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La gravísima acusación que recae sobre un médico del Hospital Garrahan es sin dudas uno de los hechos más salientes de los últimos días. Lo aberrante del delito (uno de los peores, sin dudas), que un pediatra sea el supuesto protagonista (Ricardo Russo) y la sospecha de que los hechos en perjuicio de menores (bebés algunos de ellos) se hayan cometido en uno de los más prestigiosos nosocomios de la Argentina, profundizan la gravedad de lo ocurrido. Duele. Pero nada de esto desmerece la labor que desempeñan los profesionales del Garrahan, donde a diario se salvan tantas vidas en forma absolutamente gratuita, de la medicina ni de la especialidad de pediatría.

Con fecha 2 de junio, la Sociedad Argentina de Pediatría emitió un comunicado titulado “Mensaje a los pediatras”.

En estado de shock, azorados, silenciosos, meditabundos… así hemos estamos los pediatras desde que los medios difundieron la noticia hace unas pocas horas.

Un hecho policial, tal vez uno de los más deleznables, relacionado con el abuso infantil y perpetrado por un pediatra.

Los interrogantes de los padres, amigos y hasta de nuestra propia familia, por un momento nos mostraron que alguien mancilló con vileza nuestra profesión.

Tanto nos golpearon los hechos que esa “tarde negra” puso un manto de duda en nuestra modalidad de atención. Por un momento se quebró la confianza de la sociedad hacia la figura de quien desde hace más de un siglo vela por la salud de los niños y adolescentes y orienta a las familias.

El Tribunal de Honor de nuestra sociedad se expidió en una primera instancia decidiendo la suspensión como miembro activo y exclusión en todas las actividades académicas y científicas institucionales.

Un hecho al que estadísticamente consideraríamos como un “outlier”, no puede deshonrar al resto, quienes consistentemente elegimos y desarrollamos esta especialidad con el alma. Por eso, en estos momentos de desconcierto, desde la Sociedad Argentina de Pediatría destacamos la tarea de los miles de pediatras que anónimamente honran su profesión.

Honran esta bendita especialidad los que se levantan a diario para brindar lo mejor de sí a sus pacientes… Los que en las salas de partos asisten al recién nacido y guían a la mamá en los primeros cuidados, dándole el consejo adecuado que dejarán su impronta a lo largo de su vida… Los que reciben con calidez a padres y abuelos y los invitan a que le comenten las dolencias del niño o la situación que causa preocupación en la familia…

Los que se entibian las manos antes de palpar la panza o frotan la campana del estetoscopio para no estremecerlos con el frío… Los que van explorando su anatomía cuidadosamente, cubriéndolos para resguardar su pudor…

Los que respetuosamente les hacen entender a los padres la necesidad del hijo adolescente de charlar a solas, protegiendo sus derechos…

Los que recorren decenas de kilómetros en lo más agreste de nuestra vasta geografía territorial, para brindar asistencia y pautas de prevención hasta la próxima visita… Los que ahondan en las terapéuticas o tecnologías más avanzadas, en la búsqueda de brindarle algo más a su paciente con una enfermedad crónica para mejorarle la calidad de vida…

Los que en largas horas de guardia y servicios de emergencia, ven lo más crudo y oscuro de la condición humana…

Los que mueven cielo y tierra para que a su paciente con una discapacidad le reconozcan sus derechos, que alcancen el mayor estado de bienestar y se les facilite la tarea a la familia…

Los que truecan horas de ocio por estudio, los que hacen docencia, los que investigan, los que publican, los que preparan recomendaciones o consensos para guiar a otros en la profesión…

Los que acompañan con su muda presencia a los padres en la despedida de lo más querido en sus vidas…

A todos, los y las pediatras que honran con su quehacer anónimo nuestra especialidad: GRACIAS! POR UN NIÑO SANO EN UN MUNDO MEJOR.
Toma de fotografías
Fuentes médicas con responsabilidad nacional explicaron a Clarín que los profesionales a veces pueden sacarles fotos a los pacientes con la autorización de sus padres (un consentimiento informado), para presentar en un congreso de salud, por ejemplo. O para ilustrar con esa imagen un artículo en una revista especializada.

Por su parte Lidia Albano, secretaria del Comité de Ética Clínica de la Sociedad Argentina de Pediatría, indicó: “Las fotos de los pacientes tienen que ser con consentimiento de los padres si el chico es menor de 13 años. Además, al chico hay que explicarle por qué se hace y para qué. Y hay que garantizar que no va a ser identificado, mantener su anonimato”. También es clave, según Albano, “si es de importancia docente que haya una foto”.

A partir de los 13 años, los chicos ya pueden consentir, con el asentimiento de los padres. Así se desprende del nuevo Código Civil.
Fuente: El Entre Ríos (edición impresa)

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