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Alguna vez escuché hablar de las huelgas “a la japonesa”. Extraña cosa, que no sé por otra parte si es cierta. Una manera de hacer huelga que la pone al revés, ya que los trabajadores, en lugar de parar y quedarse en sus casas tranqui, se ponen a laburar en forma acelerada, con prisa y sin pausa. Aunque no sé si también se les da por trabajar horas extras. Una manera, dicen, de enloquecer al patrón, provocando un desbarajuste en sus planes productivos.

Aquí teníamos otra forma de huelga, la de “trabajar a reglamento”, que ha pasado a ser cosa de otras épocas. Cosa loca de pensar, ya que si por trabajar ajustándose al reglamento todo viene a quedar trabado, lo que se me ocurre es que entonces el reglamento no sirve y habría que cambiarlo.

Pero ha aparecido un tipo nuevo de dirigente, que se conoce como “metro delegados”, y que vienen a ser los representantes de los trabajadores de los trenes subterráneos de la ciudad de Buenos Aires.

Dirigentes sindicales, los metros delegados esos, en ocasiones drásticos y en otras amablemente creativos en referencia a los usuarios, pero siempre imprevisibles.

Porque un día ofrecen café, té o jugos frutales y alguna golosina a quienes van a tomar el tren, como forma de disculparse de haberlos dejado de a pie el día antes. Y en otras, se les da por levantar los molinetes de manera que los usuarios puedan viajar gratis. Cuando no resuelven de un momento para otro un parate total de actividades, que deja a media población intentando trepar a un colectivo, de una línea que con los que dispone no está en condiciones de dar respuesta a la imprevista demanda.

Sin embargo, a lo que quiero hacer referencia no es a la huelga, sino a la manera que se va a canalizar el reclamo de los legisladores integrantes de Asamblea Nacional de Francia, que se sienten agotados por la cantidad de proyectos de nuevas normas con los que en forma continua los atora el gobierno, y que los hace sudar la gota gorda ochenta horas por semana. Por lo que se ve Macron ha logrado lo imposible; hacer que los legisladores trabajen. Aunque todo puede llegar a tener su lado malo, ya que desconfío de la necesidad de tantas leyes.
Fuente: El Entre Ríos (edición impresa)

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