicionado por compartir una celebración diferente, algunos con la alegría de tener a todos los seres queridos presentes y otros con el dolor del espacio o la silla vacía.

Hemos tenido que aprender a vivir y convivir con el COVID 19, un aprendizaje forzado, no deseado, pero sin opciones.

Tal vez por deformación profesional no puedo dejar de analizar esta experiencia que estamos transitando sin finalmente compartir algunas reflexiones con la temática que me incumbe en relación con nuestra Argentina.

Para ello me permitiré utilizar los 7 principios de la gestión que desarrollamos en las columnas anteriores.
1 – El liderazgo es la profesión del logro de resultados, aquí algunos indicadores para evaluar:
- Pobreza e indigencia

- Crecimiento económico, P B I, inflación

- Educación, deserción escolar

- Generación de empleo, empleo informal

- Condiciones de vida, salud, viviendas, agua potable, cloacas

- Inseguridad, corrupción, justicia

- Cuarentena obligatoria y sus consecuencias

Si medimos los resultados de estos indicadores con certeza sentiremos una gran frustración y tristeza, aclaro que no me refiero a ninguna gestión en particular dado que este es un proceso que lleva varias décadas con excepción del último indicador.

Un reconocido experto en gestión y liderazgo definió en una oportunidad:

“NO HAY PAISES SUBDESARROLLADOS SINO PAISES MAL ADMINISTRADOS”
2 – Aporte a la totalidad
En nuestro caso, ¿qué aporte hacemos por nuestra Argentina? ¿Será la famosa GRIETA? Las consecuencias están en los resultados como país.
3 – Concentrarse en lo esencial
Definir pocos objetivos pero trascendentes dice el principio. No parece difícil definir esos objetivos para nuestra Nación, solo con observar nuevamente los resultados.

Si tomásemos a la reducción/eliminación de la Pobreza e Indigencia como objetivo principal, los siguientes objetivos serían consecuencia de este:

Educación, Salud, Seguridad Jurídica, Seguridad Física, Corrupción, Generación de empleo genuino, pero para todos ellos necesitamos actuar pensando en el aporte a la totalidad, es decir ARGENTINA.
4 – Utilizar las fortalezas
Fortalezas nos sobran, solo mencionar a los recursos humanos y a los recursos naturales. Cómo desarrollar la industria del conocimiento, cómo aprovechar nuestros recursos naturales, la agroindustria, la minería, el petróleo, el turismo, entre otros. No es sencillo pero es posible, requiere de acuerdos por sobre las ideologías e intereses particulares.
5 – Confianza mutua o recíproca
Parece una utopía en la Argentina de hoy. No se deben modificar las reglas de juego de modo permanente, no se debe borrar con el codo lo que escribimos ayer.

La confianza mutua es tal vez el mayor desafío que tenemos por delante en La Argentina.
6 – Pensar positivamente
El liderazgo efectivo no solo se destaca por resolver los problemas sino que, más importante aún, por aprovechar las oportunidades que, en este mundo complejo, globalizado, interdependiente y digitalizado requiere de la participación de todos los actores sociales y para ello de la grandeza dirigencial.
7 – Aprendizaje permanente
Si repasamos y analizamos las últimas décadas no hemos sido capaces de aprender de nuestros errores. El retorno a los resultados obtenidos de los pocos indicadores que plantee al inicio, es la más contundente respuesta a este principio. El liderazgo efectivo no trata de hacer buenos discursos o de ser gustado, se define por los resultados.

Ángela Merkel en una ocasión expresó:

“Los Presidentes no heredan problemas. Se supone que los conocen de antemano. Por eso se hacen elegir, para gobernar con el propósito de corregir esos problemas. Culpar a los predecesores es una salida fácil y mediocre”.

Cuanto más entendamos al liderazgo como una profesión y apliquemos ciertos principios de gestión, seguramente iniciaremos un camino de recuperación para nuestro querido país.

¡Feliz Año 2021!
Fuente: El Entre Ríos

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