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Jueves
En cuentos remotos se contaba de ríos de leche y miel que desbordaban. No recuerdo ninguno de vino o de cerveza. Pero como alguien dijo: la vida tiene más imaginación que nosotros, pues hubo una gran ciudad que sufrió una inundación de cerveza.

Ocurrió en Londres, el 17 de octubre de 1814. En el centro de la ciudad había una enorme fábrica de cerveza que tenía el hermoso nombre de "La herradura”. En su interior contaba con tanques de hasta siete metros de altura y diámetro acorde, capaz de abastecer unos 3.700 barriles de Porter (o cerveza inglesa de malta, muy obscura). Los tanques eran de madera, asegurados con anillos de hierro. Uno de estos, algo oxidado, cayó, la madera cedió, un enorme chorro derribó con fuerza los otros toneles, y así, en un fenómeno que describiríamos en cascada, un río de cerveza inundó las calles cercanas a "La herradura”.

Se perdieron unos 9.000 barriles y 1.4 millones de litros de cerveza fluyeron por las calles e inundaron? los subsuelos, que estaban habitados. Indiscretamente, derribó una pared del recinto que cayó sobre una sirvienta lavando unas ollas, ahogó a una abuela y a su nieta que tomaban el té -adiós a la porcelana que había cuidado tanto- y en otro a tres personas que velaban a un niño muerto. Otra víctima fue algo voluntaria: un obrero que de alegría se arrojó de cabeza. Del otro no tengo detalle, un total de 8 muertos.

La tragedia fue descripta como "un inescrutable acto de Dios”. A los fabricantes se les eximió de pagar impuestos en una suma equivalente a la que se habría aplicado a los 1.4 millones de litros perdidos; a los habitantes del subsuelo y familiares de la abuela que tomaba té y de los deudos que velaban… nada.

"La herradura" cerró en 1921.

Dicen que ahora, al atardecer de los viernes, esas calles huelen a cerveza.

Nota: ¿recuerdan que en marzo de este año se iniciaba el juicio por los responsables de la inundación de La Plata en 2013, que causó 89 muertes y enormes daños? Irá a juicio oral un solo acusado (otro falleció en la espera), pero ya se adelanta que no habrá más que una multa de $12.000. ¿Mejor o peor que en Londres de 1814?
Viernes
"La grasa no pertenece a la carne ni al espíritu, es lo que fabrica el cuerpo fatigado". Lichterberg.
Sábado
¿Quién no se ha deleitado cuando se acerca la lluvia y sentimos un dulce e indescriptible perfume levantarse de tierra? ¿Qué es ese perfume que nunca viene en botella y supera a jazmines y lavandas? Se llama "petricor", nombre acuñado por dos bioquímicos australianos, L. Bear y R. Thomas, que pertenecen a un centro de investigación que se llama GSIRO, de donde surgieron los términos ya habituales de si-fi y selfi.?

No es un nombre caprichoso. Surge de dos palabras: piedra (petr) y licor (icor), en alusión a aceites vegetales atrapados en la superficie de las piedras calientes, que con la humedad súbita llegando al suelo, se desprende como las burbujas de una copa de espumante. Esto ha sido filmado: las minúsculas gotas que saltan como en una fiesta, pero acarrean hongos y bacterias. En el aire hay algo de ozono.

Anuncian que la India ha comercializado el perfume. Tendremos noches con olor a lluvia sin lluvia.

Y la palabra selfie (tan parecida a selfish: egoísta) cumple 25 años de vida joven, pero las palabras también envejecen.
Domingo
"La felicidad no consiste en la alegría, ni en la lascivia, ni en la risa o en la burla -que son compañeros de la ligereza- sino que reside muchas veces en una firmeza triste y constante". Cicerón.
Lunes
Se han cumplido 150 años de la publicación de "La guerra y la paz", la enorme -en todos los sentidos- novela de León Tolstoi. Casi unánimemente el mundo de las letras entero la considera la mejor novela que se escribiera hasta ahora (que brilla aún después de traducciones torpes y mutilaciones).

Se ha afirmado que si la naturaleza escribiera, lo haría como Tolstoi, sobre todo por su particular destreza de insuflar arte en la descripción desde situaciones mínimas a las de horribles batallas. Ya leída, si volvemos a hacerlo, regresamos a un mundo conocido y querido, con personajes que son como parientes cercanos (sobre todo aquellos con los que nos hallamos cómodos); pero además del feliz mundo de la aristocracia rusa, de las peripecias en sucesivas guerras con Napoleón, de los ritos masónicos, borracheras y seducciones y los sacrificios del pueblo ruso, Tolstoi fue intercalando su peculiar filosofía de la vida y de la historia, la primera se resume en un campesino ruso, Platón Karataiev, de temperamento instintivo, ingenuo, casi beatífico, en paz con la creación; lo segundo en su total desconfianza de los grandes hombres como conductores del destino de un pueblo. El retrato de Napoleón Bonaparte no por despiadado parece menos verdadero. No creía, Tolstoi, que la vida humana pudiera ser gobernada por la razón ("si es así la posibilidad de vida es destruida"). Reniega de aquellos que tienden a aplicar leyes físicas a los fenómenos sociales. Es por eso que el general Kutuzov, que dirigía el ejército ruso, se echó a dormir mientras sus generales discutían una y otra vez nuevas tácticas. Solo quería estar bien despiertos al despuntar de la batalla. Infinitas casualidades definirían la misma. Por eso abandonó Moscú a Napoleón y lo encerró en el hielo, del que escapó derrotado.

Las leyes en la economía tendrían resultado tan impreciso, como las de la táctica militar o las teorías históricas.

Y resume uno de sus biógrafos (H Troyat): "Tolstoi, en lugar de llevarnos cerca a lo desconocido, nos quiere en el aquí y ahora. Hombres y plantas, piedras y animales están en un mismo plano para él. Mira una carroña con la misma atención que lo hace con una flor. La fatiga en los ojos de un caballo cansado significa tanto para su comprensión del universo como la fatua presunción de un oficial del ejército. La paradoja está en que éste panteístico proceso de la creación, uniendo lo puro con lo impuro, grande y pequeño, feo y hermoso, animado e inanimado, infunde a la obra entera con la majestad de un segundo Génesis".
Fuente: El Entre Ríos (edición impresa)

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