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Miércoles
Casi diariamente nos enteramos de un enemigo más, y probablemente hay muchos ocultos. Hoy supe algo de lo que ocurre con el cemento. Distinguir sobre sus variedades me resulta muy difícil, englobemos con ese nombre al cemento Portland (nombre de una isla de la que se extraía una piedra gris), al concreto, al hormigón y las variantes de cemento y hormigón armados. En sus distintas formas están con nosotros desde hace siglos: ¿acaso el Coliseo y el Panteón de Adriano no son un ejemplo de ello? Creo que todos los que nos asomamos una tarde de verano a la siesta de Buenos Aires no podemos dejar de sentir el calor de los edificios como un mazazo abrumador, y nos decimos: ¡todo este cemento!

Y he aquí que después del agua es la substancia de mayor uso del planeta. Cierto que sus beneficios tan claros enmascaran los daños que causan. Si la industria del cemento fuera un país, figuraría en 3° lugar en emisión de CO2, sobrepasado solo por China y los Estados Unidos. La masa de concreto sobrepasa la masa de carbón de todos los árboles y matorrales y praderas del planeta, y su crecimiento se expande ahogando a lo natural. En sí, el problema que genera es mayor que el de la producción de plásticos, si bien esta es más llamativa: todo el plástico producido en la última era se evalúa en 8 billones de toneladas y la industria del cemento produce más que eso cada dos años. Después del carbón, del gas y del petróleo, contribuye en un 4 al 8% al efecto invernadero y, lo que no es menor, "chupa" el 10% del agua industrial del mundo, de la cual el 75% se extrae en regiones áridas o semiáridas con el consiguiente daño a la agricultura. Desde 2003, China ha producido más cemento cada tres años que los Estados Unidos en todo el siglo XX. Es probable que mientras dure la lectura de esta nota se hayan fabricado 19 mil bañaderas de cemento.

Los beneficios que han traído para la construcción de viviendas, industrias, caminos y represas son indudables. La naturaleza ha sido domada por el cemento, y en forma a veces exagerada: las enormes playas de estacionamiento, la pavimentación de caminos muy subalternos y una verdad que por escandalosa no duele menos: para “Transparencia Internacional" la construcción es el negocio más sucio del mundo. Creo que hemos aprendido algo de eso. Pero, ¿cómo imaginar el mundo sin cemento?
Jueves
"¿Acaso... los lugares no se evaporan?"

Elizabeth Bowen
Viernes
Un satélite que ha vigilado el mundo desde muy alto, reveló que las zonas verdes del planeta se han extendido en relación a años anteriores. El crecimiento ha ocurrido en China e India, aquí el futuro no parece muy promisorio, pues depende en gran parte de aguas subterráneas en riesgo. Hubiera sido lindo ver a la Argentina luciendo verde, de otro tipo al que se ha popularizado. Si algo reprocho de nuestros actuales y anteriores gobernantes es la carencia de un plan de forestación que corra a lo ancho y largo del país.

Con la forestación está pasando como con la educación: los alumnos de escuelas privadas tienen clases, los habitantes de los "countries" tienen árboles. Rutas larguísimas que podrían estar arboladas al costado y con nogales, paltas, castaños que alimentarían a muchos y alegrarían, sino a todos, a unos cuantos. Y el mejor drenaje de los suelos y todo su efecto sobre el clima.

Anoche, por YouTube pude ver "Tío Vania", una de las obras más conocidas de Chejov. En una de las escenas del acto primero, uno de los personajes, Astrov, médico entre cínico y desilusionado, nos dice refiriéndose a la tala indiscriminada de bosques en Rusia a fines del siglo: "Destruir lo que somos incapaces de crear. Si el hombre está dotado de juicio y fuerza creadora, es para multiplicar lo que le ha sido dado, y sin embargo ahora lejos de crear nada, lo que hace es destruir. Cada día es menor y menor el número de bosques... los ríos se secan, las aves desaparecen, el clima pierde benignidad y la tierra se empobrece y afea... Cuando oigo el rumor de un joven bosque plantado por mí, reconozco que algo del clima está en mis manos y que si dentro de mil años el hombre es feliz, será un poco por causa mía. Cuando planto un pequeño abedul, al que veo después verdear y mecerse en el viento, se me llena el alma de orgullo".

El orgullo que llenaba el pecho del médico provinciano no era el orgullo odioso de los arribistas, sino el orgullo que corona una obra bien hecha. Chejov además de escritor fue médico, creó escuelas, plantó arboles. Antes, al recordar Sarmiento, el 11 de septiembre en la escuela plantábamos un árbol. ¿Ocurre todavía?
Domingo
Y otras frases de Chejov:

"Solo los tontos y los charlatanes creen comprender todo"

"La gente nunca debe ser humillada"

Referencias: la nota sobre el cemento fue parcialmente extraída de un artículo publicado en "The Guardian" el 25/02/2019. "Tío Vania" fue estrenada en 1897, en Moscú.
Fuente: El Entre Ríos (edición impresa)

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