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Transparencia Internacional (IT) es una organización no gubernamental (onege) focalizada en lograr, como su nombre lo dice, a través de diversos mecanismos que la actividad estatal se vuelva lo menos opaca posible, de manera de que, entre otras cosas, se pueda luchar con mayor eficacia contra la corrupción política.

Entre otras herramientas de las que se vale para lograr sus objetivos se encuentra la elaboración anual de un Índice de Percepción de la Corrupción (IPC) en cuyo ranking nuestro país, en el último de sus informes sobre el tema, registró “una leve mejoría”, la que no es en realidad algo que permita llenarnos de orgullo; ya que si como sociedad escalamos doce posiciones en esa clasificación, ello solo nos ha permitido ubicarnos en el puesto 95 en una tabla que incluye distintos países.

No abundamos en mayores detalles que nos apartarían del objeto de esta nota, aunque debemos señalar que deberíamos sentir vergüenza, si se atiende tanto a países que dan cuenta de una ubicación mejor, como de aquellos que están a nuestra altura.

Nuestro propósito en la ocasión tiene como objeto sobre todo aclarar conceptos, de manera de ayudar a lograr una instalación más correcta del tema entre nosotros, a la vez que buscar la forma que, de allí en adelante, se pueda dar una lucha más eficaz contra ese flagelo.

Y a ese respecto con el objeto de facilitar nuestra entrada en materia no está demás señalar que nuestra palabra corrupción tiene su origen en otra latina que hace referencia al romper o hacer pedazos una cosa. También que desde la perspectiva de las cosas vivas, la corrupción es sinónimo de “descomposición”, o sea del proceso de desintegración natural de un organismo biológico, después de su muerte.

Todo lo cual trasladado a la vida social viene a decirnos que en su caso la corrupción es un proceso de descomposición que se produce antes de la muerte de una sociedad, aunque en un caso extremo puede llevar a provocarla, a la vez que se trata de un proceso de una dimensión alarmante, en cuanto sus consecuencias pueden llegar a ser imprevisibles, y que en todos los casos sino tiene aptitud para “romper” y “hacer saltar en pedazos” a una sociedad, de cualquier manera viene a deteriorarla en diversos grados.

Cabría agregar que la corrupción es un fenómeno tan viejo como el mundo, y si se tiene presente al relato bíblico “la serpiente” habría sido el primer corruptor, y Eva y Adán, en ese orden, habrían sido los primeros corrompidos. También que todo hombre que nace viene “marcado” por ella, ya que se trata de un ser finito, al menos físicamente, y que, al término de la existencia nos encontramos con la muerte, y la corrupción subsiguiente (la que no se elude con la cremación del cadáver, ya que esta operación solo viene a acelerar el proceso de ruptura). De todo lo cual, viene a concluirse que el de la corrupción es un fenómeno de alcance universal, y que en el caso de las realidades humanas no se puede hacer otra cosa que lograr acotarlo a su mínima expresión, a través de medidas preventivas y punitivas que nunca van a resultar totalmente perfectas ni nunca del todo correctamente aplicables, pero que de cualquier manera se hace necesario no bajar los brazos y seguir avanzando persistentemente en ambos terrenos, sabiendo de antemano que nunca se logrará una victoria definitiva en ese verdadero campo de batalla.

De allí, que dentro de ese cuadro, nos parece pertinente dar pie a precisiones que en nuestra opinión son relevantes y pueden llegar inclusive a ser vistas como valiosas, ya que están ambas referidas al contenido de los primeros párrafos de esta nota.

Se debe así señalar que, contra lo que muchas veces se indica, la “transparencia” no es el antónimo o lo opuesto a la corrupción, sino tan solo un “instrumento” valioso al que se puede echar mano para prevenir. Se trata no de entrar en sutilezas, sino de mostrar hasta qué punto puede llevar a cualquiera a subestimar el problema de la corrupción, cuando se pasa por alto que esta es un “fenómeno insalubre”, y que para encontrar lo opuesto hay que tener presente conceptos como el de “sano”, “salud” o “saludable” Es que alguien puede ser “transparentemente corrupto”, como sucede con quienes de una manera amoral, no tienen tapujos no solo de reconocerlo y hasta de proclamarlo, pero no puede negase que toda corrupción es insalubre en cuanto malsana.

A ello se agrega que no termina de convencernos la utilidad de medir los grados de percepción de la corrupción en una determinada sociedad. Puede al respecto existir falta de compresión de los conceptos empleados, lo que llevaría a que tanto TI como nosotros estuviéramos hablando de las mismas cosas, y que por nuestra parte lo ignoremos. O puede ser que no exista manera de medir, y plasmar en índices situaciones que nos interesan.

Es que no tenemos dudas que la nuestra es una sociedad en la que los comportamientos corruptos se hacen presentes hasta en los lugares más insospechados, asumiendo magnitudes diversas. Como también que de eso tiene conciencia una abrumadora mayoría de la misma sociedad.

A la vez tenemos la impresión que no existe coincidencia entre los niveles de conocimiento de la corrupción presente en nuestra sociedad, con los niveles de rechazo a su respecto (o sea dicho en forma más llana, cual es el porcentaje de quienes saben de comportamientos corruptos y quienes los cometen, pero que no dan a esa situación importancia alguna).

Lo reiteramos en otra forma más apretada. Lo que nos interesa es llegar a saber el “grado de corrupción” de nuestra sociedad, donde se tiene la impresión de que a la misma se la puede encontrar hasta levantando una piedra sea del tamaño que sea. Y también, el “grado de tolerancia” (¿es o no lo mismo que el de percepción?) social de la corrupción entre nosotros.

Es que así como es de utilidad infinita conocer el porcentaje de nuestros chicos de distintas edades incapaces de entender lo que leen, como forma de poder abordar y dar respuesta al problema, también el conocer el grado de corrupción y el del rechazo hacia ella, resulta imprescindible para afinar instrumentos de combate y hacer más eficaz el empleo de los disponibles.

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